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Estado-Nación: acoplamiento y horror de la ficción republicana

Introducción al
Proyecto de un carro ferroviario para uso de sanidad y corrección, del Dr. Eugenio Cuesta y Torralbas

Pedro L. Marques de Armas

     Un coche que tenga la misma forma y haga el mismo recorrido del Estado-Nación...., un trencito penal. Si ello es posible, entonces este «Proyecto de un carro ferroviario para uso de sanidad y corrección» -es decir para conducir criminales y locos, “ciertos y presuntos”- rendirá las mismas metáforas, o mejor: el mismo guión (1).
     En cualquier caso, lo importante es acoplar. Su autor, el médico y trabajador social pinareño Eugenio Cuesta y Torralbas suma al texto plano e itinerario, plantilla y equipamiento (2). En fin, un calco de 1105 kilómetros donde se sueña -siempre con la cabeza vacía- una conección de juzgados, presidios y manicomios -llamados “palacios”- y cuyo término es, al parecer, el “Tesoro Nacional” (3).
Y casi lo logra... Pero en realidad todo está dado de antemano, hasta el sobrante de risa y horror.
A la Historia, por ejemplo, a través del Ingenio - hecho también para “meter en línea...” ¿No fue Cuba pensada en el XIX como un “cuerpo de hierro”? “ Por fortuna - leemos en una copia de 1858 - el ruido de las locomotoras que en esta parte de la Isla se va dejando oír por todos sus distritos, la red de raíles que va cruzando toda la superficie (...), haciendo salir como por encanto fincas poderosas a uno y otro lado, va despertando a los habitantes de aquellas solitarias y casi desconocidas regiones...” (4)
     A la familia cubana, porque oculta “entre pliegues de dulzura la dureza del correctivo”, además de ser Cuba “país apropiado para el enlace (el subrayado es nuestro) de la bondad y el castigo y (...) de la reprensión cariñosa más que de la reprensión lastimosa” (5).
     Al finlaísmo - en boga entonces y ahora - porque supone llevar hasta el tren “la lucha antigermicida que sostenemos” contra delincuentes.
     Y a la tierra, por supuesto - recordar que es “asilo más seguro que el mismo Santurio”, según Arango y Parreño, y que Saco imagina caminos que sean drenaje de vagos (6)- pues, tratándose de correccción de costumbres habría que construirlo - dice Cuesta - con “caobas, jiquís, sabicus, jocumas y robles propios”.
     Y en esto es más claro que su contemporáneo Don Fernando Ortiz, presente en aquella cita, y soñando -él también con la cabeza vacía, pero por dentro del árbol- “una juventud fuerte e incompresible como el guayacán” (7).


Notas

(1) “El guión del término estado-Nación indica una convergencia: tanto el reclamo como la ansiedad de que uno no pueda existir sin convertirse en el otro”, Aijaz Ahmad.

(2) Existen dos versiones del texto, ambos presentados a la Conferencia Nacional de Beneficencia y Corrección, cónclave efectuado anualmente y que tuvo ocho ediciones. Presentamos aquí la segunda, de 1908. En la primera el autor prueba su gusto por los planos, confundiendo mapa y territorio: “Andando de la costa norte al interior y casi en línea recta, abajo, los Hospitales Mercedes y Número Uno; en lo alto de la montaña el Presidio, y al descender hacia occidente, no muy lejos, la Casa General de Dementes, y más allá el Correccional de Menores de Guanajay; por la parte oriental del Departamento, lo que fue Pirotecnia, convertida hoy en prestigioso templo de la Ciencia, la Gran Universidad Nacional, de donde saldrán los propagadores de los nuevos conceptos del Derecho Penal, que auxiliarán a los esclarecidos apóstoles de estas ideas que ya tienen en Cuba valiosos prosélitos”.

(3)  También los promotores de la eugenesia, Eusebio Hernández y Domingo Ramos, sueñan con un Palacio de Homicultura. Y vimos, realizados: un Palacio de Pioneros, y otros de Deportes, de Gobierno y hasta de la Salsa.

