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¡Hatuey!, siempre en su punto
Entre punto y punto,
a tomar Hatuey,
¡y punto!
Si hay ambiente en el ambiente,
Hatuey está en su punto.











SUCESOS (Primera entrega)

De cubanos a cubarricans

Cada vez es menor en la Isla la presencia de la comunidad cubana, a medida que ésta se disuelve dentro de la sociedad puertorriqueña

Jorge L. Pérez / Puerto Rico

     Hace unos años”, dijo un cubano que lleva varias décadas residiendo en Puerto Rico, “había doce mesas de dominó a la vez. Ahora hay una”. Se refería a la sala de juegos del Círculo Cubano, mejor conocido como la Casa Cuba, el club social localizado en la playa de Isla Verde, fundado en marzo de 1949, que durante décadas ha sido el símbolo viviente de la comunidad cubana en Puerto Rico.
     Hoy en día, visto desde el mar, el muro circundante florecido de grafiti, ofrece una falsa sensación de edificio abandonado. Y cuando uno sube la escalerita de piedra para entrar a las instalaciones en un día de semana, una bocanada de caliente soledad golpea la cara: excepto un par de empleados que en silencio pintan uno de los aleros, no hay absolutamente nadie por los alrededores.
     El misterio desaparece poco después, cuando explican que, con la excepción de alguna actividad especial, la Casa Cuba vive para los fines de semana, cuando todavía sus instalaciones – perfectamente cuidadas y modernizadas – se llenan de bullicio; de niños jugando balompié, y de padres o abuelos rememorando la Cuba del ayer, jugando dominó o recreándose en la barra.
     Y, claro está, de mucha gente que, orgullosamente, dice 'cohbata' en vez de 'corbata'. Pero, ahora que está cumpliendo sus 60 años, la Casa Cuba no conserva el nivel de actividad que tenía, por ejemplo, hace cuatro décadas.
     Una conversación con Michael Acevedo, presidente de la institución, no deja lugar a dudas: en su apogeo, a comienzos de los años setenta, explicó, el club contaba con unos 1,500 socios, lo que equivalía a 1,500 familias.
     Hoy en día, la matrícula de la Casa Cuba si acaso alcanza los 400. Es un rudo descenso que queda reflejado en las cifras del censo para todo Puerto Rico: en 1970, se informaba que había más de 26,000 cubanos residiendo en la Isla. En el 2000, pese a que en el interín se habían producido los éxodos masivos de Mariel y de los balseros, uniéndose al primer éxodo de los sesenta, la suma había descendido a 19,973.

Tendencia irreversible

     Y no hay marcha atrás. El antropólogo cubano Jorge Duany, catedrático de la Universidad de Puerto Rico, editó en 1997, junto al sociólogo José A. Cobas, el estudio Cubans in Puerto Rico (Cubanos en Puerto Rico).

¿Su conclusión?

     Se anticipa que, con el tiempo, los cubanos desaparecerán como minoría bien delineada en Puerto Rico, pasando a disolverse como parte de la sociedad en general.
     Según recuerda el libro de Duany y Cobas, el gran exilio cubano de los sesenta, producto de la llegada al poder de Fidel Castro, estuvo compuesto en buena medida por los profesionales y exitosos comerciantes que entonces habían tenido los medios para abandonar su país. Aunque la mayoría fue a parar a Miami, muchos eligieron venir a Puerto Rico, tal vez sacándole un poco el cuerpo al inglés. Y, dada su alta preparación, se insertaron, saltando varios escalones a la vez, en las más altas esferas económicas y sociales de la Isla.
     Esto, naturalmente, creó al principio un nivel de resentimiento en la población puertorriqueña, que podia verlos como usurpadores de sus trabajos.
     Gradualmente, sin embargo, los puertorriqueños fueron modificando su opinión. La razón principal para esto, según explican Cobas y Duany, es que entre los cubanos y los puertorriqueños existe una gran similitud de idioma, cultura y religión, y, con el paso del tiempo, luego del proteccionismo inicial, los cubanos fueron desarrollando una mayor inclinación a casarse fuera de su nacionalidad.
     Días atrás, casi doce años después de su libro, Duany comentó que un informe que data de 2007 calcula todavía en alrededor de 20,000 la cantidad de cubanos radicados en Puerto Rico.
     Aunque aclaró que ese número tiende a ser engañoso, puesto que ahora incluye como cubanos también a los descendientes nacidos en Puerto Rico.
     Los que podrían llamarse 'cubarricans'. Lo que sí es cierto es que son muy pocos los cubanos de pura cepa que siguen llegando a la Isla, y que cada vez son menos los que llegaron originalmente.
     “Ha sido un proceso muy acelerado”, dijo Duany. “Aunque la emigración de cubanos ha seguido, Puerto Rico, por diferentes razones, ya no es un destino preferido”.
     “La primera oleada coincidió con el hecho de que Puerto Rico estaba registrando un gran crecimiento económico, pero eso se detuvo a raíz de la crisis petrolera de 1975”, dijo Duany.
     Aparte de eso, las oleadas migratorias cubanas posteriores – especialmente el éxodo de Mariel en 1984 y el de los balseros a mediados de los noventa – tuvieron características muy diferentes.
     En ambos casos se trató de éxodos masivos provocados por el régimen de Castro para conseguir un cambio en la política migratoria de los Estados Unidos. En ellos, el gobierno cubano aprovechó para vaciar sus cárceles y centros siquiátricos.
     “Aunque también hubo mucha gente buena, decente y preparada, lo que se llevaron en gran parte fue la escoria”, dijo Acevedo, un graduado universitario que formó parte del éxodo de los balseros en los noventa, sobreviviendo seis días en balsa en el Golfo de México, donde murieron ocho de sus compañeros.
     “En su mayoría era gente que venía a buscar trabajo y a hacer dinero rápido, y por eso se quedaba en Miami o se iba a Nueva York”.
     Más de cuarenta años después del comienzo de la oleada inicial, sin embargo, aún deslumbra la cantidad de cubanos que se destacaron entonces, ya sea en la farándula, el comercio o los deportes, haciendo mucho más ruido de lo que su presencia poblacional hubiese podido justificar.
     La televisión se llenó de actores cubanos, como así también se llenaron la banca, el comercio, las agencias de publicidad y los bienes raíces. Resignados, a los puertorriqueños no les quedó más remedio que empezar a comer sandwiches cubanos... y, los más alegres, a 'bajarlos' con un Cuba Libre.
     Los cubanos apuntaban siempre hacia lo alto: el Prila, en Ocean Park, considerado el primer condominio de Puerto Rico, fue construido por Carlos Prío Socarrás – el ex presidente de Cuba, derrocado por Batista – en unión a los hermanos Labrada, sociedad que ya había construido otro edificio Prila en Cuba anteriormente.
     Hoy en día, sin embargo, incluso algunos miembros de la primera oleada están marchándose a los Estados Unidos.
     “Aparte de los que han muerto, que son muchos, también son muchos los que al envejecer se han ido a Miami para estar con sus familiares”, admitió Acevedo.

“Es algo natural”

     Y, de los socios actuales de la Casa Cuba, dijo, muchos son descendientes de los socios originales.
     “Son puertorriqueños hijos o nietos de cubanos”, dijo, “gente que prácticamente se crió aquí”.
     Siempre existe, no obstante, el deseo de mantener encendida la vela de la tradición.
     “Todos los domingos, a las cinco de la tarde, izamos las tres banderas y se cantan los tres himnos”, dijo Acevedo. “Siempre tratamos que sean niños los que las izen, para que vayan sabiendo cuál es su historia y su tradición...”.
     Y Acevedo ve en sí mismo al mejor ejemplo de lo que puede ser la permanencia de una sólida comunidad cubana en la Isla: “Yo tengo 34 años y soy el presidente más joven que ha tenido la Casa Cuba en su historia”, dijo. “Soy parte de esa renovación”.

http://www.elnuevodia.com/diario/noticia/revistas/revistas/de_cubanos_a_cubarricans/538855

El Nuevo Día


16 de marzo


Una aclaración de húngaro intento

Hernández Busto (EHB, HB, PD) publicó recientemente como noticia de última hora de su corresponsal en La Habana - Raymundo Cerero - que a Desiderio Navarro le dieron apartamento en el Naroca como premio por el asunto de los emails. Creo, por tanto, oportuno recordarle a la gente del Blog de Tirofijo que ya Fermín Gabor se había ocupado de ello, incluso antes de la famosa guerrita de los e-mail. Por ejemplo, en la entrega 11 de La Lengua Suelta, cuando aún no había sucedido la guerrita de emails, se hablaba del apartamento que habían entregado a Desiderio Navarro. Lo cual prueba que no fue en premio de esa guerrita que se lo dieron. Y luego, en el número 39, vuelve a hablarse de ese apartamento otorgado. La "primicia" que ahora da PD tiene más que tiempo de retraso. Unos días más, y coincide con los funerales de la Mamá Grande. Aquí van los ejemplos citados, si solo para refrescar memorias: LLS 11: "“Cada idioma ganado le acarreaba enemigos. Su apartamento otorgado gubernalmente le acarreaba enemigos. La revista que dirigía le acarreaba enemigos. Y ahora sus enemigos habían llegado hasta la fundación holandesa que financiaba su revista y a él no le quedaba más remedio que escribir a su mecenas, el príncipe que dirigía la fundación.” LLS 39: “Dios le ha dado a Desiderio Navarro dos piernas sanas, y él sigue pidiendo un órgano de locomoción. Dios le ha dado un apartamento en el edificio Naroca en el Vedado, y ahora él desea una mansión donde quepa toda su biblioteca. Dios acaba de darle el Premio Nacional de Edición por el desvío de papas calientes.” El blog de Tiro Fijo, en cualquiera de sus avatares, se beneficiaría sin dudas de las informaciones procedentes de nuestro corresponsal en Budapest, con lo cual correspondería, además, a la gentileza del húngaro - para no hablar de su fortaleza de estómago - de merodear, alguna que otra vez, por el camposanto del blogovinato de Tiro Fijo.  


