 
    
La poesía entre tiempos: Alfredo Bosi y la resistencia
Pedro Meira Monteiro, Princeton University
 El ensayo de  Alfredo Bosi, que La Habana Elegante acerca  por primera vez a un público lector de español ― aquí, en la cuidada traducción  de Diego Molina ― es uno de los trabajos más notables de este crítico que,  desde la década de 1970, viene marcando indeleblemente la imaginación sobre la  literatura y la cultura en Brasil.
     El ensayo de  Alfredo Bosi, que La Habana Elegante acerca  por primera vez a un público lector de español ― aquí, en la cuidada traducción  de Diego Molina ― es uno de los trabajos más notables de este crítico que,  desde la década de 1970, viene marcando indeleblemente la imaginación sobre la  literatura y la cultura en Brasil.
           Es posible  leerlo en una clave más contextualizada, comprendiéndolo inserto en la red de  consignas y desafíos de su propio tiempo de producción, aunque sea posible,  también, notar y evaluar cómo este ensayo atraviesa los tiempos, ofreciendo,  aún hoy, una fresquísima visión sobre el aspecto contraideológico de la  producción poética, en cualquier rincón del mundo.
           En esta  breve presentación, comencemos por aquellos trazos que remiten más  inmediatamente al contexto de producción del ensayo: los años setenta, cuando,  en América Latina, y en Brasil en particular, la “ideología” era la más urgente  de las cuestiones. Reflexionar sobre el poder de los discursos ideológicos era,  a fin de cuentas, una forma de encarar el espeso muro que separaba al individuo  de su plena realización humana. En términos menos abstractos, y tal vez menos  idealistas, se trataba de responder a la permanente amenaza del Estado  dictatorial, buscando, en los espacios que el discurso oficial era incapaz de  ocupar, a las hendiduras por donde podía penetrar la luz de la crítica.
 Estado  dictatorial, buscando, en los espacios que el discurso oficial era incapaz de  ocupar, a las hendiduras por donde podía penetrar la luz de la crítica.
           En buena  clave dialéctica, la crítica se orientaba por una potencia propositiva, que  tenía su verdad más honda en un momento estratégica y lógicamente negativo: la  negación de la sociedad presente era la tarea contraideológica por excelencia.  De allí la importancia que para Alfredo Bosi tienen, en la onda de las lecturas  del tiempo, autores como Marx, Adorno, Horkheimer, Gramsci, y el propio Hegel.
           El desafío  de la crítica de las ideologías se tornaba tan más complejo cuanto aquél   discurso “oficial” no se limitaba a la voz del Estado. Tal discurso estaba ―y para  todos los efectos permanece hasta hoy― en la propaganda, en los medios, y en el  sentido común transformado en discurso “realista”. La batalla era ingente. Y si  la literatura ―la poesía al frente― no podía ofrecer un plano en el que se  resolvieran los conflictos en una sociedad capitalista, al menos podía  construir el espacio en el que las contradicciones se explicitarían a punto de  producir formas nuevas, propiciando un nuevo canto que fuera la expresión  profunda de un sujeto escindido, oprimido por formas sofisticadas de dominio, y  entregado a una especie de búsqueda desesperada y confusa de sí mismo. Sin ser  un canto de absoluta liberación, la poesía podía, sin embargo, forjar la  re-vivencia, en el plano del lenguaje, de aquellas instancias de convivencia  plenas de sentido que la sociedad capitalista colocaba para perder, o para  vender. En suma, la poesía era vista como la fuente y la morada de toda  potencia contraideológica. Su encanto era el arma más poderosa contra la  mistificación sistémica, ofertando generosamente, de vuelta al hombre, un  espacio que la cohorte de razones y motivos ideológicos cotidianamente  profanaba. Se trataba de una guerra, y es así que la “resistencia” que le da  título al ensayo de Bosi permite sentir, en toda su frescura, el sabor de un  tiempo hecho de innúmeras batallas, algunas de ellas hoy olvidadas, otras  completamente actuales.
discurso “oficial” no se limitaba a la voz del Estado. Tal discurso estaba ―y para  todos los efectos permanece hasta hoy― en la propaganda, en los medios, y en el  sentido común transformado en discurso “realista”. La batalla era ingente. Y si  la literatura ―la poesía al frente― no podía ofrecer un plano en el que se  resolvieran los conflictos en una sociedad capitalista, al menos podía  construir el espacio en el que las contradicciones se explicitarían a punto de  producir formas nuevas, propiciando un nuevo canto que fuera la expresión  profunda de un sujeto escindido, oprimido por formas sofisticadas de dominio, y  entregado a una especie de búsqueda desesperada y confusa de sí mismo. Sin ser  un canto de absoluta liberación, la poesía podía, sin embargo, forjar la  re-vivencia, en el plano del lenguaje, de aquellas instancias de convivencia  plenas de sentido que la sociedad capitalista colocaba para perder, o para  vender. En suma, la poesía era vista como la fuente y la morada de toda  potencia contraideológica. Su encanto era el arma más poderosa contra la  mistificación sistémica, ofertando generosamente, de vuelta al hombre, un  espacio que la cohorte de razones y motivos ideológicos cotidianamente  profanaba. Se trataba de una guerra, y es así que la “resistencia” que le da  título al ensayo de Bosi permite sentir, en toda su frescura, el sabor de un  tiempo hecho de innúmeras batallas, algunas de ellas hoy olvidadas, otras  completamente actuales.
