Una polémica rimada

Gustavo Pérez Firmat, Columbia University

     Si la poesía es participación, como solía afirmar José Ángel Buesa, ninguno de sus poemas ejemplifica el precepto de manera más concreta que “Carta a Usted,” una epístola en verso que vio la luz por primera vez en Bohemia el 15 de noviembre de 1953. En el poema, uno de sus más conocidos, Buesa se queja de las veleidades de su amada, a quien ha visto pasar del brazo de otro. Como tal, “Carta a Usted” se suma a una larguísima estela de obras, leve o ácidamente misóginas, que resaltan la inconstancia de la mujer. La diferencia es que aquí, en vez de ser el marido quien se queja de su señora, es el amante quien se queja de la infidelidad de la esposa de otro hombre. Como dijera Buesa años después, lo que trataba de evitar era que un “ménage à trois” se convirtiera en un “ménage à quatre.” El tema, pues, es la fidelidad dentro del adulterio.
     Tres semanas después de haber aparecido “Carta a Usted,” se publica en Bohemia “Contestación a Usted,” una réplica firmada por “La señora X,” supuesta destinataria de la misiva de Buesa. En su contestación la dama explica que ha engañado al poeta porque, falto de una “fuerte cabulla,” él no la satisfizo como amante. Poco después, Ernesto Montaner (quien años más tarde, y en otro país, se llegaría a conocer como “El poeta del destierro”) tercia en la cuestión con una “Carta a los dos” donde regaña tanto a la anónima señora como a su amigo José Ángel por ventilar sus intimidades en público. La próxima entrega es la “Carta a los cuatro” del humorista Arturo Liendo (para llegar a “cuatro,” cifra exigida por la rima con “teatro,” cuenta a la señora dos veces), quien pide un cese de la correspondencia, puesto que la gente ya está “harta de cartas.” Pero la baraja sentimental da para varias cartas más: no sólo “En nombre del amor” de la animadora Esther Costales, “Carta a todos” del autor radial Juan Herbello y “Mi consejo” de Arturo Somohano (director de la Sinfónica de San Juan, quien escribe desde Puerto Rico), sino todo un suplemento de la sección “Tele-Radiolandia” con nueve cartas nuevas, parte de la “avalancha de composiones” suscitadas por el poema de Buesa, según Francisco Vergara, el redactor de la sección (Bohemia, enero 31, 1954, págs. 52-53, 86).
     Las contestaciones—ocurrentes, chabacanas o ripiosas (a veces las tres cosas a la vez)—nos dan una vívida imagen de la cotidianidad de la época. En ellas inciden calles habaneras de sugestiva onomástica—Virtudes, Perseverancia, Industria—así como Galiano y San Rafael, la Esquina del Pecado. También desfilan personajes como El Caballero de París, La Marquesa de La Habana, La Engañadora, Pepito (el de los cuentos) y Adela (la que me lo dijo). Hay referencias a las novelas radiales de Félix Caignet, a las esculturas de Rita Longa, a Alfredo Nogueira y Herrera (Ministro de Obras Públicas), a la temporada de béisbol, al detergente Ace (para lavar los trapos sucios). También parodias de los célebres poemas de Buesa, “Poema de la Culpa” y “Poema del Renunciamiento.” Y no podían faltar, claro, las citas del Apóstol.
     La retahíla de réplicas y contrarréplicas por fin concluye en febrero de 1954 con una “Doble posdata” del propio Buesa. En ella el autor de Oasis afirma que, contra lo que han supuesto sus corresponsales, él no protagonizó la anécdota narrada en “Carta a Usted.” Su papel se limitó a ser el fingido cantor de las cuitas de un amigo a quien Buesa acompañaba cuando aquél vio a su amada con otro hombre.
     Aquí podría haber terminado la historia—pero no. Tres décadas más tarde, en sus memorias, Año bisiesto (1981), Buesa vuelve a la “polémica rimada” para hacer una rectificación final: la verdad es que él fue el interesado, el protagonista de la escaramuza meta-adulterina; mas acudió al subterfugio de achacarle el “caso” a un amigo para proteger la identidad de la dama, una figura conocida de la sociedad habanera.
     A continuación transcribimos el poema de Buesa tal como apareció en Bohemia y selecciones de las réplicas. Cabe añadir que esta versión de “Carta a Usted” difiere en varios puntos de la incluida posteriormente en Poeta enamorado (1955). Según el autor, el poema se publicó en la revista sin su consentimiento antes de que terminara de retocarlo. Todas las contestaciones, siguiendo el modelo del poema de Buesa, están escritas en alejandrinos pareados.

