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A Celia Cruz, in memoriam
 
 

vestido que Celia Cruz donó al Smithsonian

     Le cantaste a lo más amargo del país: no la sal, el azúcar. El azúcar de los esclavos, de los trapiches, de las interminables zafras; el "puñadito" que le faltó a la vecina, el "puñadito" que guardaste para rehacer la Patria, la tierra (en tu voz) más bella del mundo. Corregiste la ortografía: Azucaaaaaaa! (sin R) se escribirá de ahora en adelante. Sempiterna, la Sonora Matancera toca para ti. Negra, mujer (Orfeo), le diste la patá a la lata. Desciendes, asciendes, te campeas por tu respetos.
Entras (y sales) de la Muerte, cantando.

Damaris Calderón, poeta
 

     Nos sentimos muy tristes con la partida física de Celia. Para nosotros, y principalmente para mí, es una gran pérdida. Nosotros somos sus fieles admiradores.
     Su música, y más aún su personalidad, nos encantan y siempre estarán presentes en nuestras vidas.
Isabelita escribió esto. Dime si les gusta.

A divina quién es.

C ubana de nacimiento
E terno amor siempre dio
L uz en el mundo fue
nspiracion de poeta
A legria en el cantar

C ariño para todos tuvo
R eina de la guaracha y la salsa
Ú nica en su estilo y el mundo
Z afiro que al cielo fue.

Lázaro, Isabelita y Lazarito
 
 

Celia Cruz






     Con el fallecimiento de Celia Cruz  la cultura cubana  está de duelo, pues se nos ha ido la reina de la música cubana. Siendo yo niña mi madre  me hablaba de la voz incomparable que tenía y la manera que sentía la música. Por tanto, su música  y sus canciones perdurarán de generación en generación, como mismo lo han sido las de Benny Moré, Sindo Garay, Matamoros, Barbarito Diez y otros tantos que han contribuido a desarrollar nuestra cultura.
Saludos,
Maria Ofelia,
Canadá
 

     La muerte de Celia Cruz marca el fin de un época. Desde su lugar popular privilegiado, su música y su talento repercutieron y siguen influyendo en el mundo entero. Su memoria se merece toda la admiración mundial en general y cubana en particular. ¡Ha muerto una reina!

Emilio Bejel, Professor & Chair
Department of Spanish & Classics
University of California
 