           De entre los  muchos otros trazos en que se puede detectar la red de consignas y referencias  en medio a la cual trabaja la imaginación del crítico, está la incomodidad con  el aspecto autorreferencial de la literatura, o sea, el malestar ante aquellos  ejercicios y esfuerzos metalingüísticos y metaliterarios que tuvieron su  momento de esplendor en los años sesenta y setenta, y que hasta hoy gozan de inmenso  prestigio en el plano crítico. Se vivían las primeras resacas de la “muerte del autor”, así como el momento más brillante de la poesía concreta en Brasil, más  allá de una especial fascinación, entre los críticos, por descubrir textos que  se armaban como eternos comentarios de sí mismos. Lo curioso es que, en su  propio ensayo, Bosi haga un cauteloso elogio de la poesía que se piensa a sí  misma, llegando, con su homenaje, sólo hasta João Cabral de Melo Neto,  reservando a los poetas concretos brasileños el espacio más tímido de la  traducción de un poema que él cita y analiza.
 autor”, así como el momento más brillante de la poesía concreta en Brasil, más  allá de una especial fascinación, entre los críticos, por descubrir textos que  se armaban como eternos comentarios de sí mismos. Lo curioso es que, en su  propio ensayo, Bosi haga un cauteloso elogio de la poesía que se piensa a sí  misma, llegando, con su homenaje, sólo hasta João Cabral de Melo Neto,  reservando a los poetas concretos brasileños el espacio más tímido de la  traducción de un poema que él cita y analiza.
           Hay mucho  que se dice sin decirse en “Poesía-resistencia”. Se puede imaginar que el  crítico grite, con sus silencios significantes, contra aquel compromiso con el  lenguaje que, en última instancia, parece negar que el propio lenguaje sea una  materia sostenida por los hombres, que gana su densidad y significación plenas  sólo cuando es capaz de sostener verdaderamente la condición humana. De allí  que un materialismo humanista, alentado por el hálito de un cristianismo  comprometido (y quien dice cristianismo comprometido en los años setenta, en  América Latina, dice Teología de la Liberación), pase refrescante ante los ojos  del lector, siempre que “Poesía-resistencia” postula la condición humana a  partir de un trabamiento de tiempos, viendo en el presente el momento  distendido entre épocas diversas, como si la promesa de cualquier futuro mejor  obligase, paradójicamente, a mirar hacia atrás.
       Si aún ahora  me referí a “silencios significantes”, es porque el tema del silencio y del  sentido reaparece en algunos de los ensayos del libro que integra  “Poesía-resistencia”(1). Sin embargo, exactamente en este  ensayo, el arte oratorio está empeñado en una apuesta por descubrir todas  aquellas instancias que la ideología silenciaría y asfixiaría con su máquina  discursiva previsible y sofisticada. Se trata de una apuesta por escuchar, fundamentalmente, lo que la  ideología no deja oír. Todo es paradoja allí: la condición humana secuestrada  puede ser más audible cuanto más baja y sutil sea la dicción; pero, a menudo,  es necesario gritar. Así, un lector de los textos del siglo XVII notará que, no  pocas veces, es la voz de Antônio Vieira, el mayor predicador de la lengua  portuguesa, que se emula y disimula en la voz del crítico brasileño, cuyo  estudio sobre la poesía parte de una discusión sobre el poder genésico ―y por  lo tanto poético― del propio nombramiento: ¿quién da los nombres? ¿Y cómo los  dice?
     Si aún ahora  me referí a “silencios significantes”, es porque el tema del silencio y del  sentido reaparece en algunos de los ensayos del libro que integra  “Poesía-resistencia”(1). Sin embargo, exactamente en este  ensayo, el arte oratorio está empeñado en una apuesta por descubrir todas  aquellas instancias que la ideología silenciaría y asfixiaría con su máquina  discursiva previsible y sofisticada. Se trata de una apuesta por escuchar, fundamentalmente, lo que la  ideología no deja oír. Todo es paradoja allí: la condición humana secuestrada  puede ser más audible cuanto más baja y sutil sea la dicción; pero, a menudo,  es necesario gritar. Así, un lector de los textos del siglo XVII notará que, no  pocas veces, es la voz de Antônio Vieira, el mayor predicador de la lengua  portuguesa, que se emula y disimula en la voz del crítico brasileño, cuyo  estudio sobre la poesía parte de una discusión sobre el poder genésico ―y por  lo tanto poético― del propio nombramiento: ¿quién da los nombres? ¿Y cómo los  dice?