                                   *

Carta a Usted

José Ángel Buesa

Señora, según dicen, ya usted tiene otro amante,
lástima que la prisa nunca sea elegante…
Comprenda: yo no dudo que la asista el derecho
de compartir sus penas, sus goces y su lecho;
pero es triste y bonito que una mujer hermosa
se sienta un poco viuda sin haber sido esposa,
y el amor, cuando muere, cuando llega el olvido,
también tiene el derecho de un final distinguido.

Perdón, si es que la hiere mi reproche; perdón,
aunque sé que la herida no es en el corazón.
Y, para perdonarme, piense si hay más despecho
en lo que yo le digo que en lo que usted ha hecho;
pues sepa que una dama, con la espalda desnuda,
sin luto, en una fiesta, puede ser una viuda
—pero no, como tantas, de un difunto señor—,
sino, para ella sola, viuda de un gran amor.

Y nuestro amor, ¿recuerda?, fue un amor diferente
—al menos al principio—, ya no, naturalmente:
Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,
que, según quien lo mire, será hermoso o vulgar.
Usted era la flor que, según quien la corta,
es algo que no muere o es algo que no importa.
O acaso, cierta noche de amor y de locura,
yo vivía un ensueño... y usted una aventura.

Sí, usted juró, cien veces, ser para siempre mía:
Yo besaba sus labios, pero no lo creía…
Usted sabe —y perdóneme—, que en ese juramento
influye demasiado la dirección del viento.
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante
a quien tal vez le jure lo mismo en este instante;
y como usted, señora, ya aprendió a ser infiel,
a mí, así, de repente… me da pena por él.

En cuanto a mí, es posible que mi amor indolente
desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.
Tal vez alguna noche su puerta estuvo abierta,
y yo, en otra ventana, me olvidé de su puerta;
o acaso alguna tarde se iluminó mi vida
mirándome en los ojos de una desconocida.
Sin embargo, señora, yo, con sed o sin sed,
nunca pensaba en otra… si la besaba a usted.

Perdóneme, señora, si le digo estas cosas,
pero ni los rosales dan solamente rosas;
y no digo estas cosas por usted ni por mí,
sino por los amores que terminan así…
Pero vea, señora, qué diferencia había
entre usted que lloraba... y yo, que sonreía,
pues nuestro amor concluye con finales diversos:
Usted, besando a otro; yo, escribiendo estos versos.
[Bohemia, noviembre 15, 1953, pág. 44]

                        *

Contestación a Usted

La señora X

Caballero: De “industria” no quisiera llamarle,
pero usted lo parece por la forma de hablarle
a una dama. Comprendo: mas no tiene derecho
a decirlo en el tono y la forma que ha hecho.
Si me siento una viuda sin haber sido esposa,
quizás caliz he sido que no halló mariposa!
Si juré—no recuerdo—ser para siempre suya
fue creyendo ser trompo de una fuerte cabulla;
pero acaso, perdone, influyó más que el viento
la pasión, el deseo, la ilusión del momento…
Lo que dice posible de su amor indolente
puede ser, no lo dudo, si le es fiel a la mente;
pero yo no recuerdo que fallara una vez
porque siempre lo tuve, como un perro… a mis pies!
Las mujeres, poeta, no tenemos amantes
que nos sirvan de meros inocentes calmantes:
las mujeres—y digo, las que son como yo—
le entregamos el alma al que es hombre; al que no
le dejamos que viva su fugaz aventura
y marcamos el día de la infausta locura
con un hito que indica nuestra amarga experiencia,
pues no todos los hombres tienen eso: decencia!
Si no dice estas cosas por usted ni por mí,
¿por quién diablos las dice? ¿Ha leído a Martí?

            “De mujer, puede ser
que mueras de una mordida,
pero no empañes tu vida
diciendo mal de mujer.”

Si los dos caminamos por senderos diversos,
no se meta en mi vida: ¡Siga usted con sus versos!
[Bohemia, diciembre 6, 1953, pág. 48]