Leo Brower cumplió 70 años el 1 de marzo

     El afamado guitarrista, compositor y director de orquesta Leo Brower (La Habana, 1 de marzo de 1939) acaba de cumplir 70 años. Su primer maestro fue Isaac Nicola. Dio su primer recital con solo 17 años. Estudió en la Universidad de Hartford y en la prestigiosa Julliard School, en los Estados Unidos. Entre sus obras más conocidas figuran Elogio de la danza, Canticum (1968), La espiral eterna (1971), El Decamerón Negro (1981), Concierto no. 2 “de Lieja” (1981), Paisaje cubano con campanas (1996). Leo Brower fue también fundador del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC.



Conversaciones digitales

Antonio José Ponte

Redacción Letras Libres

En la entrega inaugural de nuestra sección Conversaciones Digitales, el escritor cubano Antonio José Ponte, quien colaboró en el número de enero, nos habla, entre otras cosas, de la literatura dentro del régimen, de ciertos temas en su obra y de su próximo libro.
 
Escribes que la revolución cubana creía que no era posible tener creación valiosa si uno se alejaba de la patria, y al mismo tiempo, desde el exilio la respuesta era  que tampoco era posible lograr creación valiosa dentro de una dictadura. Esta encrucijada parece ser la de cualquier régimen opresivo. ¿Estos son los dos ejes bajo los que hay que trazar el panorama de la cultura cubana de la segunda mitad del siglo XXI? ¿Complacencia vs. necesario destierro? Y si lo es, ¿hay alguna salida a esa encrucijada?

Me gustaría empezar con esta precisión: la primera de esas dos supersticiones de las que hablo en mi texto es formulada siempre hipócritamente. Porque parece considerar al genio del lugar, al genius loci, parece hablar de los peligros que trae el alejarse de las bondades del país natal, y lo que en verdad cuestiona es el dejar atrás un régimen político. Quienes sostienen esta hipótesis no estarían dispuestos, por ejemplo,  a sospechar de la obra de Alejo Carpentier, que vivió lejos de Cuba pero fue burócrata en la legación cubana de París, nunca cortó su relación con el régimen castrista, y sirvió como diputado de la Asamblea Nacional. Y es que detrás de esa hipótesis se encuentra la siguiente ecuación: Fidel Castro igual a revolución, igual a Estado, a nación, a país, a patria.
A la luz de la disyuntiva que tú apuntas podría trazarse un panorama de la cultura cubana durante la segunda mitad del siglo XX. Pero cabrían otros intentos. Habría que pensar esa misma controversia política en clave de economía de la imaginación, formulada por artistas y escritores, no por ideólogos de la cultura. Describir los titubeos, las idas y venidas, la indecisión entre  continuar en el país o largarse: toda una casuística. ¿Qué perder, qué ganar? Hay mucho de balance en esta cuestión, puro determinismo.
Tal como dices, posiblemente ha residido en esto la encrucijada del último medio siglo cubano. Lamentable, ¿no? Ya vendrá a sustituirla alguna otra encrucijada para la cual tampoco parezca haber salida...

A partir de esto que dices, me interesa preguntarte justamente por tu manera de explicarte la cultura cubana de la segunda mitad del siglo XX. Una especie de diagnóstico; una pregunta, anodina quizá, que sólo dice: “Tú, ¿cómo la ves?”

Voy a contestarte con una tentativa de explicación algo distinta a la que escribí en mi artículo: una tentativa que relacione a escritores, editoriales extranjeras, y administración revolucionaria. Ésta última brindó a los primeros la posibilidad de dar a conocer sus obras ampliamente. Durante los primeros años de revolución instaurada, llegó  a darles cierta proyección internacional, los aproximó a importantes figuras extranjeras que sentían curiosidad por conocer cuanto ocurría dentro de Cuba. Pero pronto quedó claro que para el escritor cubano no habría más libertad de movimientos que la otorgada por el mecenazgo estatal. Y, del mismo modo que fue organizado un aparato encargado de examinar catálogos de editoriales e índices de revistas, la censura política dictó qué literatura podría darse a conocer fuera de los límites del país.
Cancelados los viajes a título personal al extranjero, una comisión se ocupó de seleccionar a los integrantes de las delegaciones oficiales. La correspondencia privada fue examinada minuciosamente, y las autoridades vigilaron cualquier contacto con visitantes extranjeros: era necesario velar por la calidad de los testimonios, atajar cualquier señal de descontento.
¿Por qué no existió dentro de Cuba un narrador que se beneficiase de la atención internacional que tantos narradores latinoamericanos recibieron por esa misma época? (Guillermo Cabrera Infante y Severo Sarduy no cuentan: vivían fuera. Y, después de un primer libro habanero, Reinaldo Arenas tuvo que publicar lejos, lo que devino en su principal pecado ante los comisarios.) Si, como suele sostenerse, buena parte del interés por la literatura latinoamericana se debió a la simpatía internacional por el triunfo revolucionario cubano, ¿por qué ningún autor pudo beneficiarse de ese impulso dentro de Cuba?
La cuestión dirige nuestras sospechas hacia el mecenazgo estatal, que ofrecía a los escritores recursos con los que nunca habían contado, pero que les prestaba también una atención paralizante hasta entonces inédita. El proyecto humanista revolucionario fue, según pudo verse, un proyecto de vigilancia revolucionaria. Y las demasiadas atenciones conformaron una cultura provinciana, sin salida hacia lo exterior, enquistada.
Los escritores (como antes hicieran artistas plásticos y músicos) pudieron acceder al mercado editorial durante los años noventa. Ya para entonces, el sistema editorial del país, desprovisto de subvenciones soviéticas, se hallaba en crisis. Y también atravesaba una crisis el interés de las editoriales europeas por la literatura latinoamericana. El régimen cubano se había convertido en un caso sumamente curioso para los analistas (¿cómo puede sobrevivir, cuando el Muro de Berlín fue derrumbado?) y, de modo semejante, algunos agentes y editores debieron suponer que la literatura cubana era campo en barbecho, con magníficas condiciones para entrar en explotación.
Un puñado de editoriales descubrieron nombres cubanos, y éstos, a su vez, descubrieron las leyes del mercado editorial. Dijeron adiós al mecenazgo estatal, adiós al provincianismo que dictaban los comisarios, para acogerse (en la mayoría de los casos) a la descripción de ese provincianismo. No tanto como exorcismo necesario como por oportunidad bursátil. Cambiaron, pues, un provincianismo por otro.
En resumen, el último medio siglo de cultura cubana puede explicarse por la adaptabilidad de escritores y artistas al mecenazgo del Estado, la rebelión contra éste, y la huida (afortunada o no) a un espacio más allá de lo nacional.

En tu artículo citas a Ernesto Guevara, “la culpabilidad de muchos de nuestros intelectuales y artistas reside en su pecado original: no son auténticamente revolucionarios”. Y más adelante muestras lo adaptable y conveniente que se volvió un término tan categórico como “la autenticidad”. Naciste en los sesenta, creciste en el ambiente de la autenticidad revolucionaria y las modificaciones y adecuaciones a esa idea de lo “auténticamente revolucionario”, me gustaría saber, entonces, si por ese manoseo de lo auténtico, el concepto de “autenticidad”, la idea de “coherencia” te parece impracticable, incompatible con la realidad. Es decir, ¿el cinismo es lo único que nos queda?

De conformarnos con las prescripciones guevaristas, quizás lo que quede al final sea el cinismo. ¿Qué mejor final después de haber tomado en serio tales prescripciones? El ambiente de autenticidad revolucionaria que tú supones en los sesenta existió solamente en la propaganda oficial. Suele confundirse con el entusiasmo de la gente, con la euforia de quienes escuchaban la oratoria del Gran Líder. Pero todos estos signos no harían más que despertar los recelos de Ernesto Guevara. Había entusiasmo, sí, la alegría del pueblo disparaba cohetes, aunque ninguna de esas señales engañarían a un inquisidor tan avezado como él: no se trataba de legítimos revolucionarios.
En la Cuba de los años sesenta se estaba expuesto a la delación, el enemigo podía aparecer detrás de cualquier rostro, la ortodoxia resultaba veleidosa, y era preciso cortejar en cada punto la versión oficial. ¿Podría entenderse un ambiente así como auténticamente revolucionario? Por supuesto. A la luz de sus homólogas en distintos países y en distintas épocas, ¿qué más cabría esperar de una revolución instaurada? Sin embargo, existía (y era el aliciente respirable en la época) la promesa de un día futuro en el que todos aquellos inconvenientes ya no serían necesarios. Cierto que habría de mentirse muchísimo para llegar hasta el comunismo, pero una vez allí, toda inautenticidad sería rebasada. Y durante esa primera década de régimen revolucionario solía pensarse que tantos sacrificios eran provisionales.
Vuelvo al autor de la cita: Ernesto Guevara, fundamentalista, debió sentirse desesperado ante lo que veía en Cuba. Se adaptaba de mala manera a la vida civil, debió añorar más órdenes de fusilamiento de las que prodigara. Al final, se marchó hacia otras guerras. Varios de sus biógrafos han conjeturado desacuerdos suyos con Fidel Castro, discusiones que se alargaron durante más de un día. Ocurridas o no, es más plausible calcular cuán inepto debió de ser Guevara para una vida que sobrepasara el grado de complicación de la guerrilla. Y, pese a los intentos póstumos por dotarlo de algún concepto valedero, un pensamiento tan simplón como el suyo forzosamente tenía que ser desmentido por las circunstancias.