El adiós a una reina

     El 4 de noviembre de 1992, mientras Bill Clinton ganaba las elecciones para la presidencia de Estados Unidos, mi santa madre se despedía de este mundo. Yo estaba trabajando en Prensa Latina, en La Habana, a cargo del proceso electoral estadounidense. Recibí la noticia de la muerte de mi mamá, con dolor, pero con alivio, porque hacía mucho tiempo ella sufría terriblemente. Y partí Celia Cruzhacia mi pueblo natal, Bauta, para acompañarla en su adiós definitivo. Me sentía fuerte y así me mantuve hasta el momento en que el féretro debía salir hacia el cementerio. Entonces... me derrumbé, todo dentro de mí se aflojó y rompí a llorar, desconsoladamente.
     Hoy, casi diez años después, me ocurrió lo mismo con motivo de la muerte de Celia Cruz. Desde que murió hace tres días en su casa de New Jersey, me he sentido con control de mí mismo, observando y reportando el acontecimiento con objetividad profesional. Naturalmente que sentí dolor por la muerte de una de las personas más naturales, espontáneas y humildes que he conocido. Su riqueza espiritual no se divorció jamás de su humilde cuna. Fue el mejor ejemplo de que los verdaderos artistas, las mejores personas, no se divorcian de sus orígenes.
     No la conocí personalmente, pero entre mis más preciados tesoros se halla un humilde pedacito de papel que Celia me escribió hace dos años en Viña del Mar, Chile. La anécdota es como sigue: Una gran amiga argentina coincidió con Celia en el mismo hotel y le pidió un autógrafo para un amigo cubano. De inmediato Celia escribió: Para Ezequiel, con cariño de Celia. Ese es mi recuerdo más cercano de Celia; el más lejano es un conjunto de momentos que adornaron mi infancia y mi juventud cuando la escuhaba en la radioy la veía en la televisión derrochando alegría y sabor musical.
Pero fue hace sólo unos minutos, mientras almorzaba en este canal de televisión Telemundo Internacional, donde ahora trabajo, cuando se me llenaron los ojos de lágrimas y se me hizo un nudo en la garganta, al ver la inmensa muestra de solidaridad internacional en honor la que realmente no sólo fue la reina de Cuba, sino de toda América Latina, y del mundo entero.
     Bajo el sol intenso de este verano floridano, cientos de miles de personas de todo el mundo fueronhomenaje en Miami a decirle adiós a la negra en la Torre de la Libertad de Miami. Y ese fue el momento en que se me escaparon las lágrimas, yo sólo allí en el comedor, donde nadie me veía. Pero no me hubiera dado vergüenza que me hubieran visto porque hubiera sido la repetición de miles de imágenes que pululan hoy en esta ciudad del sol y en el mundo entero. Lo que más me impactó fue que allí se han reunido gente de toda América y las banderas de muchos países se abrazaban con la cubana.
     Y recordé la miseria de un régimen como el que avasalla a mis compatriotas en la isla querida, que, ante este indiscutible acontecimiento mundial, sólo publicó dos diminutos párrafos en la prensa oficial sobre la muerte de esta mujer que convoca espontáneamente, y no de forma planificada y hasta obligatoria como ocurre en Cuba, a grandes multitudes.
     La prensa cubana reflejó en pocas palabras que había muerto Celia Cruz, pero siempre vinculándola a lo que La Habana denomina la contrarrevolución cubana. ¿Y sabes una cosa? El único delito de esta verdadera figura que vive con luz propia en el corazón de los cubanos, fue decidir buscar la libertad. Eso fue hace 43 años y desde entonces, Fidel Castro y su cuadrilla la silenció de la radio y la televisión. Jamás se volvió a difundir en los medios de comunicación de Cuba, una sola de las maravillosas canciones de esta negra guapachosa y divina.