                                    *

Carta a los dos

Ernesto Montaner

Señora, José Ángel: perdonen que me meta
en lo que no me importa. Pero soy un poeta
y como tal, me duele, me entristece y me asombra
ver en la luz el beso que se engendró en la sombra.
Renegar de la boca que besamos con celos
es profanar el nombre del Dios que está en los cielos.
A los que amar no saben, les recomendaría
que tomen limonada cuatro veces al día.
Y si por una pena sienten el alma rota
que aprovechen las noches para ir a la pelota
donde podrán—sin besos de amor y bellas frases—
disfrutar de un terrible “home run” con tres en bases.
Y en vez de besar mucho con besos de pasión
tengan siempre en los labios un “chicle de balón.”
José Ángel: no niegues que estuviste a sus pies
igual que un “perro sato” y que más de una vez
olvidaste sus besos de “apasionada y loca”
por estrenar el beso que te daba otra boca.
Señora: si el fue un “perro” en sus mejores ratos
¿por qué tratarse ahora como perros y gatos?
“Caballero de industria,” dice con arrogancia
y en eso se equivoca, él fue PERSEVERANCIA.
Claro, naturalmente, fatigados de lunas,
los dos se ven ahora como simples LAGUNAS;
y porque no se buscan con la misma ansiedad
ni siquiera se tienen un poco de AMISTAD.
El amor que se pierde por esas latitudes
es porque nunca tuvo lo principal: VIRTUDES.
Hoy su nombre, señora, de boca en boca vuela;
¿sabe quién me lo dijo? pues me lo dijo Adela.
Hay vidas que parecen caminos enlazados
que al encontrarse forman esquinas de pecados.
Esto no lo digo ni por usted ni por él;
lo digo por Galiano y por San Rafael.
Mi consejo: que sigan por senderos diversos,
usted besando a otros; él escribiendo versos.
Y no cojan la historia de sus tristes amores
para amargar la vida de los pobres lectores.
[Bohemia, diciembre 20, 1953, pág. 88]
*

 

Carta a los cuatro

Arturo Liendo

Señora, José Ángel, Señora X, Ernesto:
Permítanme que meta la cuchareta en esto,
y que al igual que ustedes, queriendo hacer teatro,
les endilgue esta carta dirigida a los cuatro.
….
Ya que este lance es asunto de todos,
yo sugiero expansiones y recomiendo modos
para que se difunda hasta más no poder
este rollo de Buesa y la buena mujer.
Recomiendo guarachas con un ritmo exquisito
de Farrés, de Lecuona o de Niño Saquito.
Que se encargue a Caignet, con su pluma auroral,
lo convierta en melcocha de novela radial.
O el propio Buesa puede, cumpliendo una misión,
transportarlo a algún drama para televisión.
O también, y a reserva de que las crean fatuas,
Rita Longa pudiera hacerle tres estatuas.
Y Nogueira podría bautizar una calle
con el nombre de “Buesa, la señora y su talle.”
La cuestión es que nadie se quede sin saber
de Buesa, la señora y Ernesto Montaner.
….                              
[Bohemia, diciembre 27, 1953, pág. 46]

*

Carta a los cuatro

Enrique Nuñez Rodríguez(1)

Señora, José Ángel, Ernesto, amigo Liendo:
Ya van cuatro semanas que se la están comiendo…
con la carta que Buesa publicara hace un mes
y que Arturo no quiso dirigir a los tres.
(Pero este buen poeta se la endilgó a los cuatro
por resultarle fácil la rima con “teatro.”)
¿Que de quién fue la culpa si ella no lo quería?
Si esto acaba el problema: toda la culpa es mía.
Es mía, toda mía y mía solamente;
no habré de rechazarla, señor, inultilmente.
Hoy hablan de aquel beso, como un beso sagrado,
y el que más y el que menos su beso ha remangado.
Es cosa muy corriente, pasa todos los días;
lo que todos no saben es hacer poesías.
Por eso el gran poeta le dedicó su canto,
pero yo no esperaba que fastidiaran tanto.
¡Que te aproveche el beso, querido amigo mío!
(Y cuídese, señora, que Buesa es gandío.)
Buesa, tú buscas otro, y lo conseguirás;
la besarás de nuevo. ¡Y jamás lo sabrás!
Tu amor ardió en la sombra como una llama lenta,
pero hablando de besos, tú has perdido la cuenta.
No llores por el beso que te dio esa señora,
que a lo mejor resulta que fue “la engañadora.”
….
[Bohemia, enero 3, 1954, pág. 44]

                                   *

En nombre del amor

Esther Costales

Ernesto, Enrique Nuñez, Arturo Liendo, pido
tender sobre la “Carta” el manto del olvido.
Ni una más. Que produce tristeza el vapuleado
tema de lo que ha rato debió haber sido olvidado.
….
En nombre de esa excelsa palabra que es Amor,
no neguemos con “Cartas” su mágico esplendor;
¿por qué hacer de la esencia suprema de la vida
la exposición en versos de una intención torcida?
No es labor de poetas que saben esas cosas
macerar, por caídas, las ya vencidas rosas;
que el amor, lo sabemos, con ser grandioso, es eso:
tras el inebriante viaje el dolor de un regreso.

