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Cuestiones privadas    

     Recientemente nuestro corresponsal en La Habana nos hizo llegar un título que -- nos aseguró -- no fallaría en despertar el interés de los lectores. Se trataba de la edición de las cartas dirigidas a José Antonio Portuondo, y que, fueron editadas por la Editorial Oriente de Santiago de Cuba en el 2002: Cuestiones privadas (420 pp). En efecto, en esta correspondencia que se extiende desde 1932 hasta 1986, encontramos cartas de Virgilio Piñera, Lino Novás Calvo, Eugenio Florit, Mirta Aguirre, Félix Pita Rodríguez, Juan Marinello, y Alejo Carpentier, entre otros.
     En esta oportunidad ponemos a disposición de los lectores solamente cuatro de las numerosas cartas que integran el volumen. La primera de ellas es de Virgilio Piñera -- del año 1949 -- y nos muestra a un Piñera asfixiándose entre las maravillas de ese sitio en que tan bien se está, y listo para irse a enseñar a una universidad norteamericana.
     Del año 49 saltamos al mismísimo corazón del quinquenio gris. Como sabemos que no faltarán lectores malintencionados que preguntarán a cuál de ellos nos referimos, lo aclaramos de inmediato: a los 70; más concretamente, al 1973. De esa fecha data la siguiente carta, escrita -- ¡¡¡¡en Moscú!!! -- por Angel Augier. La carta -- lo anticipamos -- no tiene desperdicio. Refiere algunos intríngulis de la defensa de la disertación doctoral de Augier en el
Instituto de Literatura Mundial “Máximo Gorki”, en Moscú. Como verán, aquello suena más como una ponencia leída a los camaradas del konsomol.
     Y si esa carta los hará reír, la que sigue -- de José Soler Puig -- les permitirá ver en funcionamiento la maquinita esquizoide de la batalla de ideas, exactamente... treinta años atrás. Pero, ¿para qué privarles de la experiencia de leer por ustedes mismos? Espasiva (o activa..., depende), Dosvidania, etc, etc. Un saludo revolucionario y combativo de

Redacción de La Habana Elegante

Año del Esfuerzo Decisivo


Carta de Virgilio Piñera


La Habana, marzo 9 de 1949.
Sr. José Antonio Portuondo
Universidad de Wisconsin
Querido Portuondo:

     A tu paso por ésta no coincidimos pues yo estaba en el campo. Mi hermano me dio tu dirección (recuerdo que en calle Estrella) pero ya te habías marchado. En estos días vi a tu hermano pues él tuvo la amabilidad de atender a una parienta mía, y aproveché para pedirle tu dirección.
     La verdad es, José Antonio, que estoy varado en esta bufera; sin posibilidad de ninguna clase. Hace un año que llegué y no he encontrado adonde encajarme.(1) Por eso, hago todas las gestiones posibles para obtener algo fuera de este país – que para decirlo entre nos, me carga bastante.
     Yo te suplico de buscarme algún cargo de profesor o instructor en esa Universidad o bien en alguna otra. Mi inglés es cosa imperfecta pero como quiera que se trata de enseñar el español o dictar cátedra de literatura de esta lengua creo que podría salir del paso pues el inglés de estos casos es accesorio.
     Si hubiera posibilidad entonces yo te enviaría curriculum y toda la impedimenta... propia de estos casos. De todos modos, escríbeme para saber de tu trabajo y de tus proyectos.
     Con saludos para tu esposa y un fuerte abrazo para ti se despide

Virgilio
T.C. Virgilio Piñera
Calle N 408
Apart. 707
Vedado


Carta de Angel Augier


Moscú, abril 27, 1973.
Querido Pepé:

     Al fin el “vice” (2) pasó el sofocón ayer, con éxito, al conferírsele el título de Candidato a Doctor en Ciencias Filológicas por el Consejo Científico del Instituto de Literatura Mundial” (3) con los votos de sus 21 miembros, cosa excepcional, dijo el secretario del Instituto, porque siempre en estos casos hay algún inconforme. La opinión general es que el acto de defensa fue bueno y que no hice quedar mal al Instituto. A la 1 de la tarde comenzó la vista. Suchkov, (4) que presidía, dijo palabras de salutación para mí y para Roberto Pavón, encargado de negocios de Cuba (en función de embajador) que me hizo el honor de asistir, también Raúl Luis, Consejero Cultural. (5) Suchkov continuó con palabras muy amables hacia el Instituto nuestro, hacia ti y hacia mí, y me invitó a leer mi disertación. (6) Yo había hecho una síntesis de cuatro cuartillas, pero quedamos finalmente en que sólo leería dos párrafos y luego Verónika (7) leería la traducción al ruso. A continuación Vera Kuteischikova (8) leyó su trabajo, muy bueno sobre mi libro, dejando para el final las objeciones que, me dijo, tuvo que hacer más por el carácter de la oposición que porque en efecto hubiera motivo para objeciones. Como yo tenía de antemano estas objeciones, sin dejar de admitir que eran certeras y justificadas, expliqué por qué no eran del todo admisibles. Luego la talentosa Ina Terterían (9) leyó un brillante trabajo sobre mi libro y sobre el poeta, y lo único que reprochó al libro fue que no hiciera comparaciones y paralelos con poetas de España y Latinoamérica. También me defendí bien – “con el espíritu de la Sierra Maestra”, como exageradamente acotó Yuri Dashkevich y cuando creía que todo había pasado, hablaron consecutivamente los profesores Dýmshits, vicedirector del Instituto, y Samárin, (10) una de las autoridades del mismo, quienes se refirieron encomiásticamente a Guillén, a quien conocen, elogiaron mi libro y propusieron su traducción y publicación al ruso. Suchkov también dijo su discurso y finalmente me tocó dar las gracias, único momento en que la emoción me hizo perder algo la serenidad y presencia de ánimo que mantuve en todo momento, no obstante que aquello era imponente. Dije que cualquier honor que se me otorgara era para nuestro Instituto más que para mí, y que yo haría lo posible por merecer personalmente tal honor. Tuvimos que abandonar el salón para que el Consejo Científico considerara mi disertación y otra que me precedió, y casi una hora después se nos invitó a pasar de nuevo y se dio el veredicto, entre aplausos y felicitaciones y flores. Bueno, un momento inolvidable. Allí estaban las muchachas (11) y otros cubanos, además de amigos soviéticos. Olvidaba decir que al comienzo, fue leída una opinión que se había pedido por el Instituto a la Cátedra de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Leningrado, y en ella se hacían juicios encomiásticos a mi libro y se afirmaba que el autor era merecedor del título al que optaba. Otra cosa buena fue que tanto los oponentes como los demás oradores, destacaron el carácter marxista de mi investigación, el criterio marxista con que se había realizado. Pavón dio su consentimiento a Raúl Luis para que se ofreciera por la Embajada un coctel con motivo de mi aspirantura, y quedó magnífico, tanto por sus elementos comestibles y bebestibles como por la concurrencia: Dashkevich por Literatura Extranjera, Ulianijin por Literatura Soviética,(12) Zemskov por América Latina y Novedades de Moscú,(13) Verchenko, Nina y Tamara por la Unión de Escritores, (14) la plana mayor del Instituto con Nikoliukin (15) incluido, las oponentes, compañeros cubanos como Santiago Alvarez (ICAIC) (16) y Quesada, (17) director de teatro del CNC, (18) etc, etc. Suchkov estuvo de lo más amable en todo momento y contento de las perspectivas de colaboración, y me dijo que cuando vengas hablará contigo sobre mi Doctorado para ser otorgado el año que viene...
     Esta la hago corriendo para que la lleve esta noche – cuando sale hacia La Habana – el compañero Santiago Alvarez. Ya en otra anterior que va con ésta, te explico otras cosas. (19).
Saludos a todos los compañeros del Instituto, uno por uno – imposible mencionar a los 50 –, aunque quiero enviar un saludo especial al compañero administrador, Alberto Valdés. (20) Abrazos de

Angel [Augier]


Dos cartas de José Soler Puig


Santiago de Cuba, 20/6/74. (21)
Co. José A. Portuondo.
Habana
Estimado amigo:

Estoy bastante mal – gripe –, pero hago en esfuerzo para escribirle hoy, después de haber estado deseándolo durante unos días, ya que acabo de recibir carta del comp. Cofiño,(22) y esto me apremia más todavía. El asunto se puede empezar así: en su último viaje a La Habana mi hijo (23) estuvo en la Unión (24) y allí le dijeron que El caserón (25) estaba en el plan de publicaciones del 76 y que El pan dormido (26) estaba ya en imprenta. Como yo pienso tener terminada para el 76 la novela en que estoy actualmenté trabajando,(27) quise actuar como “vivo” y la envié al concurso convocado por la Dirección Cultural de la Universidad de Oriente.(28) Lindo problema: el premio fue declarado desierto y en una conversación que el co. Cofiño sostuvo con mi hijo le dijo algunas cosas que no me gustaron mucho y posteriormente, por algunas opiniones de compañeros de la calle (“Tu novela no la premiaron por pmblemas políticos”, “Diversionismo ideológico”, “Idealismo”, etc.) oídas en la calle y en boca de gente que no tenían por qué estar enterados de las interioridades del jurado, me fui a ver a la Dra. Cosío;(29) cuando le dije a lo que iba, me contestó que ella no había dicho en ningún momento que la novela fuera idealista, sino que sustentaba ideas del dualismo kantiano; usted sabe que yo soy mal discutidor y en la discusión tal vez agriada por mi mal método, me dijo que en la novela se separaba el espíritu del cuerpo, que la novela era espiritista, que era críptica (imagino que eso significa hermética) y que después del Congreso de Educación y Cultura en Cuba (30) no se podía escribir de esa manera, y agregó, ya en el colmo, que la novela era fatalista, pues según la novela, la Revolución Cubana pasaba porque tenía que pasar quién sabe por qué designio. (Yo creo que en un momento le dije a la dra. que la espiritista era ella y no la novela y ella luego dijo en una guagua que yo le había dicho bruja). Es formidable. El asunto es que hoy he recibido carta del comp. Cofiño, en la que me habla de muchas cosas, de unos comps. extranjeros interesados en lo que tengo publicado, en una posible nueva edición de Bertillón, de mi gran experiencia en los problemas literarios, de lo bueno que le parecía el libro de mi hijo, (31) etc., etc., etcétera. Y sobre El caserón me dice: “...es una obra de gran aliento, ambiciosa, bien escrita, pero dura de leer, e indiscutiblemente, no es una novela para concurso. Supongo que la enviaste para colaborar con los compañeros organizadores del concurso. Es posible que definiendo más nítidamente los personajes, clarificándola un poco, se logre una mayor comunicación con el lector”.
     Eso es todo lo que me dice de la novela (que no es lo que le dijo a mi hijo). Bien. Con El caserón yo quise dar una época en un sector determinado, el ejército batistiano (en el 40) junto, mejor, enfrentado a lo civil, y su desenlace: el triunfo de la insurrección. Quise darlo todo en un solo tiempo y utilizo la anormalidad síquica de un personaje para conseguirlo. Lo mismo que en una novela de ciencia ficción un autor inventa una máquina del tiempo, yo invento esa anormalidad para lograr lo que me propongo. Sostengo que la novela es realista, dialéctica, revolucionaria y abierta, aunque estoy muy claro en que las primeras páginas resultan oscuras pues estoy llevando al lector a convenciones insólitas y mientras no las comprenda no podrá comprender la novela. En El caserón sostengo una tesis: “El destino es obra de los hombres colectivamente”. Y una secundaria: “La vida se hace por los hombres, día a día”. Y además, el ser humano no tiene alma, sino aliento, soplo, conciencia (como se le quiera llamar a lo que es realmente la famosa alma, dado por las circunstancias sociales).
     Creo, si a esto se le puede llamar creer, que la función del escritor de novelas es romper los viejos moldes burgueses y tratar de facilitar el camino a las circunstancias revolucionarias para lograr en la mente de la gente la nueva ideología, y que hay que hacerlo de manera novelesca, y para lograrlo introduzco un elemento fantástico en la realidad para hacer la realidad real más evidente (Esta carta va tomando las proporciones de una novela, pero me falta todavía).
     Mandé El caserón al concurso buscando la publicación, para ganar el premio, no buscando ayudar a los compañeros que lo organizaron; no creo que para concurso haya que escribir de una manera especial (esto de que la novela no era para concurso me lo dijo también la doctora Cosío).
En conclusión: yo quisiera que El caserón se publicara antes del 76, como ya le dije, y ahora quiero hacerle una pregunta: ¿El hecho de que la novela haya sido planificada por la UNEAC la inhabilita para el concurso de la UNEAC?
     Perdone toda esta descarga, doctor, y contésteme aunque sea solamente la pregunta final. Saludos a Berta.
Fraternalmente,

José Soler [Puig]

PD: Es curioso: se me habla de la novela haciendo ver que el problema es político, que literariamente está bien; no saben los que así hablan que yo tomo la literatura como pretexto para hacer política. JS