     Su grito de guerra, !!!azúcar!!!, resuena hoy en todo el mundo y, afortunadamente, su fuerza superó las fronteras de la intolerancia del régimen que la despreció y hoy en Cuba, clandestinamente, por supuesto, la gente llora la partida de la Celia de Cuba, la Guarachera de Cuba, la reina de la salsa, la bandera que canta.
     Bochorno debe sentir ese régimen ante esta muestra de solidaridad internacional hacia esta gran artista que se fue para quedarse. Desprecio debemos sentir todos lo que amamos la libertad hacia un régimen que la enterró sólo porque se rebeló, como muchos otros lo hemos hecho, con esa sabrosura legendaria de esta estrella que no se va a apagar.
     Sigo mirando ahora la multitud que la visita, mientras me la imagino regando su dulzura, su humildad, su rebeldía, y sobre todo, su cubanía en el cielo, donde hoy, más que nunca, hondea la bandera cubana, al ritmo de su La vida es un carnaval.
     A Celia se lo debemos y siempre la recordaremos sonriente, feliz, ocultando un solo dolor: el no poder ir a ver a su madre antes de morir a Cuba, porque el señor Fidel Castro le negó el permiso de entrar a su propio país.
     Para los que aún defienden a ese repugnante régimen, este ejemplo debería bastar. Celia es el más vívido ejemplo de los dos millones de exiliados que vagamos por el planeta. Ella fue dignidad y firmeza ideológica.
     Y nos laceró el corazón a todos los que vivimos fuera de la isla, cuando entonó una canción titulada “Por si acaso no regreso”, donde dice que, si eso ocurriera... “yo me llevo tu bandera”.
Y no regresó nunca a Cuba...físicamente, porque hoy, sin que la dictadura pueda evitarlo, Celia se pasea por su humilde casita del barrio de Santos Suárez y por todos los rincones de la isla, por el corazón de los cubanos de adentro y de afuera.
     Su sueño era regresar a Cuba. Una tiranía se lo impidió. Esa bandera está en estos momentos cubriendo su féretro en Miami y estoy seguro de que muchas otras banderitas, secretamente, hondean en la mayoría de los hogares cubanos. 
     Chau, Celia y chau, queridos amigos míos y, seguramente también de esta mujer ejemplar que murió con la frente en alto, defendiendo siempre lo más sagrado que tiene el ser humano: la libertad.
Chau, querida negra, que seguramente habrás logrado arrancar, tras llegar al cielo, claro, algunos pasillitos rítmicos, incluso a mi querida madre... que jamás bailó. Pero tu fuerza es tan grande que lograste ese milagro, como también lograste el milagro de vencer, con tu grito de guerra !!!azúcar!!!, la intolerancia de un régimen despótico.
     Hoy Cuba, gracias a ti vuelve a ser la azucarera del mundo. Ah, y por favor, con tu dulzura habitual, llévale un besito a mi madre, cuando la descubras entre la multitud de almas que ahora mismo están compartiendo contigo la vida eterna y convierte tu inmortalidad en el carnaval de alegría que sembraste en nuestros corazones. Y, claro, lloro de nuevo, ahora mismo. Pero siento que algunos de ustedes lo harán, cuando lean estas líneas, por Celia, y por mí mismo, por el dolor que siento de tampoco poder regresar a mi patria.
Ahora sí, chau.