(4) “Progeso en la parte oriental de la Isla”, El Boletín, no 171, Remedios, 17 de junio de 1858 - citado por Carlos Venegas Fornias, en Cuba y sus pueblos, La Habana, 2002, p. 125.
 
(5) “Conducción de detenidos, procesados y enajenados”, Eugenio Cuesta Torralbas, en Quinta Conferencia Nacional de Beneficencia y Corrección, Habana, La Moderna Poesía, 1906, pp. 105-112.

(6) Ver Discurso sobre la agricultura en La Habana y medios de fomentarla y La Vagancia en Cuba. Ambos textos imaginan la conquista del espacio cubano suponiendo un “cuerpo anómalo” que habría que civilizar a través de la promoción y el control de flujos de mercancías y gentes (“monstruosidad de este cuerpo que es casi todo cabeza”, escribió Ramón de la Sagra). Varela por su parte -como Saco, en las antípodas de Arango- emplea el mismo cálculo de que “veinte leguas” más allá de capital de la Isla comienzan las tierras bárbaras de Macuriges. A favor o en su contra, el Ingenio fue siempre el agente civilizador por excelencia.
 
(7) “Fuerte” se entiende, pero el árbol que Ortiz imagina, y cuyas ramas son toda la juventud cubana menos la negra, es además “incomprensible”. Ello prueba la vencidad, el calco, y otra vez el guión, entre una Nación visible y otra secreta. ¿Acaso ese tren que va despertando los pueblos - recordar que Martí, en su Diario, habla de los “pitazos del amanecer”- no es también la poesía iluminando la Historia?


Proyecto de un carro ferroviario para uso de sanidad y corrección

por el Dr. Eugenio Cuesta y Torralbas

SEÑORAS Y SEÑORES:

     Después de pensado el tema, dudé a qué sección destinarlo.
     Expondré las razones pertinentes para que se incluya en el “Comité de Socorro a Familias Necesitadas”.
     Entiendo por familia, una agrupación mayor o menor de seres del mismo género. Por necesidad “la falta de alguna cosa”. –Decidme, si conociendo estas definiciones, puede dudarse en pedir mucho para modificar o variar de un todo, que sería mi anhelo, el modo y manera que tenemos en transportar criminales o mentales, ciertos y presuntos.
     Dado el progreso de la Medicina, hechas leyes nacionales sus preceptos higiénicos, más de una infracción se comete debido a desconocimiento de la materia, que no a deseo de incumplir las leyes sanitarias.
     En las Conferencias de nuestra Asociación, celebrada en Santiago de Cuba, en 1906, hice un esbozo del proyecto, indiqué allí razones, pero aunque impresa la queja, ha sido una nota más perdida en el coro de nuestras lamentaciones.
     Oportuno fue pedir antes, reformas en las conducciones de los desgraciados, pero al presente, parece a mi entender urgente, dadas las facilidades con que contamos para realizarlas.
     El silbato del gigante férreo del pasado siglo resuena por las zonas de Cuba. – La doble cinta de acero marca el curso del carro del progreso, y en él conduce de uno a otro extremo a los habitantes de la Sultana del Caribe.
     Desde Guane a Santiago de Cuba podemos ya llegar en treinta horas de ferrocarril. Saludadas son a diario, las seis capitales de provincia.
     El Departamento de Justicia establece nuevos juzgados para facilidad de los ciudadanos. La Sanidad da cada día más ventajosas instrucciones. La Sección de Beneficiencia facilita enfermeras aptas, y el Departamento de Gobernación, conductores previsores.
     Si Roma, en la antigüedad, consagró a una divinidad el ejercicio de dilucidar los asuntos de orden civil y criminal, y su representación era la de una matrona con balanza fiel, y armada la diestra de desnuda espada, o repartiendo los dones, que rebosaban en el cuerno de la abundancia que sostenía; tomemos para el presente los frutos que nos brinda, dejando que oculte o desciña el arma. Si hoy, con gusto y placer lo consigo, se proyectan, se estudian y se destinan cantidades para mejorar la situación de detenidos en los Juzgados; si se ha trasladado el Presidio Departamental a mejor local, en el que aún se realizan reformas a diario; si las cárceles se higienizan; si el Asilo de Enajenados se coloca a altura envidiable, cooperando a ello su prestigioso cuerpo facultativo, devolviendo con orgullo a la sociedad más curados, de día en día, y en razón directa de las cantidades que en él se invierten; si del Tesoro Nacional se extraen sumas para dotar a cada provincia de palacios donde dar los fallos de los Tribunales de Justicia, ¿Por qué si tales gastos se realizan, y obtienen el beneplácito general, por qué no han de ser completados con el medio y manera de ser transportados los que van a acudir a esos palacios, o los que irán a ser alojados en los edificios penales?
     La conducción de los desgraciados, es digna de empeño por los que nos preciamos, no de altruitas[sic], sino tan solo de justicieros.
     No podemos, ni debemos, hacer ostentación de los vicios o defectos sociales, sino cuidarlos, y hasta ocultarlos, rodeando a los palacios de medios para evitar la contaminación.
     El Estado abona a las empresas ferroviaras la conducción de defectuosos, les pone al cuidado de fuerzas armadas, y aquéllos a quienes las prescripciones legales separan del centro social, los confunde el conductor con los otros pasajeros. Uno y otro no cumplen, dado mi modo de pensar, con los más rudmentarios preceptos de equidad. El viajero tiene derecho a ir, por el costo de pasaje que abona, ya que no muy cómodo, al menos más seguro en su integridad personal: confundido con gente armada, con enfermos, con degenerados mentales, puede estar expuesto a más de un peligro; el conducido, por no haber caído bajo el cetro de las leyes ha dejado de pertenecer a la familia humana; y creo merezca, en su desgracia, más consideración de sus jueces, y mayor conmiseración de sus ciudadanos; pues al verle maniatado, sujeto y custodiado, más pueden confundirle con una fiera domeñada que con un hombre que se castiga; un enfermo que se separa de los suyos para curarle y atenderle; o un presunto inocente, que el momento y la ofuscación señalan como criminal.
     Pido el carro, no sólo para los ya sentenciados, o próximos a ser juzgados, lo quiero también para vulgarización y cumplimiento de preceptos higiénicos.
     Son el hombre, su ropaje y los medios que para su alimentación usa, agentes de propagación de casi todos los afectos, que como evitables señala la Medicina, la que, en exhuberante virilidad, ha cedido, la mayoría de sus cuidados, a la prestigiosa Higea, criada, o si lo admitís, creada a los titánicos esfuerzos del Cuerpo Médico, pudiendo Cuba mostrar orgullosa, dentro y fuera de nuestra nación, hijos predilectos que han esculpido sus nombres, con caracteres imborrables, en la lista de los benefactores de la humanidad.
     El plano que presento no es sino un esbozo que puede, y, no dudo, será modificado por más competentes profesionales. En él he procurado que lleven Sanidad y Corrección, de uno a otro extremo de nuestro país, los postulados de las modernas ciencias, con el orgullo a que son acreedores por sus hechos. Que sea exposición ambulante de progresos científicos, atalaya de efectos evitables, pregón de nuestro legítimo lugar entre los pueblos cultos, enseña de nuestros adelantos entre propios y extraños.
     Será el dueño[sic] de un monomaníaco, será pesadilla de un contagiado con vuestros avances, u obsesión  de quien anhela algo grande para la nación. Vosotros no podeis menos de ayudar en sus peticiones al que os indique lo que necesitamos.
     ¡Yo  veo el carro a través de una ilusión, que pueden otros convertir en realidad!
     Si anualmente nos congregamos para pedir, justo es señalar los deseos, ya que no para obtener, al menos para que se comprenda que los hay, aunque nacidos a mediados del siglo pasado, deseosos en el presente, y en lo porvenir, hacer de la tierra, que tanto produce en dulce y humo, una biblioteca, también, donde puedan los extranjeros estudiar progresos y adelantos.
     No sé de nación alguna que tenga un carro como el que pido; si esto es cierto; mejor, más orgullo para Cuba al establecer el primero, en que llevemos cómodamente a los desheredados; ya que otros pueblos atienden a conducir en lujosos coches-salones a los acariciados por la Fortuna.
     Ya no es ilusión el carro ferroviario de Sanidad y Corrección; ya lo creo hecho; de ahí, que hasta me atreva a señalar el modo de transportarlo, la ruta que debe llevar, su distribución interior, y que designe su personal.