Por todo lo que “aquello” un día pudo haber sido,
pido de nuevo, amigos, el manto del olvido.
Buesa, no digas más. Siempre se abre un abismo.
Desde que el mundo existe ha pasado lo mismo.
Porque somos poetas sabemos de estas cosas…
¡Brindemos por las nuevas, prometedoras rosas!
[Bohemia, enero 10, 1954, pág. 46]

                                    *

Carta a todos

Juan Herbello

Esto empezó con Buesa, desde el poema suyo,
que encendió un avispero de escándalo y barullo.
Como quiero hablar claro aunque me hagan cisco,
vitupero la causa de tanto revolisco.

¿Qué resume la esencia del poema? Una dama
que un día amó al poeta… pero ya no lo ama.
Ritmo fugaz y breve de todo lo terráneo:
un coco que se rompe y ya no hace más cráneo.
Nada: un madrugonazo que le dan a cualquiera
porque hoy está de moda lo de la cambiadera,
y es de lo más corriente la experiencia mundana
de la boca que hoy besa y dice adiós mañana.

Si eso es pecado, exhorto a Buesa a ser honrado
y a que exhiba el “mea culpa” de ese mismo pecado.
Pues ha besado a muchas—para el amor no es lerdo—
y después les ha dicho: “Si te vi, no me acuerdo.”
Total—y si es mentira que mi lengua se hinche—
lo que le pasa a Buesa es que tiene berrinche.
La dama se le escurre indiferente y fría.
Cuando ella espanta el mulo, él le dice “alma mía.”
Parnasiano y sonoro en sus versos la alude
y hay que ver de qué forma la recontrasacude.
Le reprocha haber sido flor de un día en su abrazo
y con cada reproche le empuja un fotutazo.
Porque Buesa es poeta y de su angustia propia
arranca un alarido de trompa y cornucopia.
Y en cada alejandrino su propia rabia muerde
mientras le dice a ella hasta botija verde!
….
Ya finalizo. Antes déjenme que reparta
unos cuantos consejos al cerrar esta carta.
A Esther Costales, Liendo, Montaner y Enrique,
que el mundo siga andando y que nadie critique.
Buesa, que no se queje si otro amor se le escapa:
Le sobrarán amores mientras siga en la papa.
La señora que ha dado motivo a tanto fuste,
que no haga caso a nadie… y bese a quien le guste.
Y a la Señora X que defendió a esta dama,
que deje de hacer versos, que el fogón la reclama!
[Bohemia, enero 17, 1954, pág. 46]

*

Mi consejo

Arturo Somohano

Con perdón de dos damas, de Liendo, Ernesto y Buesa
me meteré en el lío, pues también me interesa,
y aunque vivo algo lejos de esa tierra cubana,
tengo allí mil amigos y adoro esa isla hermana.
Espero que BOHEMIA me otorgue amablemente
el favor de opinar, que lo haré brevemente.
El caso es muy sencillo: Asunto de una “saya,”
y esto no es nada nuevo en “lar de siguaraya…”
Por un romance tonto se armó el “rollo vigueta,”
que no lo desenrolla ni el mismo Querejeta.
Mas si el amigo Buesa quiere llegar a viejo
en vez de entristecerse, que siga mi consejo:
Usted va y busca el “pollo” (yo sé que es su vecina),
y la lleva al mercado, a tomar “sopa china…”
Si el ambiente le disgusta y “no traga la frita,”
camine a la piquera y vuele al Floridita.
Invítela a la cena. Dígale con dulzura
que el “chisme” ya ha pasado. (Y esto se lo asegura.)
Mientras esté cenando no piense abandonarla,
porque “se la levantan” tan solo con mirarla…
Susúrrele al oído ese millón de cosas
que repetimos siempre a las chicas hermosas;
dígale que la quiere; tómela de la mano
y vuelva a enamorarla con un cuento cubano.
Si tiene que llorar, “eche su lagrimita…”
porque hoy el que no llora, no tiene su amiguita.
Que crea que es verdad todo lo que le ha dicho,
y así retendrá usted ese “dulce capricho.”
Si sigue mi consejo, José Ángel, le auguro
que usted pondrá a ese “pollo” en un terrible apuro,
porque dama no hay, que tenaz se resista
a las tiernas palabras de un artista…
Y esta es la forma, creo, para solucionar
un lío que si sigue nunca va a acabar.
[Bohemia, enero 24, 1954, pág. 48.]

