Los pares, los jimaguas, el doble

Magali Alabau

Los pares, los jimaguas, el doble.
El narrado poema de dos, largo como un papiro.
Cortada en dos mitades, un centípedo.
Shiva con cuatro manos, cuatros pies y cuatro patas.
Electra, Clitemnestra, dos voces.
Una voz que gime, una araña. Clitemnestra es agua,
mar, lago, pozo. Electra, cráter, un cuchillo, hacha.
Clitemnestra baja de espaldas la escalera de Micenas.
Electra transformada Medusa, una pantera con agallas.
Dos víctimas de la pasión de una.
La fuerza del mal triunfa, decir lo que en los sueños
nos dicen es demencia, monstruosa canallada. Poesía, divina
locura, aristocrática fase de la luna, símbolo entre palabras.
Hermana, una, lúcida sombra, la otra, trastornada.
Una casa de interminables patios que se extienden
entre Cuba y el Norte. Gemelas, confesándose en la cama,
una sin cuerpo, la otra sin alma. Obsesiones, recuerdos,
rechazos, fiebres que pasan de hermana a hermana.
Los jardines jimaguas, dos jardines perdidos.
En la isla transcurre el sordo mudo episodio.
En el subway, el papel chorrea tinta,
chorrea sangre como en Getsemaní.
La furia neoyorkina, la extremaunción diaria.
Dios es dos, el bueno, el malo, destructor de pueblos,
iracundo, impaciente, majadero. El otro Dios,
sufriente, carga la cruz (no un Cadillac), advierte:
El príncipe de este mundo es ciego.
Un poema, verdad. ¿Quién habla?
La máscara condena, dicen que la vida es bella,
que hay que ver el lado bueno de las cosas.
Yo digo hay que ver el obsceno rasgo de los hechos.
Hoy el terreno en Gaza no es tan bello
ni los cráneos requemados en Cambodia.
Una modalidad de tortura y asesinos.
El caos trae orden, la máscara al rostro mutilado.
La poesía vasalla de emociones es numen,
profecía y ménade, es lo revuelto, lo extraviado,
la piedra de los rituales órficos, la purificación
de Casandra, el sacrificio sin sangre.
Sin terribilidad, objeto de museo, obra de galería,
careta del corifeo griego pretendiendo imparcial
cocinar las palabras. Palabras, diccionario y arreglos,
cánones, formales diseños de las letras,
perfectos párrafos, títulos en latín vacuo.
La realidad, una referencia,
sin imaginación, indigencia desnuda.
Qué es el poema sino conciencia de los peces,
de los astros, del charco y de las dentaduras,
del último suspiro de los ajusticiados, del trote
obligado de Bonhoeffer antes de ser ahorcado,
del tren que va hacia Auschwitz, del llanto
de los niños en las desoladas calles de Rumania.
Encerrada en una torre, La Palabra.
Que nos tiren piedras por adúlteras,
por blandengues desviados, por ladrones,
porque no obedecemos las leyes de los padres.
Deseemos la epidemia de las ranas
pensando en la venganza y el castigo.
Todo esto aparece en La Palabra.
Γνωσις, concepto arqueológico, lo femenino
escondido entre líneas nos salva.
Hay que hundirse en ese basurero de Calcuta
con la mirada fija en el otro círculo de la serpiente.
La representación nos la dan con un cupón
y tranquilos nos vamos a la cueva
a encender velas y la televisión.
Dos cabezas, una acá, la otra allá, ir a Ilión.
Allá se encuentra el Tártaro; también acá.
No se equivoque, Compañera.
Perséfone y Deméter, las dos diosas,
cuando se pierde una, la otra la rescata.
Dos Mujeres, el erótico recluso nos devuelve
el oso abandonado que hemos sido.
Dos décadas sin escribir, vuelven las voces.
No hablo ya de dos, hablo de una mujer, yo,
que oye una voz, otra voz y otra voz.

                                      31 diciembre, 2012