     Itinerario.- De la Habana podría salir el carro, los lunes, unido al tren de Vuelta Arriba, y pernoctar en Santa Clara.
     Los martes, por la mañana, conducido por el tren Central, iría de Santa Clara a pasar la noche en Santiago de Cuba.
     Los miércoles descendería, de la capital oriental, a pernoctar en Santa Clara.
     Los jueves, por las líneas de Cárdenas y Bahía, vendría de Santa Clara a atardecer en la Habana.
     Los viernes, saldría de la Habana para llegar a Guane, de donde podría regresar o el mismo día, o el siguiente, para la Capital.
     Los domingos, descanso de su personal; para volver a la semana siguiente a emprender su itinerario, en días fijos.
     Con la forma indicada se recorrerían los 868 kilómetros que separan la Habana de Santiago de Cuba, y los 237 que hay de la capital de la nación a Guane. No están, en estos 1,105 kilómetros colocados todos los juzgados, ni todas las poblaciones importantes, pero sí están unidas por las vías férreas, y con fáciles comunicaciones, los Juzgados de Instrucción, y los Nosocomios donde se hacen observaciones de alienados.
     Material.- Para el interior del carro no pido lujo; exigiría lo necesario. Si ha de ser para servir a Sanidad, nada más justo que colocar en él los aparatos usados a diario en la lucha antigermicida que sostenemos; estufas, vacunas, y va en plural para comprender en ellas no sólo la jenneriana, sino las otras ya sancionadas por la experiencia. Pondría en sus armarios productos farmacéuticos para asistencia de afectos, en sus anaqueles instrumental quirúrgico para auxiliar lesionados... dejo de consignar más material que puede ser pensado, discutido y relacionado por la competente sección a quien se encarga.
     Servicio de Corrección.- En el Departamento de enajenados, dos celdas, acolchadas con paredes de goma, que pueden admitir cantidad de aire o agua para evitar lesiones a los reclusos en ellas; útiles de sujeción, modernos; bancos de listones de madera, adosados a las paredes externas de carro; rejas y puertas corredizas, con tejidos metálicos que den al pasillo central; camillas, plegables, para casos de accidentes en los pasajeros del carro, o en los viajeros del tren, o para pacientes que se trasladan de una a otra población, en busca de alivio a sus padecimientos. En este Departamento las seguridades y garantías deben ser según causas y motivos. Si hay graduaciones y relatividades en las cosas humanas, no dudo puedan establecerse también entre un detenido por sospechoso, y un destinado ya a cumplir larga condena; entre un presunto demente y un confirmado loco.
     Personal.- Un jefe del carro, médico designado por el Departamento de Sanidad. Dos enfermeros, de los del Asilo de Enajenados, varón y hembra, uno de ellos graduado, nombrados por el Superintendente de Mazorra. Dos guardias rurales, señalados y dictadas sus instrucciones por su respectiva autoridad, estos pueden ser auxiliados en el servicio, por la pareja llamada de tren. Un sirviente que dependa de la empresa ferroviaria.
     Dejadme, antes de entregar mi ilusión a benefactoras manos, haceros un ruego. Si logramos obtener la construcción del carro, acordaos que tiene Cuba talleres, y en ellos obreros inteligentes, no olvideis los bosques de este privilegiado suelo, recordad que lo pedimos para corrección de costumbres, hacedlo por lo tanto de caobas, jiquís, sabicús, jocumas y robles propios; pedid al subsuelo y a sus montañas los minerales, sacad de ellos y fundid sus metales, para orgullosos poder decir: desde la idea hasta el último de los detalles de este carro ferroviario para uso de Sanidad y Corrección se debe a la Perla de las Antillas.

                                                                                                  HE DICHO. 

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