Ezequiel Pérez
 

     Aprendí a tocar mis primeros ritmos de salsa con un cencerro ( campana ) en la sala de mi casa como a los trece años de edad al ritmo de Celia Cruz. La negra fue un ídolo de nuestra música para mí desde pequeño, y hoy se encuentra con el rey, Tito Puente, rumbiando desde el cielo.

AZÚCAR!!!!!!!

Angel Maldonado, Puerto Rico
 
 

Celia Cruz






Celia, por favor, ruega mucho a Dios por la liberación de Cuba.

Aurelio García Sr.
Chicago, Illinois 60630
 

Celia Cruz,

     Fue una persona tan especial, la cual le trajo al mundo alegría y esperanza. Y sus obras caritativas fueron increibles. Es realmente una gran pérdida; mis más sinceros pésames le ofresco a su familia, en especial a su esposo Pedro.

Sinceramente,

Inés M. Molleda
 

     He estado algo desolada con la ida de Celia. El planeta no será  igual sin ella. Ayer me fui a laCelia Cruz playa sola, y frente al mar, clavé dos banderitas en la arena: una cubana y la otra norteamericana. Había brisa y las dos flotaban como diciendo adiós. Me pasé el día escuchando la música de Celia en mi walkman y llorando porque seres humanos así pocas veces descienden por estos lares. Tuve la revelación de que pocos intelectuales han arrastrado a sus sepelios tanta gente magnetizada por el amor. Esa es una gran lección para los que viven en la arrogancia y el elitismo. La pureza del corazón y el abrirse a los humildes rompe más barreras que una obra de arte. Aquí te incluyo este pequeño-poema-pensamiento para que acompañe a tu Habana Elegante en su homenaje a esta mujer que nos enseñó cuán simple es la felicidad:

A Celia:

En "Seabright" nadie sabe
que Celia Cruz murió.
Dos banderas de pie;
dos piernas mirando al este:
el mar parece un ojo
que devuelve una mirada sola.

Maya Islas, poeta
20 de julio del año 2003
 

     En los últimos días me he estado preguntando, una vez más - me lo pregunto cada vez que unCelia Cruz cubano, sea quien sea, muere en el exilio -, con qué derecho un hombre, tan mortal y tan miserable como cualquier otro, puede negarle a un compatriota la posibilidad de regresar a su tierra natal y qué clase de pueblo puede permitir que durante más de cuatro década un solo hombre decida por él. Qué clase de pueblo puede permitir, mansamente, que sus más gloriosos hijos mueran como parias por el mundo.
     Pero como nadie puede decirle a las estrellas dónde alumbrar y dónde no, pésele a quien le pese, esa estrella rutilante que será eternamente Celia Cruz estará brillando sobre el cielo de Cuba como un lucero enceguecedor por los siglos de los siglos. Amén.