Santiago, 27 de junio de 1974.
Dr. José Antonio Portuondo
Habana
Estimado amigo:

Por Botalín (32) me he enterado de que usted está en Méjico, (33) lo cual me alegra muchísimo, pues así leerá la carta horrenda que le hice hace unos días. No haga caso de las insinuaciones que le hago en ella del co. Cofiño; en realidad su carta es muy sincera y amable, pero en esos días yo estaba más neurótico de lo acostumbrado y eso me hizo ver fantasmas; atenúe mucho lo de la doctora; sí admita como cuerdo todo cuanto se refiere a El caserón.
     Los asuntos conflictivos entre el radio y lo que quiero escribir parecen que se solucionan. Ya le hablaré de eso en otra oportunidad. Perdone todo el tiempo que le he hecho perder. Saludos a Berta.
Afectuosamente,

J[osé] Soler [Puig]


Notas

1. El autor de la carta, Virgilio Piñera, estaba de regreso a La Habana procedente de Buenos Aires,   donde residió por espacio de catorce años.

2. El autor de la carta, Ángel Augier, se desempeñaba como vicedirector del Instituto de Literatura y Lingüística desde su fundación en 1965.

3. Se refiere al Instituto de Literatura Mundial “Máximo Gorki”, en Moscú.

4. Director del Instituto de Literatura Mundial “Máximo Gorki” de la antigua URSS.

5. Poeta y narrador nacido en 1934. Entre sus obras figura Las pequeñas historias (1968).

6. Augier obtuvo el grado científico de Candidato a Doctor por el conjunto de sus estudios publicados sobre la vida y la obra de Nicolás Guillén, los que preparó en un libro para presentar como tesis de candidatura.

7. Verónica Spáskaya. Traductora de la Unión de Escritores y Artistas de la URSS.

8. Hispanista soviética.

9. Hispanista soviética.

10. No se tienen otros datos acerca de estas personas.

11. Se refiere a Nuria Gregori, actual directora del Instituto de Literatura y Lingüística, Graciela Pérez y Gisela Cárdenas, investigadoras de dicho Instituto que se encontraban en Moscú preparando sus respectivas candidaturas.

12. Redactor principal de dicha publicación.

13. Valery Zemskov. Hispanista. Poco después se incorporó como investigador al Instituto de Literatura Mundial “Máximo Gorki” y fue un activo colaborador del Instituto de Literatura y Lingüística. Ha publicado varios libros sobre literatura latinoamericana, incluido uno sobre García Márquez.

14. Funcionarios que atendían el área de América Latina en la Unión de Escritores de Moscú.

15. Especialista en literatura norteamericana.

16. Destacado documentalista nacido en 1919 y fallecido en 1998. Fundó el Noticiero ICAIC Latinoamericano.

17. Armando Quesada.

18. Siglas que correspondían al Consejo Nacional de Cultura.

19. La carta continúa con aspectos de carácter administrativo en relación con la estancia de Augier en Moscú que no es de interés reproducir.

20. Era administrador del Instituto de Literatura y Lingüística.

21. Carta manuscrita.

22. Manuel Cofiño (1936-1987). Narrador. Entre sus obras figura La última mujer y el próximo combate (1971).

23. Rafael Soler (1945-1975). Cuentista. Publicó títulos como Campamento de artillería (1975).

24. Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

25. Novela breve publicada en 1976.

26. Apareció en 1975, con prólogo de José Antonio Portuondo.

27. Se refiere a Un mundo de cosas, que fue publicada en 1982.

28. Alude al concurso “Batalla del Uvero”, que por breve tiempo convocó la Universidad de Oriente.  Por error de redacción de Soler tal parece que la que envía al concurso es la novela que está trabajando en ese momento, y no El caserón.

29. Adolfina Cosío (1906-1992). Narradora, crítica y profesora universitaria. Publicó títulos como Análisis de estilos y otros trabajos (1984). Fue miembro del jurado en el que concursó la novela El caserón.

30. Se celebró en La Habana en abril de 1971. Con posterioridad ha sido criticado por el carácter dogmático de algunos de los lineamientos aprobados.

31. Campamento de artillería.

32. Miguel Ángel Botalín. Se desempeñaba en ese momento como responsable de la Comisión de Extensión Universitaria de la Universidad de Oriente.

33. Portuondo asistió a la presentación de su libro Concepto de la poesía en una edición aumentada con prólogo de Roberto Fernández Retamar. Apareció por la casa editorial Grijalbo.  

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