Hay una frase en tu texto que me parece fulminante y vasta: “Cualquier institución es miedo organizado.” Más allá de la vida privada, ¿cuál ha sido el papel que el miedo –no sólo el miedo organizado de las instituciones–, el temor, la angustia, la ansiedad juega en la creación, en las preocupaciones intelectuales? Tengo la impresión que no es una preocupación tan, no sé, tan “lineal”, tan “evidente”. Por la casi omnipresencia de las instituciones, de la vigilancia, creo que la relación con el temor debe ser algo difuso, problemático de principio a fin.

Tan presente está en el miedo en la vida cultural que ha terminado siendo ingrediente principal en la comedia de enredos en la que últimamente participan creadores y censores dentro de Cuba. Los segundos reclaman a los primeros soltura. Les piden que aparten cualquier atisbo de autocensura que entorpezca el proceso creativo. No existe, según ellos, censura oficial, y sí mucha autocensura: los censurables han terminado por ser censores de sí mismos.
Para enredar aún más esta comedia de equívocos, puede acusarse a los censores de no estar realizando óptimamente su trabajo. A diferencia de los vigorosos comisarios que dominaron la cultura en los años setenta, los actuales comisarios se muestran flojos. Andan faltos de convicción. Parecen temer la llegada de un tiempo que venga a culparlos. Recurren, por ello, a eufemismos: de ningún modo aceptarían que tal o más cual texto dejado a sus cuidados sufre censura. Sencillamente, su publicación fue postergada... Y si no se publica a ciertos autores es debido a la poca calidad literaria de sus obras, nunca a lo insidiosas que puedan resultar sus ideas.
No deja de ejercerse censura, pero está no hace llamados ya a ideología alguna. Se ha llegado a un punto en el cual no sólo los creadores practican la automutilación, sino que también los comisarios parecen censurarse a sí mismos. Castigan disculpándose, tachan desganadamente. Si el temor estuvo reservado antes exclusivamente para los creadores, ahora participan de él los propios esbirros. El miedo circula en la vida cultural cubana como el gas de la risa. Igual que el óxido de nitrógeno, es incoloro, ligeramente tóxico, dulce. Produce alucinaciones y, en ciertos casos, lleva a la pérdida de la memoria.

Paso ahora a una pregunta más alejada del texto que publicaste en la revista y quizá un poco más cercana a tu obra. Me da la impresión de que, por lo pronto en Un arte de hacer ruinas y en La fiesta vigilada, el ojo no está puesto en lo manifiestamente político, en la intriga de palacio, en el anecdotario del poder y sí en una esfera mucho más íntima, más encerrada en los personajes (sucede que ellos viven donde viven y vienen de donde vienen, y no son personajes creados en función de sus posibilidades alegóricas).

Esta sutileza, me parece, puede verse como una cuestión de énfasis: el énfasis está puesto en el lenguaje, en la construcción y en la interacción de frases y sentidos y significados; no en denunciar ni en revelar. No es una escritura, la tuya, que busque mostrar y moralizar; es más bien una escritura que evoca una circunstancia. ¿Tiene algún sentido para ti todo esto? ¿Es sólo una mala lectura mía? Lo pregunto porque me intriga mucho el desarrollo del oficio del escritor y de sus preocupaciones en un entorno que si bien no necesariamente está anegado por una política vociferante e impositiva, sí está cercado por ella. 
Existe (y ha sido muy cultivada entre los escritores cubanos) la opción de proceder como si los caprichos palaciegos no contaran para la literatura. Como si no contaran los secretos del alto poder y la política manifiesta. Se trata, creo, de una opción tan fallida como la de hacer maletas, en plena separación, con toda la atención puesta en sortear el cuerpo de quien espera a que cerremos el equipaje y la puerta. Para luego descubrir, abiertas las maletas en otra habitación, cuántas cosas olvidamos cargar y cuántas robamos equivocadamente. Ah, si no hubiésemos estado tan pendientes de no tropezar con….
Existe, a diferencia, mucha literatura cubana empeñada en narrar lo político con maneras que no sobrepasan las del periodismo.
Hasta donde soy capaz de juzgar, yo no he practicado ni una ni la otra. Creo que cuando me he interesado por lo manifiestamente político lo he hecho desde lo manifiestamente literario.

En el cuento “Un arte de hacer ruinas” y en gran parte de La fiesta vigilada, hay una sostenida meditación acerca del espacio. De las posibilidades del espacio y la intervención del hombre, de las ciudades en él. De hecho hay una frase en La fiesta… que me gustaría repetir: “Osbert Sitwell sostenía que la luz eléctrica había llegado para tergiversar la naturaleza de lo espectral. Con la electricidad, los fantasmas se marchaban”. La repito ahora porque me parece que hay en ella una clave, una intuición que se aplica a las meditaciones sobre el espacio que aparecen en tu obra. Me parece que no es sólo una evocación, una cuidadosa disección del espacio sino también una concesión a la nostalgia, a cierta añoranza. Pero, y esto es lo que me parece interesante, no me parece que sea una nostalgia que anhele un estado de pureza pretérita, sino más bien un estado de desastre futuro. Un anhelo trágico, consciente del irremediable paso del tiempo, consciente del deterioro… (No tengo una pregunta específica, sólo me gustaría saber si eso tiene cierta resonancia en tus preocupaciones)

He ido descubriéndome, de libro en libro, obsesionado por los espacios. Por la casa, por la ciudad. Por la arquitectura y el urbanismo. Por la memoria de unos muros. Por las ruinas (palabra que he repetido tanto, y a la cual convendría que dejara descansar durante un tiempo).
Y ahora que empiezo a trabajar en un libro nuevo, encuentro que también va dedicado a dilucidar cuestiones relacionadas con las anteriores. Aunque debo confesar que no he hecho más que empezar, y aún no puedo calcular a dónde irá a parar ese libro, a dónde va a llevarme. De cualquier manera, verse o no sobre lo espacial, la escritura de un libro es siempre un problema de espacios. Se trata, al fin y al cabo, de una exploración.

La fiesta vigilada es una novela que porta bien el gesto del ensayo. O un ensayo que porta bien el gesto de novela. Es, para decirlo con una palabra ya bastante desgastada, un texto casi híbrido. Lo que me parece interesante preguntarte es cómo te relacionas con el ensayo en particular, con el ensayo como género. Hay una gran tradición y sin embargo, parece haber una cierta languidez, una cierta flaqueza en el ensayo literario ––para distinguirlo de los ensayos marcadamente políticos, o de las revisiones coyunturales. ¿Te parece que es así, que al ensayo como género, se le desaprovecha, que se le menosprecia?

Mientras lo escribía, muchas veces me detuve a pensar qué terminaría siendo ese libro, cómo acabaría siendo. No tanto por las cuestiones de género, por lo que de novela o ensayo pudiera tener, sino por cuánto cabría en sus páginas, qué podría decir una determinada voz, y que no le correspondería decir de ningún modo. Menos que la textura obtenida por entrecruzamiento de géneros me interesaba la tesitura de esa voz. Aunque no quisiera ser entendido en términos musicales: hablo de tesitura en la acepción de ánimo. Y estaba dispuesto a asumir cualquier hibridez con tal de hallar los humores posibles para la voz aquélla, para dar con el clima moral que convocaba.
Habría llegado, en caso de necesidad, a construir uno de esos textos japoneses que alternan poesía y prosa.
Tú me preguntas por el ensayo y, si hablamos de ensayo, creo que hablamos, en el fondo, de libertad individual. ¿Es desaprovechado en tanto género literario? ¿Se le menosprecia? Habría que examinar entonces qué está ocurriendo con la libertad individual. A propósito de ésta, mientras trabajaba en el libro me preocupaba qué pasaría conmigo cuando fuese publicado. Terminé de escribirlo en La Habana, recibí allá la aceptación de su editor. Fue una suerte que apareciera cuando ya estaba fuera de Cuba... Una de las cuestiones que me vi obligado a responder  mientras lo escribía fue hasta qué punto arriesgar mi libertad, hasta qué punto defenderla. Un problema ensayístico por excelencia.

En una entrevista de hace algunos años, leí que descreías del pretendido heroísmo del escritor y del artista, decías que te cansaba un poco la literatura sobre la dificultad de hacer literatura. ¿Todavía resuenan estas dudas en ti? ¿Se han transformado en otra cosa? 

No descreo del heroísmo del escritor, sí de la literatura empeñada en contar los tropiezos de hacerse ella misma. Porque la considero una descortesía dirigida a los lectores, un abuso de poder. Supongamos que, llegados a la consulta de un especialista, tuviésemos que escucharle, no los pasos de nuestra sanación posible, sino la odisea de ejercer la medicina. Imaginemos que un arquitecto ordenara inscribir en la fachada de un edificio el montón de dificultades que debió sortear hasta construirlo... Piensa, además, en toda la autolástima que destila esa literatura.  En la monotonía de sus quejas.
Quien hace protagonista a la fricción, quien se empeña en declamar esa fricción, lo hace en nombre de una felicidad perdida, de un edén de la escritura. Tendrá que suponer que cualquier abuelo lo tuvo más fácil, que existió una edad donde la pluma fluía graciosamente. Está claro entonces que no ha comprendido tradición alguna. Porque toma a ésta como facilidad, como producto terminado, inerte, y no como magma haciéndose todavía.
Las dificultades para hacer obra existen, por supuesto. Pueden rastrearse en cualquier fragmento al que se le preste atención, y toca a la crítica conjeturar ante cuáles problemas debió de vérselas el escritor, dónde estuvieron sus impaciencias e insomnios. Pero si tales impaciencias e insomnios vienen a ser explicitados de antemano por quien escribe, entonces se ha estropeado la búsqueda.
¿Por qué es tan socorrida esta clase de pantomima? Pienso que la clave puede estar en las conversaciones entre escritores, que sólo parecen versar de oportunidades editoriales, premios y dinero. Así que, a la hora de escribir, muchos ponen en sus libros aquello que bien pudiera servir como parloteo gremial, intercambio de técnicos en un club: los apuros ante la pantalla en blanco, los pesares de seguir libro tras libro, toda esa jeremiada.
Ahora bien, si el trato entre escritores se reduce a diálogos de agentes literarios, y los libros consisten en dialecto gremial, ¿dónde podrá encontrarse literatura?