Odette Alonso, poeta
México, D.F.
 

Celia: lo mejor de nosotros

     Todos --y ella también-- conocíamos de la grandeza y la fama de Celia. No tuvo que morir para recoger aplausos, premios y  elogios que no erosionaron su elegante sencillez.  Pero nadie previó la conmoción mundial que ha causado su muerte. Los rotativos más importantes le han dedicado páginas y páginas. “The Washington Post”, hasta un editorial.  Se recibieron visitas o mensajes de Celia Cruzpésame de los más altos dignatarios. Famosos artistas la acompañaron en su última gira. En Miami y en Nueva York, sus admiradores le dijeron adiós en un velorio que mezclaba el dolor de su partida con la alegría que nos legó en una música que la sobrevive. Cubanos, venezolanos, puertorriqueños, mejicanos, españoles, argentinos, nicaragüenses, todos dijeron presente. Viajaron desde lejos. Hicieron cola bajo el sol.. Llevaban banderas, letreros, estampitas, fotos de Celia, sobrecitos de azúcar prendidos a la ropa. “La negra tiene tumbao” escribieron en sus camisetas. Lloraban, reían, aplaudían, rezaban, bailaban. Todo en la mayor armonía, el mayor respeto. Y como si un hálito de poesía los animara, hablaban a la prensa en hermosas frases: “Celia es la estrella de la bandera.” “Celia es la garganta de la isla”. “Se nos fue la reina negra”. “Se llevó el azúcar para el cielo.”
     ¿Qué extraño secreto guardaba esta mujer que conquistó tanta fama como cariño?  Celia poseía las mayores virtudes de los cubanos, y ninguno de nuestros defectos.
     Los cubanos nos hemos destacado en todo (o casi todo): --literatura, artes plásticas, ballet, medicina, negocios, docencia, béisbol, boxeo, ajedrez, esgrima-- pero en ningún campo hemos mostrado mayor talento que en el de la música. De Esteban Salas a Leo Brauer, de Ignacio Cervantes a Manuel Barruecos, de  José White a Aurelio de la Vega, de Eduardo Sánchez de Fuente
a Julián Orbón, de Ernesto Lecuona a Silvio Rodríguez, de Gonzalo Roig a Pablito Milanés, de René Touzet a Arturo Sandoval, de Sindo Garay a Polo Montañés,  de Esther Borja a Albita, de Compay Segudo a Paquito D´Rivera, de Elena Burke a Olga Guillot,  de Jorge Bolet a Olga Díaz, de Bola de Nieve a Chucho Valdés, de Rita Montaner a Gloria Estefan, del Trío Matamoros a los Van Van, de Benny Moré a Celia Cruz, la lista de compositores e intérpretes que han paseado nuestra música por la isla y por el mundo entero sería interminable. Y en esa constelación, Celia brilló con luz propia. Por su innato talento. Por su voz inigualable. Por el ritmo de su cuerpo. Por su capacidad de trabajo. Su profesionalismo. Su calidad humana. Celia nació pobre, mujer y negra. La situación política en su país la convirtió en exiliada. Estas desventajas no la desanimaron. Su exitosa carrera musical representa, también, el triunfo del espíritu emprendedor de sus compatriotas sobre todas las adversidades. Su matrimonio con Pedro Knight, los lazos tan estrechos que la unían a sus hermanos, sobrinos, ahijados  e íntimos son reflejo de los valores de familia y amistad de la Cuba mejor.
     Supo combinar la disciplina más férrea con la espontaneidad más natural. Siendo la más cubana de las cubanas, también fue la más universal. No sólo cantó en el mundo entero, sino que incorporó ritmos de otras tierras a los de la suya. Permitió, como Martí quería, que el mundo se insertara en Cuba. La humildad no es característica que nos distinga. Los hijos de la Perla de las Antillas solemos creer que nos las sabemos todas. Celia, sin embargo, escuchaba consejos. Nunca la fama alimentó su vanidad. Por el contrario, sus triunfos la hicieron más accesible a su público. Para cientos de jóvenes artistas no sólo fue ejemplo y guía, sino que los ayudó en cuanto estuvo a su alcance. Compartió escenarios con todos: desde Pavarotti a nuevos talentos.
     Se mantuvo vigente hasta el final, porque no quiso, como otros, vivir del pasado. Su reloj no se detuvo el día que se fue de Cuba ni vivió de la nostalgia. Se reinventó a sí misma a cada paso. Por eso su éxito fue inagotable. Por eso generaciones y generaciones han bailado y bailan con sus
discos. Yo lo hice en mi adolescencia con su “hierberito”. Hoy mis nietos se contonean al ritmo de “La vida es un carnaval”.
     A Celia nunca se le escuchó una palabra peyorativa sobre nadie. Parecía alérgica al chisme, las capillitas, los celos, las mezquindades. Su generosidad no tuvo límites. Dio de su tiempo y talento a importantes obras caritativas, como la Liga Contra el Cáncer. También se daba de otra forma: con una palabra cariñosa, un gesto inesperado, la dedicatoria en una foto, el envío de una postal de su puño y letra. Muchas anécdotas sobre Celia reflejan esa capacidad suya para el toque íntimo, personal. Le dolía no poder cantar en su Patria. Pero cantó para ella en todos los escenarios del mundo. Nunca se dejó utilizar ni por tirios ni troyanos. Supo distinguir entre el estado y la nación, entre la ciudadanía y la nacionalidad. Por eso no necesitaba retórica barata ni estridencias altisonantes. Lo suyo era Cuba, y llevar alto su nombre. Sus éxitos eran los de la nación, y lo sabía. Quizás, por eso, la decencia y la sencillez presidieron todos sus actos. No importaba que llevara pasaporte americano. Apenas hablaba inglés. Su garganta estaba hecha de tambores y huracanes. Su corazón, de azúcar. Su cuerpo se movía con la gracia de un cañaveral. Los colores del trópico - naranja sol, azul Varadero,  blanco cresta de ola, verde cañaveral, plata de luna - rompían en arco iris en sus vestidos y pelucas.
Nos daba, entre tantos regalos, lo que más tenía: tumbao, carnaval, son, guaracha, alegría de vivir. Pero nos dio más. Nos dio un ejemplo de serena dignidad, una lección callada entre tanta sandunga. Al final, cumplió el deseo de su padre de ser Maestra, y con mayúscula. Criolla y cosmopolita,
risueña y profunda, populachera y elegante, en su música dejó un legado imperecedero que trasciende tiempo y espacio. Vence a la muerte. Celia reinó en una isla que nunca tuvo monarquía. Se fue de Cuba pero vivía también allí. Como Cuba vivía en ella. Representa, sin duda, lo mejor de
nosotros.