           La cuestión  de los tiempos es central, porque articula la sátira y la parodia, capaces,  bajo registros diversos, de llevar la atención hacia el momento en que el  tiempo perdido (o deseado) parece tener más sentido que el tiempo presente.  Como si el presente fuera la verdadera falsificación. O mejor, como si el presente  dejase atrás lo que continúa manteniendo al hombre escindido ―todo aquello que,  perdido en la noche de la memoria, le cabe rememorar. La rememoración, como se  sabe, puede ser apenas la idealización ostentosa de un pasado cualquiera, o la  celebración inocua de la forma ultrapasada cuyo prestigio se quiere mantener a  cualquier precio. Pero es también posible que, en medio a la idealización, o  por medio de una forma ya usada y abusada, diga algo que tiene un profundo  compromiso con el sentido obnubilado  por las fórmulas ideológicas. Lo que torna interesante a la poesía es  justamente su aspecto interesado, o mejor, aquellos intereses que apenas si se  dejan entrever, muchas veces opacos, revelando que la voz poética no es ni pura  liberación, ni pura prisión. Es lucha, y en su condición de lucha (resistencia)  es que puede seguir entonando algo que desafina el discurso ideológico,  rasgando su razón única con la lógica de otras razones, que apuntan hacia otras  sociedades que se sueñan a través del lenguaje. De allí que no sea apenas el  pasado (las edades de oro de los clásicos, el paraíso perdido de Milton y  Blake) que cuenta, sino también el futuro, la nueva Jerusalén que se esconde de  las miradas, y que sólo a la voz profética le es dado
 al hombre escindido ―todo aquello que,  perdido en la noche de la memoria, le cabe rememorar. La rememoración, como se  sabe, puede ser apenas la idealización ostentosa de un pasado cualquiera, o la  celebración inocua de la forma ultrapasada cuyo prestigio se quiere mantener a  cualquier precio. Pero es también posible que, en medio a la idealización, o  por medio de una forma ya usada y abusada, diga algo que tiene un profundo  compromiso con el sentido obnubilado  por las fórmulas ideológicas. Lo que torna interesante a la poesía es  justamente su aspecto interesado, o mejor, aquellos intereses que apenas si se  dejan entrever, muchas veces opacos, revelando que la voz poética no es ni pura  liberación, ni pura prisión. Es lucha, y en su condición de lucha (resistencia)  es que puede seguir entonando algo que desafina el discurso ideológico,  rasgando su razón única con la lógica de otras razones, que apuntan hacia otras  sociedades que se sueñan a través del lenguaje. De allí que no sea apenas el  pasado (las edades de oro de los clásicos, el paraíso perdido de Milton y  Blake) que cuenta, sino también el futuro, la nueva Jerusalén que se esconde de  las miradas, y que sólo a la voz profética le es dado  nombrar y describir. Para  Bosi, la conjunción entre horizonte utópico y tiempo perdido es el umbral en el  que se tensiona la promesa de otro tiempo,  que sólo la poesía alcanza. La poesía es la presencia y el sustento de un tiempo  distendido, tensionado entre pérdidas inenarrables y ganancias que apenas se  tornan ciertas por la voz poética, única en su capacidad de recordar aquello  que se le roba cotidianamente a los hombres. De allí, de hecho, el interés por  el aspecto coral de la poesía de Neruda, que aparece en “Poesía-resistencia” y  que, a un lector de la obra de Alfredo Bosi, inmediatamente le hará recordar un  estudio posterior como “Colônia, culto e cultura”.(2)
nombrar y describir. Para  Bosi, la conjunción entre horizonte utópico y tiempo perdido es el umbral en el  que se tensiona la promesa de otro tiempo,  que sólo la poesía alcanza. La poesía es la presencia y el sustento de un tiempo  distendido, tensionado entre pérdidas inenarrables y ganancias que apenas se  tornan ciertas por la voz poética, única en su capacidad de recordar aquello  que se le roba cotidianamente a los hombres. De allí, de hecho, el interés por  el aspecto coral de la poesía de Neruda, que aparece en “Poesía-resistencia” y  que, a un lector de la obra de Alfredo Bosi, inmediatamente le hará recordar un  estudio posterior como “Colônia, culto e cultura”.(2)
           Voces que  callan, voces que se escuchan, voces que se confunden: la modulación del habla poética es el tema de los demás ensayos del  libro en que se encuentra “Poesía-resistencia”. Pero tal vez sea este estudio,  que el lector podrá ahora leer en español, el más comprometido, y el más  apasionado de los ensayos de Alfredo Bosi. Al final, en él el horizonte  escatológico de un pensamiento que se atiene literalmente al discurso del  Apocalipsis cede, comprensivamente, a una generosa visión del “mito como  resistencia”. Aliado o en paralelo con el epos revolucionario, el mito permitiría reinstaurar, en la imaginación, tiempos  más generosos, desarmando con vigor la dominación y enfrentando con firmeza las  potencias de conservación de un presente inicuo. El sentido de justicia que  guía la crítica de Bosi, insisto, no se nutre en la creencia de un final de los  tiempos, o en una resolución final del sentido (recuerdo siempre que el apocalipsis es, etimológicamente, la revelación). El sentido está, y permanece, en la lucha y en la resistencia. He ahí  el ser y el tiempo de una poesía que evoca todo aquello que ya fue y aún no es,  trayendo a la página la vibración de una voz que habla de otro mundo, que no se revela sino como potencia: una potencia  muchas veces hecha de nada, o de casi nada.