A la imagen del escritor “heroico” podría enfrentársele la imagen del escritor “mediático”, “farandulero”; el artista preocupado tanto por el mercado del arte como por el mercado de su imagen. Esta oposición, de pronto, parece estar anclada en valores de otro tiempo: ahora parece que lo “heroico” y lo “mediático” han limado diferencias y coexisten. En este sentido, ¿cómo ves al mercado de la literatura hispanoamericana, el papel que juega no sólo en la difusión sino en la construcción de una literatura?

Vivimos el apogeo del making off. No hay más que curiosear en la edición en DVD de cualquier filme: los actores no se conforman con alegar sus propias penurias laborales, sino que refieren las del resto del equipo. Las estrellas hablan acerca del castigo bíblico que es trabajar, parecen deslizar reclamos sindicales. Por su parte, los espacios de información deportiva enumeran arduos entrenamientos y detalles traumatológicos. ¡Lo que habría hecho Zenón de Elea con todas esas menudencias! Aunque, a diferencia de las aporías del griego, no se trata aquí de nunca alcanzar la meta, sino de perdurar en ella. Lo importante es hacer el mayor barullo alrededor de un producto.
Visto lo anterior, ¿por qué el acto de escribir no podría convertirse en épica? ¿Por qué lo heroico del escritor, como actor venido a menos o pobre futbolista, no iba a ser su rasgo distintivo dentro del mercado?

Y en el mismo sentido, ¿cuál es la relación que llevas con la obra de los escritores de tu generación, con los escritores más jóvenes? ¿Te provoca, te deja indiferente, la sigues o la pasas por alto? No recuerdo quien decía algo así como que a tus coetáneos no los lees, los vigilas. ¿Percibes esta sensación de competencia, de vigilancia entre tus pares?

Tengo con los escritores de mi generación y con los más jóvenes la misma relación que con cualquier grupo: amo lo que hacen unos, detesto lo que hacen otros, me es indiferente el resto. (La indiferencia resulta imprescindible para lidiar con masas inabarcables: generaciones, pueblos, humanidad...) Vigilo a quienes amo y a quienes detesto, pero también me vigilo a mí mismo. Y no tengo demasiado sentido de la competencia: soy muy mal jugador, no hay deporte que haya conseguido engatusarme.

Antes de terminar, me gustaría preguntarte por tus trabajos futuros. Mencionabas que estabas empezando un libro nuevo. ¿Se puede saber de qué va? ¿Hacia dónde va?

Como siempre que se habla de un libro en obras, seré aproximativo: el mío trata de arquitectura y de memoria. No sé hacia dónde va, pero sí de dónde parte. De un episodio en la vida del poeta Simónides de Ceos. Y, ya que todavía no he llegado a desentrañar el sentido de ese episodio, me vendrá bien contarlo aquí. (Además de que hacerlo me eximirá de otras revelaciones.)
El episodio puede encontrarse en un tratado de Cicerón (De Oratore) y, más cercanamente, en un libro de Frances A. Yates: The Art of Memory. Simónides asiste en Tesalia a una cena en casa del potentado Scopas. Lo han contratado para que cante la alabanza del anfitrión, y empieza a entonar de ese modo su poema. Hasta que cambia el rumbo, se desentiende de Scopas para glorificar a los Dióscuros, a Cástor y Pólux. Y, llegada la hora de cobrar, recibe sólo una parte de lo conveniado. El resto deberán pagárselo los Dióscuros, le avisa Scopas. Enfurruñado, Simónides continúa en la fiesta hasta que le anuncian que dos jóvenes lo buscan afuera. Sale de la mansión, no encuentra a esos jóvenes, pero alcanza a salvarse del derrumbe que aplasta a todos los invitados.
Aquellos jóvenes que lo buscaban eran los Dióscuros, su pago es la sobrevivencia. A la hora de reconocer cadáveres, el trabajo se vuelve imposible. Únicamente Simónides puede identificarlos, y de esas labores de salvamento sale el arte de la memoria que Yates historia: relación entre versos pronunciados y rostros en la fiesta, entre discurso e imágenes.
El episodio tiene todos los ingredientes para que quiera iniciar con él mi libro. Hay un poeta y su soberbia, la seguridad en su arte, su comunicación con los dioses por encima de los potentados. Hay un tremendo accidente, ruinas. ("Una ruina es un accidente en cámara lenta", escribió Cocteau.) Hay también un montón de cadáveres, que me veré obligado a desaprovechar por no meterme en literatura policial, que tanto respeto.
En resumen, en esa cena que tan mal termina coinciden varios temas en los cuales pienso con frecuencia.

Tomado de Letras Libres: http://www.letraslibres.com/index.php?art=13626



SUCESOS (Segunda entrega)

Fidel Castro camina por la calle y Alicia Alonso trabaja febrilmente en la coreografía de Sunset Boulevard

Fidel Castro salió a 'caminar por las calles La Habana', según Chávez

     AFP/ Caracas. Fidel Castro "fue a caminar por La Habana", aseguró este viernes el presidente venezolano Hugo Chávez, garantizando que él había visto fotos de ese "milagro", del que no hubo ningún registro por deseo de Castro.
     "Fidel Castro, que mucha gente ha estado diciendo que ya estaba en su fase final, Fidel nos sorprendió a todos y ¿saben qué hizo? (…) Se fue a caminar. Fidel salió. Y lo veían, ¡pero es Fidel, caminando por La Habana! Un milagro. La gente lloraba", declaró Chávez en un acto público.
     "Claro, él lo planificó para que no quedara registro de nada. Hay unas fotos, que yo las he visto. Me considero en este sentido un humilde privilegiado", agregó.
     En La Habana, ante consultas de la prensa sobre la afirmación de Chávez, el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, se limitó a responder: "No sé, no lo vi", dijo en la clausura del Festival Internacional del Habano.
     Los medios masivos de comunicación reportaron fragmentos del discurso de Chávez en el acto público, pero no las referencias a Castro. Sólo la agencia oficial Prensa Latina las reprodujo.
     Según el presidente venezolano, Fidel Castro le mandó cuatro cartas el jueves y en una de ellas le narró esta salida, fuera del lugar donde se encuentra internado, y cuya ubicación es mantenida en secreto.
     No obstante, Chávez no dio más detalles sobre el momento en que ocurrió ese paseo.
     "Me dice en una de ellas (de las cartas), que se fue a un lugar por allá lejos. Esto es como un milagro (…) Fidel, desde aquí te mandamos un abrazo y pedimos a Dios por que sigas recuperándote plenamente", declaró Chávez.

Encuentro, 28 de febrero 

“Alicia interpretará a Norma Desmond,” agregó Chavéz, quien agregó: “Otro milagro”

     “He presenciado otro milagro,” manifestó, extático, Hugo Chávez.  “Alicia baila… esto es maravilloso,” añadió. Y luego, embargado por la emoción: “Dos milagros en un día… Fidel y Alicia, la bota y la zapatilla; el uno se escapa del asilo donde lo tienen recluido, y se aparece de pronto en medio de una multitud atolondrada, incapaz de comprender lo que veía; la otra… como una sobreviviente milagrosa de las diez plagas de Egipto… ha vuelto a los escenarios…”
     Resulta difícil reproducir aquí, exactamente, el testimonio de Chávez. Aunque nuestro reportero tuvo la ocasión de entrevistarlo en La Habana, el mandatario venezolano – expresó – parecía trastornado. Según el enviado de La Habana Elegante, no es para menos. Un milagro, pasa; dos ya es demasiado. Y en el caso de la Alonso la cosa llegó al colmo. Cierto que nos hemos acostumbrado a sus salidas, o escapadas, de la tumba. La hemos visto morir y resucitar, la misma noche, durante muchísimos años. Hasta en patines la vimos una vez en un ballet de infausta memoria: Yagruma. Nosotros, que la hemos seguido con la troupe del ballet nacional a todas partes, sabemos que no hay que asombrarse de esos continuos “come back” que ya dejaron de ser historia y se han vuelto leyendas, mitos, en fin, locura nacional. Pero ahora no se trata sino de un milagro. Por ahí se dice que Chávez la vio dar veinticinco fuetés con piruetas intercaladas y cerrar con un balance en el que se quedó fija, como una ganzúa, por toda una eternidad. “Creí que me iba a morir,” admitió Chávez, “porque entonces se me reveló la grandeza de Fidel. Eso solo lo logra una Revolución como la Cubana: parar los relojes, detener el tiempo.”
     El caso es que nuestro reportero consiguió entrar a los talleres secretos de la Caja del Ballet de Cuba donde se le están dando los últimos toques a la escenografía de Sunset Bulevard. También pudo ver el vestuario que – nos aseguró – es absolutamente fabuloso. Pero quizá el verdadero milagro no ha ocurrido todavía. “Se comenta,” nos dijo al oído el curioso cronista de La Habana Elegante, que a Alicia la acompañará un elenco de primera clase, y que incluye, entre otros, a Miguel Barnet en el papel de Max von Mayerling. Además, muchos le aseguraron que a Castro se le permitirá una última salida del sanatorium para que se encargue personalmente del trabajo de dirección. “Imagínate,” me dijo el atildado reportero, “será eso – Alicia como Norah Desmond como Salomé – lo último que dirija en su vida. Dicen que está como loco desde que lo supo; que va por todas partes dando órdenes que nadie cumple, y hablando con gente que no lo escucha porque todo el mundo se ha convencido de que está muerto. Pero, ahora por lo menos su locura tendrá una razón de ser: será el mayordomo de Sunset Boulevard. Hay quien lo ha escuchado repitiendo tras bambalinas, como un demente, las líneas que bailará Alicia – cámara hiperbárica mediante: “No one ever leaves a star! That is what makes a star, a star!”