Uva de Aragón Clavijo, ensayista, Miami
 
 

Celia Cruz






     Sí, gústele a quien le guste y pésele a quien le pese, Celia Cruz ha dado la medida exacta para la frase "Gloria de Cuba". Ningún natural de la isla ha conseguido como ella establecerse con su arte en los cuatro puntos cardinales del planeta y entre todos los sectores sociales. Y como si fuera poco, ningún cubano o cubana han contribuido tan sistemáticamente a la expansion de la música y la cultura latinoamericana, no sólo en Estados Unidos, sino alrededor del mundo.

Jesús Jambrina, ensayista, Iowa City
 

     El cielo ganó una estrella, refulgente, única. Ninguna otra podrá igualarse.

Andrés Palencia, Miami, FL.
 

Celia Cruz (cubierta de un disco con la Sonora Matancera)El cielo de Cuba acaba de perder una estrella, quizás la más brillante: acaba de morir CELIA CRUZ. Dos legendarios de la música. En dos semanas perdimos a dos grandes de la música cubana.  Él murió en la Cuba de adentro. Ella murió  en la Cuba de afuera, la del exilio, ¡la del dolor!. Me refiero a la  Legendaria  CELIA CRUZ. La pregunta es quien será digna de continuar sus pasos. No muy a menudo la Madre Naturaleza dota a una persona con tantos adjetivos. Podrán surgir cantantes, pero nadie tendría la alegría en la voz, en el cuerpo, en los ojos, en sus manos, como ella. La vida es parte de la muerte. Una es el principio y la otra es el final. Se llevó la persona a la inmortalidad pero quedó su voz que nunca enmudecerá. Celia:  tu permanecerá con nosotros por siempre, dentro y fuera de Cuba.
En todo el mundo.

Maria Teresa Trujillo, Rocky Hill, CT.
 

     Hoy lloro hondamente tu partida, te lloro desde el alma triste de tu pueblo, como el gemir de palmeras que no volvieron a verte, y la alegría del cielo por bendecirte y tenerte.

Dinorah Rivas
 

I call her and people like her the last of the true Cubans. She was part of the Cuba of our parents, a Cuba we didn't really know and that doesn't exist anymore. It's the Cuba of our imagination, a virtual Cuba, if you will.

María Vázquez, 53, on the late salsa star Celia Cruz.
 

El mensaje de Celia

Cuando Celia llegó al cielo,
un ángel le preguntó:
¿De dónde vienes mi negra?
Del exilio, respondió.

¿Profesión? Llevar mi cantoCelia Cruz y Pedro Knight
de alegría y de dolor,
al mundo y mi pueblo herido,
si no, pregúntale a Dios.

¿Tu lugar de nacimiento?
El paraíso, señor.
Que navega en una isla
Si no, pregúntale a Dios.

Un deseo...
Que en mi Cuba en libertad
se pueda escuchar mi voz

¿Y por eso estás aquí?
Vine a pedírselo a Dios.

Elsa M. Negrín
 

Un Son para Celia Cruz

Celia Cruz canta que canta,
y de su canto diré
que el son, de Cuba se fue
escondido en su garganta.

Hay en su voz, una santa
devoción por la palmera;
vibra en ella Cuba entera,
y es tan cubano su acento
que su voz, al darse al viento,Celia Cruz
flota como una bandera.

En su más leve gorjeo
hay el grito de un mambí,
que unas veces es Martí,
pero que siempre es Maceo.

Su voz, ardiendo en deseo
por la Cuba soberana,
tan pronto es una campana,
como se torna en clarín
queriéndole poner fin
a la esclavitud cubana.

Canta, Celia Cruz, en tanto,
ya que no hay nada que vibre
y recuerde a Cuba libre
como el sabor de tu canto.

Tu canto, que sabe al llanto
de los hijos de tu tierra;
tu canto, donde se aferra
la libertad al decoro
y es como un himno sonoro
llamándonos a la guerra.

Dios puso en tu piel oscura
de reciedumbre mambisa
la claridad de tu risa
y el ritmo de tu cintura.

De canela y sabrosura
ungió tu carne africana,
y al viento de la mañana,
quien te haya visto bailar
habrá visto tremolar
una bandera cubana.

Muñequita de café,
de caña, tabaco y ron,
dame tu son, ese son
que sabe al Cucalambé.

Dame ese son que se fue
entre lágrimas y penas
huyendo a manos ajenas
en tu garganta sonora.
Dame tu son, que ya es hora
de ir a romper las cadenas.

Dame el son. Dámelo ya.
Y al dármelo, negra linda,
dámelo como el que brinda
en copa de bacará.

Que Cuba te premiará
con un manto de capuz,
y así que brille la luz
de la dignidad del hombre,
el son cambiará de nombre,
se llamará: CELIA CRUZ.

Ernesto Montaner
 

A Celia

Nadie se muere del todo,
Nadie nace de la nada
Cada cual vive un caminoCelia Cruz y Pedro Knight
Sin principio ni final.

Celia Cruz aún hoy camina
por su camino de siempre,
sólo ha llevado su azúcar
con su música a otra parte.