                              *

Carta a los cinco

El caballero de París

Si la mujer al hombre con sus besos premia
no es para publicarlo en la revista BOHEMIA,
ni es para que se metan Liendo y Montaner,
olvidando sus cosas, en cosas de mujer.
Discutan los autores con mano dura y franca
acerca de los yerros que hay en “La Rosa Blanca.”
Yo, por eso, ese guante que lanzó Liendo
recojo y a los cinco les estoy escribiendo,
pues creo que ese lance de amor que tuvo Buesa
lo tuvo con mi amiga de parques “La Marquesa,”
y esa no me la ofende ni Buesa ni Sansón
ni el más leve rumor del mar del Malecón.

¡Oh, yo he visto una noche al poeta de moda
leyéndole a mi amiga, en el parque, una oda!
Y sé bien que después, celoso o por despecho,
hizo el “Soneto del amor insatisfecho.”
¿Qué quería el poeta de la Marquesa fiel,
que arrebatara el mambo y se fuera con él?
….
[Bohemia, enero 31, 1954, pág. 52]

                                    *

Carta a los cinco

Tony Fergo(2)

Reconozco que Buesa, que es un hombre medido,
romántico y amable, luce un poco atrevido
contándole a la gente de la fulastrería
de esa pobre señora, aunque en la opinión mía,
esa tan noble dama, con sus ojos de soles,
manda—sin duda alguna—tres pares de bemoles.
Acepto como bueno, que Ernesto en la batalla,
argumente gracioso, tirando una toalla…
Pero eso sí, que Liendo, haga una intervención
y sugiera canciones de Farrés y Saquito
o de Ernesto Lecuona, yo no se lo permito,
porque me quita el chance de entrar en la demanda,
a través del prestigio de tanta propaganda.
O es que Liendo, mi amigo del “coco” trimotor,
no recuerda que soy también compositor…?
Y si con este truco, todos hablan de sí,
¿por qué diablos, señores, no mencionarme a mí?
Claro que ya a inspirarme renuncio, porque creo
que a esta altura parece lo mío un goleteo,
y dejo el campo libre para los otros tres,
que son Ñico Saquito, con Lecuona y Farrés.
Pero dejo constancia desde este mismo día,
que la nueva “Señora” de Buesa, va a ser mía.
Que en el mismo momento que ella le juegue “fula,”
que él empuje otro verso, que ella espante la mula,
que él publique la carta, y ella le llame perro;
que Montaner resurja desde su actual encierro,
y Liendo meta baza en las conversaciones,
yo habré ya producido veinte o treinta canciones,
o mambos, o guarachas, o simples cha cha chás,
pero lo de este viaje no me pasa jamás,
que sólo me mencionan si me cuelo de un brinco
a través de esta carta que le escribo a los cinco.
[Bohemia, enero 31, 1954, pág. 86]

                                    *
Doble posdata
José Ángel Buesa

                                    I

Posdata a la “Carta a Usted”

En su país de orquídeas y de garzas, Señora,
la vi, una vez, de lejos. Quizás usted lo ignora.
Recuerdo todavía su rubia cabellera
fulgurando en la noche, como si amaneciera.
Recuerdo la blancura patricia de su mano,
y sus ojos azules y su gesto mundano.
Sólo la vi de lejos. Fue apenas un instante.
Y usted pasó, Señora, del brazo de su amante.

Yo, argonauta de otoño, no era más que un viajero,
visitante de ruinas, con el talón ligero.
Recuerdo bien la arcada de puertas carcomidas,
con sombra de otros pasos, con polvo de otras vidas.
Y usted pasó, sin vernos, ni a mí, ni a aquel amigo
—¿ya sabe quién, Señora?—que estaba allí, conmigo.
Quizás él fue imprudente o injusto en su reproche.
Y yo escribí unos versos para usted, esa noche…

                                    II

Posdata al “Epistolario Satírico-Galante”

Perdón, si el indiscreto filo de mi epigrama,
involuntariamente, pudo herir a otra dama.
Perdón, doctos señores de la maledicencia,
por cualquier semejanza, por cualquier coincidencia.
Perdonadme el relato vulgar, señoras mías,
pensando que estas cosas pasan todos los días.
Y perdón, sobre todo, si acaso se dilata
más de lo necesario mi lírica posdata.

Permitidme, por último, que intente el comentario
de los participantes de este Epistolario:
del que aprendió la ciencia de ser alegre y triste,
del que aguza una sátira, del que remienda un chiste,
de alguno que defiende románticos principios,
o de aquél que me ataca sin razón y con ripios.
Pues yo, que acuso a veces, pero que no condeno,
sólo escribí un poema sobre un amor ajeno.
[Bohemia, febrero 7, 1954, pág. 42]

 

Notas

1. Autor radial y de televisión.
2. Antonio Fernández Gómez, publicista y compositor, autor de “Luna lunera” y “Alma vanidosa.”