Libros y revistas recibidos

     Llegó a nuestra redacción el esperado número 50 de la revista Encuentro de la Cultura Cubana. La revista incluye un dossier dedicado a La Habana – «La Habana por hacer» – con textos de, entre otros, Ricardo Porro, Mario Coyula y Roberto Segre. La sección «En Persona» está dedicada a Paquito D’Rivera, mientras que la de «Poesía» nos regala selecciones de Damaris Calderón, Emilio García Montiel, Pedro Marqués de Armas, Marcelo Morales, Néstor Díaz de Villegas y Manuel Díaz Martínez. Añádanse un acercamiento original a la poesía de José Angel Buesa, de Gustavo Pérez Firmat; cuentos de varios autores como María Elena Cruz Varela y Rogelio Saunders, y el «Especial»: “Cuba: la gestión de la catástrofe.” La sección de «Plástica», dedicada a la obra de Ofill Echevarría, cuenta con textos firmados por Emilio Ichikawa y Rafael Rojas. Finalmente, «En Proceso» nos ofrece primicias de obras de Raúl Aguiar, Emilio Ichikawa y Roberto González Echevarría. Con esta edición, Encuentro se apunta otro tanto como lugar de, precisamente, encuentro del pensamiento y la cultura cubana contemporáneos.
     Hemos recibido Otras maneras de lo sin hueso (poesía, ensayo), en edición bilingüe español-alemán, de Alessandra Molina, publicado por el programa de becas «Escritor en el exilio», de la ciudad de Grasz, Austria. Excelentemente editado, este volumen recoge una antología de la poesía de Molina, que comprende textos publicados en Cuba y otros que permanecían inéditos. El poeta y crítico Jorge Luis Arcos ha expresado que la voz lírica de Alessandra es una de las más singulares de la poesía cubana contemporánea, añadiendo que su mirada “preserva mucho de una infancia postergada que tiene que convivir entonces con los imperativos de una adultez a la que trata de oponer una estrategia de resistencia.” Continúa Arcos, afirmando que las palabras de la poeta son “vivas, carnales, de soterrada alucinación, y de un profundo y sesgado erotismo.” Con respecto a los ensayos que acompañan sus poemas, Arcos expresa que “ilustran dos de sus experiencias adultas fundamentales: el lugar y el tiempo público donde se manifiesta su poesía, y el exilio. El primero es la ruina de una inmensa nostalgia. El segundo, el alimento de una extrañeza incesante.”
     A la alegría por la llegada del libro de Alessandra Molina sumamos la que nos produjo el libro La ventana doméstica (Iduna, 2008), de Juan Carlos Valls, y de quien recordábamos Los animales del corazón (1994). A este último siguieron: Los días de la pérdida y Conversaciones con la gloria (1995), así como Yerbas en el búcaro rojo (1996) y La soberanía del deseo (2000).
     Heriberto Hernández Medina evoca sus primeras lecturas de la poesía de Valls, “en un tiempo en que la mesa poética rebozaba, a diferencia de la mesa real, de manjares deliciosos.” Hoy, añade, “este libro viene a poner manjares ha tiempo olvidados en la, usualmente magra, mesa poética, que nos obliga a tocar con frecuencia la puerta de los maestros.” Hernández Medina afirma que llega “complacido siempre al final de cada texto, como quien ha cobrado una pieza, conejo o faisán, en un bosque que pareciera depedrado.”
     El poeta, profesor e investigador Néstor E. Rodríguez realizó una fructífera investigación en los fondos de Pedro Henríquez Ureña, atesorados por el Colegio  de México, fruto de la cual es la edición de Versos, del destacado ensayista y crítico dominicano. Copiado y organizado por el mismo, el volumen – como afirma Rodríguez – “echa por el suelo la teoría del supuesto olvido de esas composiciones tempranas.” El acusioso investigador señala la deuda de los Versos de Henríquez Ureña con la poesía francesa del siglo XIX, particularmente el parnasianismo, y ve en ellos “elementos congruentes con el ideal estético del modernismo hispanoamericano.” El índice del volumen – hermosamente editado, por cierto, por la Editorial UNIBE – respeta la organización del autor. La cuidadosa edición de Néstor E. Rodríguez, así como su prólogo, hacen de esta publicación una valiosa contribución a la preservación del legado cultural hispanoamericano.
     Si de celebrar se trata, tenemos que alegrarnos del valioso tesoro que el quehacer investigativo del profesor James J. Pancrazio nos ha obsequiado: Enriqueta Faber: travestismo, documentos e historia (Verbum, 2008). Se trata nada menos que de la colección de documentos existentes sobre el famoso caso de Enriqueta Faber (¿1791-1827?), la travesti médico-mujer cuya historia no es menos legendaria que la de la monja alférez. Estos documentos son iluminados por el incisivo ensayo de Pancrazio que los precede. El volumen incluye los documentos de la causa criminal que se le siguió a la Faber, la correspondiente entrada en el Diccionario biográfico cubano, de Francisco Calcagno, así como varios capítulos de Enriqueta Faber, ensayo de novela histórica, de Andrés Clemente Vázquez; de Un casamiento misterioso, de Calcagno, y, finalmente “La primera mujer médico en Cuba, en 1819,” de Emilio Roig de Leuchsenring, “El Dr. Enrique Faber,” de Ernesto de las Cuevas Morillo, y la Bibliografía de rigor. Este libro es una valiosa contribución de que pueden beneficiarse tanto los estudiosos de literatura colonial, como los interesados en los estudios de género en Hispanoamérica.
     No podemos dejar de  anunciar la publicación de Cuba per se. Cartas de la diáspora, editado por Armando Chávez Rivera (Ediciones Universal, 2009). Chávez Rivera (Pinar del Río, Cuba, 1970) ha publicado los siguientes títulos de estrevista y testimonio: Rescate del tiempo (2000), Memorias de papel. Conversaciones (2001) y César López. Poeta en la ciudad (2004). También ganó becas en la UNESCO (1996) y en la Organización de Estados Iberoamericanos (2001). Actualmente reside en Estados Unidos. Cuba per se tiene como protagonistas a un grupo de escritores cubanos en el exilio. Las entrevistas realizadas por Chávez Rivera recogen las experiencias de éstos “y definiciones sobre la circunstancia de radicar fuera de la isla. Los cincuenta invitados encaran preguntas en torno a su obra, los contratiempos y beneficios de marcharse de Cuba, así como sus vivencias en los Estados Unidos, Europa o América Latina. Abordan cincuenta años de historia y de exilio, de 1959 al presente, desde sus particulares perspectivas como narradores, poetas, ensayistas, dramaturgos, editores y fundadores de revistas y editoriales. Estas páginas semejan cartas, que llevan además giros y frescor de conversación.”
     Juan Cueto-Roig (Caibarién, Cuba, 1966) no es ciertamente un desconocido para los lectores de La Habana Elegante. Hemos tenido el honor de presentar algunos de sus títulos y ahora nos honra poder hacer lo mismo con su última colección de relatos: Veintiún cuentos concisos (Editorial Silueta, 2008). A propósito de este volumen, Luis de la Paz afirma que con él Cueto-Roig “entra (o más bien se consolida) dentro del grupo de los más sobresalientes maestros del relato corto. Sus recursos para conducir una narración son amplios y poderosos, bordando las palabras con excelencia, cincelando con pericia los detalles necesarios para crear la atmósfera que ha de regir el cuento en toda su extensión.” Resulta difícil hallar una mejor caracterización de las habilidades narrativas de Cueto-Roig, de manera que solo nos queda recomendar la lectura de este libro que fue finalista del Certamen Literario «Jirones de Azul», Sevilla, España, en 2007. Los cuentos de Juan Cueto-Roig combinan hábilmente la ironía, el humor, y una mirada incisiva en una exploración de las vicisitudes de la experiencia humana. Estamos seguros de este libro no defraudará a sus lectores que, anticipamos, serán muchos.