 en paralelo con el epos revolucionario, el mito permitiría reinstaurar, en la imaginación, tiempos  más generosos, desarmando con vigor la dominación y enfrentando con firmeza las  potencias de conservación de un presente inicuo. El sentido de justicia que  guía la crítica de Bosi, insisto, no se nutre en la creencia de un final de los  tiempos, o en una resolución final del sentido (recuerdo siempre que el apocalipsis es, etimológicamente, la revelación). El sentido está, y permanece, en la lucha y en la resistencia. He ahí  el ser y el tiempo de una poesía que evoca todo aquello que ya fue y aún no es,  trayendo a la página la vibración de una voz que habla de otro mundo, que no se revela sino como potencia: una potencia  muchas veces hecha de nada, o de casi nada.
         Es así,  pienso, que se puede comprender el enlace final de “Poesía-resistencia”, cuando  la ginestra de Leopardi es recordada  como la flor flexible y dúctil que, obstinada, se sustenta en las escarpas de  un volcán. El escenario pedregoso y agreste al que convida la metáfora  leopardina, trabajada por Bosi, permite evocar otras tantas imágenes. A un  lector de literatura hispanoamericana, le hará recordar, acaso, la imaginación  precisa de aquello que puede el canto alegre de la resistencia, cuando de las  profundidades, ante las más aterradoras formas, hace subir su esperanza aérea:  “¿por qué, en los ríos profundos, en  estos abismos de rocas, de arbustos y sol, el tono de las canciones era dulce,  siendo bravío el torrente poderoso de las aguas, teniendo los precipicios ese  semblante aterrador? Quizá porque en esas rocas, flores pequeñas, tiernísimas,  juegan con el aire, y porque la corriente atronadora del gran río va entre  flores y enredaderas donde los pájaros son alegres y dichosos, más que en  ninguna otra región del mundo.”(3)
Notas
1. Bosi, Alfredo. O ser e o tempo da poesia. São Paulo: Companhia das Letras, 2000 [1977].
2. Cf. Bosi, Alfredo. “Colônia, culto e cultura”. Dialética da colonização. São Paulo: Companhia das Letras, 1992, p.11-63. El libro entero fue publicado en español (cf. Bosi, Alfredo. Cultura brasileña: una dialéctica de la colonización. Trad. Eduardo Rinesi, Jung Ha Kang. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2005). Ya el ensayo al que aquí me refiero fue también publicado en inglés. Cf. Bosi, Alfredo. Colony, Cult and Culture. Ed. Pedro Meira Monteiro. Trad. Robert P. Newcomb. Dartmouth, MA: University of Massachusetts Dartmouth, 2008. (Disponible para download gratis en http://www.laabst.net/.) Resulta interesante notar que el módulo de una investigación de la literatura por el sesgo contraideológico, que se encuentra en “Poesía-resistencia”, reaparece después, en fina clave interpretativa, en la idea de una “dialéctica de la colonización”, bien como en estudios posteriores. Cf. Bosi, Alfredo. Literatura e resistência. São Paulo: Companhia das Letras, 2002. Cf. también el reciente Bosi, Alfredo. Ideologia e contraideologia. São Paulo: Companhia das Letras, 2010. Por último, no podemos olvidar el “nudo ideológico” que la obra de Machado de Assis ofrece a un estudioso de la literatura contra-hegemónica como Alfredo Bosi, que hoy es, también, uno de los más importantes críticos machadianos. Cf. Bosi, Alfredo. Machado de Assis: o enigma do olhar. São Paulo: Martins Fontes, 2007 [1999]. Cf., también, Bosi, Alfredo. Brás Cubas em três versões. São Paulo: Companhia das Letras, 2006.
3. Arguedas, José María. Los ríos profundos. Madrid: Cátedra, 2000, p.379.
 
  