Gracias Celia, gracias Cuba,
porque hoy nuestro dolor
más que dolor es conciencia
de que no hay muerte final.

Celia y Cuba, Celia Cuba,
una misma realidad,
más que dolor es conciencia
de que no hay muerte final.

Hoy renuevo mi esperanza
en la Cuba Libertad
porque Celia con su azúcar
nunca la quiso olvidar.

Roberto Jiménez
16 de julio, 2003
 

La Salsa existía ya

(Monólogo de un negro congo)

¿De dónde viene la "salsa"?
yo te lo voy a explicá
pero abre bien la oreja
y asimila de verdá
tú, muchachito tineyer
que vives la actualidá
de música "salsa" y disco
y de esto no sabes ná.

Permíteme presentarme:The Best of Celia Cruz con la Sonora Matancera
soy José de la Caridá
del barrio Jesús María
muerto cien años atrá
pero vivo en el pellejo
de los tambores Batá
de Oricha y de Yemayá.

Me trajeron como esclavo
del Congo con muchos má
nací en la tierra africana
no recuerdo en qué lugá
y me traje mis dolore
mis tambores y mi rituá
para abonar con sudore
la caña y el cafetá.

¿De dónde viene la "salsa"?
yo te lo voy a explicá:
ella vino en el cencerro
en el bongó y la quijá
para producir los ritmo
que oyes en la actualidá
que nacieron en los monte
y hoy divierten la ciudá.

Es el ritmo guaguancó
que se baila en el solá
es el ritmo de la rumba
la conga y el cha-cha-chá
la que sonó en las comparsas
que arrolló años atrá
al son de los Alacrane
las Boyera y otras má

La que trajo el son montuno
que se toca en cantidá
que ahora le llaman "salsa"
y sigue sonando iguá
la tocó Arsenio Rodríguez
y muchas orquestas má
en las fiestas populare
y en la alta sociedá

Y se fue hasta Nueva Yol
muchísimo años atrá
enroscada en la garganta
de Machín y otros má
y ahora le cambian el nombre
y no por casualidá
pues se la comen con "salsa"
de billetes de verdá.

Pregúntale a Celia Crú
y ella te contestará
que está cantando lo mismo
que treinta años atrá
que si ahora le llaman "salsa"
por conveniencia no má
es que deja muchos pesos
y antes no dejaba ná.

Y hasta el mismo Pérez Prado
ya tuvo que protestá
pegando un grito mambero
que se oyó en el más allá
diciendo que ya está bueno
y que no joroben má
que desde el siglo pasado
la "salsa" existía ya.

Y tienes a Tito Puente
con su melena engrifá
sacando fuego a los cuero
del muy cubano timbal
diciendo que eso no es nuevo
que eso de "salsa" no va
que es música afro-cubana
de muchos años atrá..

Por eso quiero decirte
ahora para terminá
que eso que llaman "salsa"
estaba inventada ya
te lo dice un negro congo
que es hijo de Yemayá
y que vive en el pellejo
de los tambores Batá.

Lo que Ud Oye es un SON y es Muy "CUBANO"

Evelio M. Echemendía
 


recordatorio distribuido en Miami durante las honras fúnebres de Celia Cruz



   Mi más sentido pésame a Pedro, el esposo de Celia, extensivo a todos los cubanos, pero mi pésame verdadero es para CUBA porque ha perdido su más genuina representación...

Francisca Arceo
Hartford, CT. 06106
 

     Siempre nos dio a todos un gran ejemplo, incansable trabajadora, siempre alegre aunque se sintiera mal, insustituible, una persona con una belleza interior como hay muy pocas. Y las palabras de los frutos del espíritu, ella los aplicaba. Si nosotros, el pueblo, la vamos a extrañar, ¿qué no la extrañará su compañero Pedro? Casados por 42 años y una pareja que siempre nos dieron el ejemplo de lo que es una bonita unión matrimonial. Una artista única y un ser humano mejor aún. Jehova Dios la tendrá en su memoria hasta que llegue el día de la Resurrección.

Ofelia Naveira
Florida
 
 

Celia Cruz

 

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