El Encanto, no deje de visitar El Encanto

     Cuando visite La Habana no olvidé visitar la elegante tienda habanera El Encanto (mejor conocida como "La envidia del Bon Marché"). La popular tienda por departamentos de la capital cubana es, hoy por hoy, un lugar de visita indispensable para quienes se jacten de tener un gusto exquisito. La tienda fue construida alrededor de un gigantesco parque cuyo nombre honra a una de las damas más aristocráticas del país: Fe del Valle. Los clientes disponen de cómodos bancos donde pueden descansar después o durante las compras, y darle de comer a las palomas (todas importadas de la Plaza de San Marcos). En el primer piso hay una preciosa boutique que vende la célebre colonia para caballeros Así se templó el acero. También pueden adquirirse en este lugar las esencias Ojalá y ¿Quién se comió mi africana? (ambas producidas en la empresa de jabonería y perfumería La Nueva Trova). En el segundo piso se venden los uniformes de milicias de tropas territoriales que gozan de tanta reputación en toda Europa, incluyendo la península estadounidense. Un poco más arriba, en el tercer piso, se encuentra Guantanamera, departamento de ropas para damas. En este mismo piso, al salir del lujoso elevador - todo decorado con espejos y vasos con flores salvajes de Jatibonico - si el visitante gira a la derecha se topará con la sombrerería Pablo Armando Fernández; si, por el contrario, gira a la derecha, se quedará fascinado con la pajarera más exótica con que pueda soñarse: Parque de la fraternidad. Todas las aves que aquí se venden, de translúcido y delicado plumaje, fueron capturadas por Miguel Barnet en el susodicho parque. Otro importante departamento que los visitantes no deben perderse es el de confecciones criollas Casabex. Allí pueden comprarse, a precios que están al alcance de todos, prendas de vestir hechas según el último grito de la moda, y de inspiración nacional: la guayabera Taína, los pantalones Siboney y los zapatos José Fornaris. Quienes visiten El Encanto podrán también tomar un refrigerio en la Cafetería Tengo. El lugar, frecuentado por la crema y nata de los escritores cubanos, cuenta con una pequeña biblioteca donde puede leerse la edición impresa de La Jiribilla. Pero los visitantes no tienen que preocuparse por la congestión del lugar, puesto que no sabemos cómo hacen para conseguirlo, pero está siempre de lo más despejado.           


SUCESOS (Segunda entrega)

Gana en intensidad la ofensiva guajira. Los partes meteorológicos confirman lo que todos temían: La Habana está al caer bajo el ímpetu arrollador del Programa Palmas y Cañas, capitaneado por el Ministerio de Cultura Campesina 

Brevedad de lo eterno, antología de la décima en Matanzas

Bárbara Vasallo Vasallo

Vasallaje, Palma Soriano

     Brevedad de lo eterno, una antología de la décima en la provincia cubana de Matanzas, fue el primer título presentado en el museo Palacio de Junco como parte de las actividades de la XVIII Feria Internacional del Libro en esa ciudad.
    Bajo el sello de la editorial Matanzas, el texto antologado por Fernando García, cuenta con el prólogo de Carilda Oliver Labra, Premio Nacional de Literatura, quien asistió a la presentación y destacó la vigencia de ese género y los múltiples autores que nutren el acervo cultural. Carilda misma ofreció unas décimas de juventud tituladas “Tócame la guitarra” que fueron incluidas en la antología.  
    Repentistas e improvisadores animaron la presentación del libro, como una muestra del abrazo entre música y literatura mientras el público disfrutó de poetas en cantos que reflejan la idiosincrasia del hombre del campo en Cuba.
    "Con ropas del siglo XXI, a la moda, camina entre las nuevas ediciones o se alza en los guateques, siempre con su olor a pólvora y campiña, a espuma o fábrica obrera. Tiene el sexo de los ángeles y el permiso del amor", dice Carilda Oliver de la décima en el prólogo de Brevedad de lo eterno. No obstante, según trascendió más tarde, algunas décimas que ostentaban excesivamente el sexo de los ángeles, fueron censuradas y sustituidas por otras en las que predominaban el olor a pólvora y a campiña.
    En esta primera jornada de la fiesta literaria en la Atenas de Cuba, salió también el boletín Suelto va el río, de la editorial Matanzas, con amplia información sobre el acontecimiento cultural más importante y que circulará todos los días, hasta el domingo. Por cierto, hemos sabido que las propuestas de cambiar el nombre de «la Atenas de Cuba» por la del «Bohío Nacional», no fueron aceptadas. El Comité Matancero de Repentistas, Improvisadores y Decimistas puso fin a la discusión con el develamiento de una estatua de Atenea con sombrero campesino y un tomeguín en lugar del búho. “Porque lo guajiro no quita lo ateniense,” concluyeron, poniendo así fin a la controversia (AIN).

Granma, 26 de febrero


Recuerdan en Bejucal una canturía histórica

     La canturía histórica realizada en Bejucal hace 53 años, para recaudar fondos destinados entonces al financiamiento de la expedición del yate Granma, será evocada este nueve de marzo por cantores locales.
     La historia de este municipio habanero recoge que aquella actividad cultural estuvo organizada por el Movimiento 26 de Julio y en ella participaron destacados repentistas como el Indio Naborí, el indio Hatuey y su novia Guarina, y la banda José Fornaris y sus taínos, así como Angelito Valiente, quienes poco antes protagonizaron la llamada controversia del siglo (fue trasmitida en guajatabey a todos los cacicazgos de este mundo y del más allá).
     Las ganancias ascendieron a más de 300 pesos, monto que fue entregado al combatiente de la Generación del Centenario Antonio Ñico López, presente en el lugar, quien lo hizo llegar a los revolucionarios en México, y formó parte también de la expedición del Granma encabezada por Fidel. De ahí que con el paso del tiempo la canturía histórica pasara a ser mejor conocida como el Embarque Histórico del Siglo.
     Abel Prieto presentó una versión en décimas de El vuelo del gato. El Ministro de Cultura Agropecuaria exhortó a incentivar las raíces campesinas e indígenas de la nación cubana, a través de la recuperación de los guateques, las controversias, y los areítos. "Las casas de cultura," expresó, "deben fortalecer nuestro sentido de identidad." El Ministro recomendó añadir, a los ya tradicionales bailes de la chancleta, el areíto taíno. "Nuestros niños," expresó, "al disfrazarse de indígenas, estarán en realidad reviviendo y descubriendo lo más prístino de nuestro origen." No quedó claro si eso incluía la conversión patriótica o el castigo en la hoguera.
     Por su parte, Lenio Jiménez, historiador de la ciudad, dijo a la AIN que la canturia será recordada hoy con una actividad de música campesina en el Círculo Social del poblado de Buenaventura, donde actuarán entre otros, los destacados improvisadores Jesusito Rodríguez y Omar Mirabal. La misma estará destinada a recaudar fondos para un tocado de plumas que le será obsequiado al extinto Indio en Jefe. (AÍN)

Granma, 9 de marzo


Exposición de Humberto Castro en el Museo de las Américas, de Puerto Rico



     El martes 3 de marzo se inauguró en el Museo de las Américas (Cuartel de Ballajá, Viejo San Juan) la exposición Pies secos Pies mojados, del pintor Humberto Castro. El museo abre de Martes a Viernes de 10:00 a.m a 4:00 p.m. Humberto Castro (La Habana,l 9 de julio de 1957) se graduó en la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro, y en el ISA (Instituto Superior de Arte). En 1989 emigró a París, y en 1999 a los Estados Unidos, donde reside. Es uno de los artistas más importantes de la Generación de los 80. Para más información puede visitarse el web site del artista: www.HumbertoCastro.com


Victor Payares en la Galería Lyle O. Reitzel



     El joven pintor cubano Victor Payares inauguró el 14 de marzo una muestra de su obra en la Galería LyleOReitzel, en Miami (Wynwood Art District 2441 NW 2nd Ave). El título de la exposición es Walking on a Dream.
La obra de Payares ha sido elogiada por críticos del Miami Herald y The New York Times. Para más información recomendamos visitar el web site de la galería: www.lyleoreitzel.com
 
          
Chucho Valdés presentará su nueva banda en conciertos en Irlanda

Las presentaciones forman parte de un proyecto promovido por autoridades de la Isla y ciudadanos irlandeses para reparar y afinar pianos en un taller de La Habana

     AFP/ La Habana. El pianista y compositor Chucho Valdés, ganador de cinco premios Grammy, anunció este jueves que ofrecerá en julio próximo dos conciertos en Dublín (Irlanda), ocasión que aprovechará para presentar al mundo su nueva banda, Akokan Ire.
     "Son dos conciertos en Dublín, que vamos a ofrecer como parte de la ayuda para desarrollar este trabajo", declaró a la prensa Valdés, al referirse al proyecto "Una Corda", que promueven autoridades cubanas y ciudadanos irlandeses desde 2007 para reparar y afinar pianos en un antiguo taller de La Habana.
     El músico acompañó este jueves al canciller de Irlanda, Micheal Martin —de visita en Cuba—, en un recorrido por el taller, que pertenece al Ministerio de Cultura.
     "Una Corda" es "un buen ejemplo de que las relaciones culturales y sociales" bilaterales "se pueden desarrollar", dijo Martin, mientras que Valdés lo valoró como una "tremenda" contribución "al desarrollo de la cultura y la música cubana".
     El pianista destacó que en los conciertos, programados para el 27 y 28 de julio próximo en Dublín, presentará a Akokan Ire (corazón abierto en lengua yoruba), banda que debutó hace una semana en el festival Jazz Plaza y que "tiene una combinación rítmica diferente" que espera "guste al público".
     "La presenté en el Festival de Jazz Plaza 2009 y está teniendo buena aceptación", añadió Valdés, cuya banda está formada por un cuarteto; su hermana, la vocalista María Caridad Valdés, y otros tres músicos cubanos en los metales.
     Chucho subrayó que "es una idea muy bonita" la "de hacer donaciones para reparar los pianos", y destacó que entre los propósitos de los irlandeses figura el de contribuir a formar afinadores y mecánicos cubanos de ese instrumento. "Esto es superimportante", apuntó.
     Desde 2007, "Una Corda" entregó al taller más de 10.000 euros, fundamentalmente en piezas y materiales para reparar y afinar pianos, y este año destinará otros 9.000 euros para una reparación capital de sus instalaciones.

Encuentro, 20 de febrero


Nara en el recuerdo

Miguel Cabrera

     La muerte de Nara Araújo, en días pasados, llenó de dolor al ámbito intelectual cubano, donde durante años desplegó una valiosa, diversa y sostenida labor como escritora, investigadora, profesora universitaria y miembro de la Academia Cubana de la Lengua.
     Para nuestro ballet su desaparición física ha constituido también una pérdida dolorosa, ya que desde muy joven se vinculó a este como alumna de la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, dirigida por Alberto Alonso, siguiendo la ruta de su hermana Loipa, una de las figuras cimeras de la Escuela Cubana de Ballet.
     En 1963 ingresó en el elenco del Ballet Nacional de Cuba y bajo la guía de Alicia y Fernando Alonso, desarrolló a partir de entonces una intensa labor profesional que incluyó su participación, ese mismo año, en la filmación del ballet Giselle, realizada para el ICAIC por Enrique Pineda Barnet. En 1964-65 participó en las giras por la URSS, República Popular China, Mongolia y la República Democrática de Viet Nam, donde tuvo el privilegio de conocer al presidente Ho Chi Minh; y en 1966 en las históricas presentaciones en el IV Festival Internacional de Danza de París, donde Alicia Alonso y el BNC se hicieron acreedores del Grand Prix del evento. Representaciones en la RDA, Rumania, Hungría y Polonia completaron su trabajo como representante del ballet cubano en esos países.
     Su participación como miembro del cuerpo de baile le permitió interpretar un repertorio estilísticamente amplio, que abarcó títulos del ballet de acción dieciochesco y de la gran tradición romántico-clásica del siglo XIX, como La fille mal gardée, Giselle, Coppelia, Las bodas de Aurora y El lago de los cisnes; y creaciones contemporáneas, entre ellas Las sílfides, de Fokine; El sombrero de tres picos, de Massine; El caballo de coral, de José Parés; Exorcismo, de Anna Leontieva y Espacio y Movimiento, de Alberto Alonso.
     Aunque en 1967 dejó de figurar en el elenco como bailarina, Nara no abandonó nunca al Ballet Nacional de Cuba y siempre tuvimos en ella una valiosa e incondicional colaboradora. Como eficaz traductora de Arnold Haskell la recordamos en aquel Seminario sobre Crítica y apreciación del ballet, impartido en 1968, donde el prestigioso crítico inglés contribuyó a la formación del público cubano y de muchos jóvenes devenidos después especialistas de este arte en nuestro país, con sus eruditas reflexiones sobre la historia, la técnica y la ética no solo del ballet, sino de otras manifestaciones artísticas relacionadas con él, como la música, la plástica y otras artes escénicas en general. "Quiero agradecer a Nara —dejó escrito Haskell— su valioso trabajo. Ella logró que yo disfrutara mis propias conferencias".
     Como Directora del Departamento de Extensión Universitaria de la Universidad de La Habana, en la década del setenta, en estrecha colaboración con bailarines, coreógrafos, maitres y otros especialistas del BNC, organizó cursos y seminarios que contribuyeron a la formación cultural y artística de los estudiantes y de un público masivo al que ella le abrió las puertas de esa alta casa de estudios.
     En las funciones habituales, en los festivales, en cada acontecimiento memorable del Ballet, era habitual encontrarla, siempre orgullosa de los logros y el prestigio de "su Compañía". Para la revista Cuba en el Ballet, escribió en el 2000 un medular trabajo sobre la escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda, en ocasión del estreno de Tula, un ballet coreografiado por Alicia Alonso, donde su saber literario y profundo conocimiento de la obra de la insigne escritora camagüeyana, se fundieron a su dominio del arte danzario, con singular maestría.
     Nuestro último encuentro, el pasado 10 de diciembre, tuvo lugar precisamente en el acto de entrega de la Medalla 280 Aniversario de la Universidad de La Habana a Alicia Alonso. El abrazo en que ambas se fundieron quedará como testimonio de su lealtad y cercanía a la insigne figura y al grandioso movimiento artístico que ella y sus colaboradores lograron gestar en nuestra Patria. En la puerta del Aula Magna nos despedimos cálidamente y aquella tarde, como era usual en cada encuentro nuestro, le repetí enfáticamente su patronímico completo. Nara Araújo y Carruana, le dije. Ella sonrió y volvió a recordarme las muchas versiones ocurrentes que había escuchado de esos tres nombres y me agradeció que aunque pasaban los años yo nunca olvidaba mencionarlos correctamente. A pesar de su extrema fragilidad física, la vi alejarse, con paso firme, hacia la Plaza Agramonte.
     Allí, con el Ballet y la Universidad, nos quedaba fundida para siempre en el recuerdo.

Granma, 30 de enero


Lorena Feijóo en Carmen

     El sábado 28 (8:00 p.m) y el domingo 29 de marzo (5:00 p.m.), en el teatro Olympia del Gusman Center for the Performing Arts, Lorena Feijóo interpretará Carmen con Cuban Classical Ballet of Miami. A Feijóo la acompañarán los bailarines principales Hayna Gutiérrez, Miguel Angel Blanco y Taras Domitro. La función cuenta con el patrocinio de American Air Lines.
     Lorena Feijóo nació en La Habana, donde estudió ballet y llegó a ser primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba. En 1985 ganó medalla de bronce en el Festival Internacional de Ballet de Varna, Bulgaria. En 1990, Feijóo dejó el BNC para buscar nuevas oportunidades. Fue primera bailarina del Ballet de Monterrery (1990-1993) y del Royal Ballet of Flanders (1993-1995). En 1995 marchó a Los Angeles para ayudar a establecer el Ballet of Los Angeles. El proyecto no fructificó por razones financieras, por lo que la artista cubana se unió al Joffrey Ballet of Chicago (1995-1999), y más tarde al San Francisco Ballet como bailarina principal.


PELOTAZOS

Japón abusa de Cuba

Los orientales volvieron a vencerlos, esta vez vía blanqueada

The Associated Press
Carlos Rodríguez

SAN DIEGO — Tres años después, Cuba todavía no puede ganarle a Japón

     El derecho Daisuke Matsuzaka pintó de blanco a la artillería cubana en seis entradas de labor y encaminó ayer a Japón a una victoria por 6-0 sobre Cuba en su primer partido de la segunda ronda del Clásico Mundial de Béisbol.
     Se trató de una reedición de la final del Clásico inaugural de 2006, cuando Japón superó a Cuba por 10-6 también con Matsuzaka en la lomita.
     El derecho de los Medias Rojas de Boston aceptó cinco imparables sin carreras en las seis entradas, en las que ponchó a ocho rivales.
     Japón espera por el ganador del partido entre México y Corea del Sur para enfrentarse mañana por un boleto a las semifinales en Los Ángeles.
     Cuba jugará con el perdedor y el que caiga en ese duelo, será eliminado.
     Cuba venía de batear 11 jonrones en la primera ronda en Ciudad de México, donde ganó invicto el Grupo B.
     Sin embargo, en San Diego el pitcheo nipón bajó a sus bateadores de la nube.
     Durante las primeras dos entradas y ante 20,179 aficionados reunidos en el Petco Park de esta ciudad, Matsuzaka se enfrascó en lo que asomaba como un gran duelo monticular con Aroldis Chapman, pero al abridor cubano de 21 años de edad se le vino el mundo encima en la tercera entrada.
     Kenji Johjima le dio su primer hit del juego con sencillo al derecho. Luego le siguió Iwamura Akinori con imparable al central; Chapman sacó un out en tercera, pero enseguida Yasuki Kataoka pegó otro hit para llenar las bases y el mánager cubano, Higinio Vélez, lo relevó con Norberto González.
     Chapman (0-1), considerado uno de los mejores prospectos del béisbol cubano, tuvo una labor de dos entradas y un tercio, en las que recibió tres impa rables, con tres bases por bolas y un ponche.
González cometió un ‘wild pitch’ con el que Akinori abrió el marcador.
     Luego vino un globito de Norichika Aoki que picó en el jardín derecho para el 2-0 y un elevado de sacrificio de Shuichi Murata puso las cosas 3-0 para terminar la labor del relevista cubano, quien fue sustituido por Ismael Jiménez.
     Cuba puso a dos hombres en los senderos con un par de outs en la baja de ese episodio, pero Matsuzaka ponchó a Yosvani Peraza para acabar con la amenaza.
     Japón agregó una carrera en la cuarta, cuando Ichiro Suzuki sacó una rola por segunda con la que anotó Johjima el 4-0.
     En la quinta entrada un imparable por la pradera central de Seiichi Uchikawa amplió el marcador a 5-0 y Murata produjo la última en el noveno episodio.
     Murata se fue de 3-1, con dos impulsadas y una anotada para Japón.
     Hirashi Iwakuma, Takahiro Mahara y Kyuji Fujikawa completaron la labor monticular nipona.

El Nuevo Día, 16 de marzo


La cerveza Hatuey,
la cerveza de los paralíticos

y de los que han perdido la fe;
la cerveza de los que están confinados

a una esquina del periódico Grandma: Reflexiones...
La única cerveza capaz de hacer salir a Alicia

de la tumba,
y al Coma andante

del sopor, y de devolverle los bríos,
las plumas, y esa mirada desafiante

característica de su tribu.
Diga Hatuey,

y diga que lo imposible deja de serlo
al primer sorbo

de esta cerveza tan cubana
como la canturía revolucionaria







AL CIERRE


Japón elimina a Cuba con lechada de 5x0

Es la peor actuación de un equipo nacional desde 1939, cuando Cuba debutó en una Copa Mundial. Desde entonces jamás había quedado por debajo del tercer lugar en un torneo internacional

     AFP/ San Diego. El derecho Hisashi Iwakuma mantuvo su katana afilada por seis entradas, para que los campeones defensores de Japón vencieran a Cuba 5x0 y la eliminaran del Clásico Mundial-2009 de béisbol, la noche del miércoles en el estadio Petco Park de San Diego (California).
     Japón dejó fuera a los subcampeones del I Clásico 2006, y marcó además la peor actuación de un equipo antillano desde 1939, año en que Cuba debutó en una Copa Mundial y desde entonces jamás había quedado por debajo del tercer lugar en un torneo internacional.
     Esta es la cuarta victoria de Japón sobre la novena antillana en los últimos eventos grandes, y segunda consecutiva en este Clásico, luego de que el domingo también fuera blanqueada 6x0 por su verdugo, el derecho Daisuke Matsuzaka.
     Con este triunfo, Japón (2-1) se clasificó junto a Corea del Sur (2-0) para las semifinales del fin de semana en el Dodger Stadium de Los Ángeles. Ambos cuadros asiáticos jugarán este jueves para definir la ubicación del Grupo 1.
     Cuba (1-2) ganó un partido y perdió ante los dos equipos de Asia en esta fase, mientras que México, el otro integrante de la llave, se fue con 0-2.
     Un costoso error del jardinero central cubano Yoennis Céspedes en el cuarto rollo prácticamente decidió el juego, pues le dio a Japón sus dos primeras carreras del partido.
     La victoria correspondió a Iwakuma (2-0), quien en seis capítulos en blanco aceptó cuatro hits, dio una base y dos ponches.
     Yunieski Maya, abridor por Cuba, cargó con la derrota al soportar cuatro hits y dos carreras sucias en 3 2/3 de entradas.
     Los derechos Maya e Iwakuma estuvieron lanzando ceros hasta el cuarto inning, cuando con dos outs en la pizarra los nipones abrieron el marcador con las dos carreras de marras por el error de Céspedes.
     La entrada la complicó un hit de Norichica Aoki, y acto seguido Atsunori Inaba sacó largo doblete que voló al jardinero derecho Alfredo Despaigne, pero inexplicablemente los japoneses le pusieron el semáforo en rojo a Aoki en tercera, cuando al parecer tenía tiempo para anotar.
     Maya dominó al siguiente bateador en elevado corto al centro, pero el inicialista Michihiro Ogasawara le pescó una bola rápida y dio largo palo de aire por el medio del terreno.
     Pese a la espesa bruma que en ese momento atenazaba al parque, Céspedes le llegó bien a la pelota, pero no pudo retenerla en su guante, cometiendo la marfilada que abrió las puertas del plato a las dos carreras sucias japonesas.
     El zurdo habanero Yulieski González relevó a Maya y tras regalar una base y cometer un tonto 'balk', sacó el ansiado tercer fuera.
     Cuba amenazó en la parte baja del cuarto al colocar hombres en tercera y primera, pero Iwakuma dejó a Leslie Anderson con la carabina al hombro.
     Los samurais nipones volvieron a herir a Cuba en el quinto, aprovechando el descontrol de González, quien regaló dos boletos, y fue sustituido de inmediato por Ismel Jiménez.
     El mánager cubano Higino Vélez no perdió tiempo y se acogió a una de las muchas recomendaciones beisboleras que ha dado Fidel Castro en sus reflexiones mediáticas desde que comenzó el Clásico.
     "Uno de los principios inviolables es que no puede haber vacilación alguna cuando un pitcher tenga que ser sustituido de inmediato, si muestran una tendencia al descontrol frente a japoneses o coreanos", escribió Castro en un artículo este miércoles.
     Empero, el menudito Norichiki Aoki arruinó la estrategia al saludar a Jiménez con sencillo remolcador de una carrera.
     Con el choque 3x0 y como estaba lanzando el ronin Iwakuma, a Cuba le estaba costando subir la cuesta, y se le hizo ya imposible cuando el zurdo Toshiya Sugiuchi entró de relevo y sus compañeros rayaron dos veces más la goma para redondear la pizarra.
     Los dos clasificados de San Diego se medirán en semifinales cruzadas frente a Venezuela y Estados Unidos, primer y segundo puestos del grupo de Miami.



Un mar por conquistar

Boris Fernández se prepara para enfrentar el mayor reto deportivo de su vida: cruzar el legendario Canal de la Mancha

     El triatlonista cubanoamericano Boris Fernández enfrentará, entre el 1 y el 10 de julio próximo, el mayor reto deportivo de su vida: cruzar el legendario Canal de la Mancha, un brazo de mar de 34 kilómetros que separa Reino Unido de Francia y fue atravesado por primera vez en 1875 por el capitán Matthew Webb. Hasta la fecha, ningún cubano lo ha conquistado.
     Para el joven campeón de importantes maratones de triatlón en el sur de la Florida y dos veces integrante de los equipos de Estados Unidos en campeonatos mundiales, resulta doblemente difícil, dada su condición de caribeño acostumbrado a otro tipo de clima y, por tanto, nadar en aguas más benignas, no tan frías y peligrosas como las europeas, que ya han sido vencidas en más de mil ocasiones por nadadores de distancias largas de casi todo el mundo.
     Desde que Boris Fernández decidió conquistar el Canal de la Mancha no ha dejado de prepararse para vencer el reto. No hay día en que no se vaya bien temprano a las aguas atlánticas a nadar una buena cantidad de millas, que en unos seis meses le aseguren estar listo físicamente para la difícil odisea.
     Boris, que comenzó a nadar a los cinco años de edad, en La Habana, entró a los diez en un centro de preparación en este deporte y allí permaneció nueve años. En esa etapa se mantuvo en uno de los primeros lugares en el estilo espalda, en 50 y 100 metros en todas las categorías (escolar, juvenil y mayores), hasta que llegó a Estados Unidos con 22 años, en 1995.
     Desde 2001 comenzó a ganar competencias de triatlón, tanto que en 2003 concluyó en el lugar 16 a nivel nacional, en 2004 se apoderó del cuarto puesto, y en 2006 terminó campeón del estado de la Florida, acontecimiento que repitió en 2008. Ha habido años en que Fernández ha ganado hasta diez competencias y más. En 2008 ganó cinco de las nueve carreras de la serie, el Open de Natación de Publix y algunas otras.

El cubano 'tragamillas'

     "Se me ocurrió cruzar el Canal de la Mancha para ayudar a niños con dificultades para recibir educación. Ahora contamos con dos programas en Nicaragua y Haití, los dos más pobres del hemisferio. Vamos a construir una escuela en Nicaragua y ayudar a Omurt, una organización en Haití que se dedica a llevar agua potable y, al propio tiempo, crear una infraestructura que contribuya a servir a otros pueblos. También vamos a trabajar con la organización Manos del Sur, que se dedica a ayudar a niños que practican el deporte", reseñó Fernández a CUBAENCUENTRO.com sobre sus propósitos para recaudar fondos que contribuyan económicamente en esos proyectos.
     En cuanto a la proeza de cruzar el Canal, Boris comentó: "Soy el primer cubano que va a intentar cruzar los 34 kilómetros de esas aguas y sé que no será fácil, pero tampoco imposible. Hasta hace poco, en 7.000 intentos sólo 700 habían logrado la hazaña y ello habla de lo difícil que resulta el propósito. Las aguas oscilan entre 55 y 60 grados (Fahrenheit). Serán unas 10 ó 12 horas de travesía".
     El atleta agregó que, previo al acontecimiento, los organizadores "dan una ventana de unos diez días y es tu capitán de yate quien decide la hora de salida al mar, teniendo en cuenta las condiciones de la corriente. Puede ser que te diga que es a las tres de la mañana, por tanto, eso te exige tener que aprender a nadar de noche. Te ponen grasa en el cuerpo y te ayudan con luces para que no te pierdas. La alimentación hay que llevarla y conmigo tendrá que ir mi equipo, el cual está integrado por el capitán del yate, el médico, el entrenador, que es mi padre, José (Pepe) Fernández, y mi esposa".
     Una de las dificultades que presenta el cubano en este momento es subir de peso, porque está acostumbrado a no comer mucho y bajar de peso para sus competencias de triatlón. Ahora todo es al revés. "Tengo que subir 15 ó 20 libras y el cuerpo me lo está rechazando. Necesito tener más grasa para resistir el frío que voy a enfrentar. Las mayores causas de fracasos en el intento de cruzar el Canal de la Mancha es por hipotermia. Hay que comer, hay que subir de peso, no queda de otra".
     Hasta finales de marzo, el cubano "tragamillas" se entrenará en Miami. Después piensa buscar aguas en el mar de 60 grados (Fahrenheit). "Ahora mismo, no estoy listo para hacer la hazaña. Soy atleta y sé que con entrenamiento y perseverancia se logra. Ya hice un contrato con mi capitán de yate, uno de seis que en el Reino Unido está certificado para este tipo de evento, y en la fecha prevista sin problemas yo debo estar cruzando ese pedazo de mar", aseguró.
     Entre los nadadores, el hecho de cruzar el Canal de la Mancha constituye uno de los mayores sueños, es como conquistar el Monte Everest por un escalador. Para Fernández, es muy importante hacerlo bien porque, además, su familia, sus padres en particular, Gladis Rodés y Pepe Fernández, han estado vinculados a la natación por muchos años como atletas y entrenadores, con destacados resultados en el nado sincronizado y la natación, respectivamente.
     "¿Temores?", le pregunté. "Sólo uno: el frío", respondió Fernández, que se irá a Inglaterra un mes antes, a fin de entrenar duro durante los días previos y aclimatarse en sus aguas frías. Para el doble mundialista de triatlón que representó a Estados Unidos en Portugal (2004) y Hawai (2005), es el mayor reto de su vida. Para ello cuenta con el apoyo de un grupo de patrocinadores de la ciudad de Miami.

Encuentro, 19 de marzo

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