Obama condecora al profesor Roberto González Echevarría

El destacado académico es el único cubano en recibir la Medalla Nacional de las Humanidades

Redacción CE, Madrid, 3 de marzo de 2011

     El presidente de EEUU, Barack Obama, condecorará hoy con la Medalla Nacional de las Humanidades al profesor de Literatura Comparada Roberto González Echevarría.
     Doctorado en lenguas románicas por Yale en 1970, González Echevarría ha recibido doctorados Honoris Causa de Colgate University en 1987, la University of South Florida en el 2000, y Columbia University en el 2002.
     En 1999 fue electo a la American Academy of Arts and Sciences. En noviembre de 2002 la Universidad de Puerto Rico, Arecibo, celebró un simposio en honor suyo. En 2004 la revista Encuentro de la Cultura Cubana le hizo un homenaje.
En Yale, González Echevarría imparte cursos de literaturas hispánicas de ambos lados del Atlántico. Exiliado cubano, ha sido jefe del Departamento de Español y Portugués de Yale durante 16 años y también ha dirigido el Programa de Estudios Latinoamericanos.
     Como jefe del Departamento de Español, González Echevarría mantuvo vivo en esa famosa universidad el estudio de la literatura española, cuando el auge de la hispanoamericana ha postergado la peninsular en los estudios hispánicos en Estados Unidos.
     Su obra seminal Myth and Archive: a Theory of Latin American Narrative, recuerda la Casa Blanca, es “uno de los trabajos académicos más citados en la literatura en español”. La obra recibió premios de la Modern Language Association of America y la Latin American Studies Association.
     El novelista Edmundo Paz Soldán ha escrito que la obra de González Echevarría es “monumental”, y Harold Bloom, que González Echevarría es el “mejor crítico de literaturas hispánicas, peninsular e hispanoamericana, vivo hoy.”
Entre los libros de González Echevarría se destaca, además de Myth and Archive, The Pride of Havana: A History of Cuban Baseball (Oxford, 1999) ganó el primer Dave Moore Award, publicado en español como La Gloria de Cuba, en 2006.
     Otros libros de González Echevaría son: Relecturas (1976), Calderón y la crítica (1976), Alejo Carpentier: The Pilgrim at Home (1977), Isla a su vuelo fugitiva: ensayos críticos sobre literatura hispanoamericana (1983), The Voice of the Masters: Writing and Authority in Modern Latin American Literature (1985), La ruta de Severo Sarduy (1986) y Celestina's Brood (1993). Fue co-coordinador de la Cambridge History of Latin American Literature (1996), publicada en español por Gredos, y ha sido además el editor del Oxford Book of Latin American Short Stories (1997).
El Fondo de Cultura Económica de México dio a conocer la traducción de Myth and Archive (Mito y archivo), Colibrí de Madrid de Celestina's Brood (La prole de Celestina), y Verbum de The Voice of the Masters (La voz de los maestros). En el 2002 el Fondo de Cultura publicó Crítica práctica/Práctica crítica, colección de ensayos sobre literatura hispanoamericana. González Echevarría ha publicado con Cátedra, de Madrid, ediciones críticas de Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier, y De donde son los cantantes, de Severo Sarduy. En 2005 la Yale Univiersity Press publicó Love and the Law in Cervantes (que sacó Gredos en 2008 como Amor y ley en Cervantes) y Oxford, Miguel de Cervantes’ Don Quixote: A Casebook. Su obra más reciente es Cuban fiestas, publicado por la Yale University Press en 2010. Escribe en la actualidad Modern Latin American Literature: A Very Short Introduction para la Oxford University Press.
Autor de cientos de artículos y reseñas en revistas norteamericanas, latinoamericanas y europeas, González Echevarría es colaborador del New York Times Review of Books y otras publicaciones periódicas como The Wall Street Journal, The Village Voice, The Nation y USA Today. Su obra ha aparecido en inglés, español, portugués, francés, italiano, alemán, polaco y persa.
     Junto a González Echevarría también serán homenajeados con la medalla de las Humanidades, mitos de la literatura contemporánea estadounidense como Phillip Roth, autor de American Pastoral y otras 23 novelas, o Joyce Carol Oates, creadora de hitos como Black Water.
     Entre la veintena de premiados se encuentra también personalidades como la actriz Meryl Streep, el cantante James Taylor y la escritora Harper Lee, autora de To Kill a Mockingbird, por su “poderosa declaración sobre la lucha por la igualdad en EEUU”.
     También recibirá este homenaje el músico Quincy Jones por sus invenciones de “híbridos musicales” que funden estilos tan variados como la música brasileña, el jazz o el hip-hop.
     Con este galardón serán también agasajados artistas como el pianista Van Cliburn o el escultor Mark di Suvero.

 

La Fiesta de Alicia

Toni Piñera y Rosita Coppelia

     ALICIA ALONSO, simboliza una vida entera, larguísima, dedicada a la danza. La gran bailarina, esa que emerge real, espontánea, pura, como el movimiento, en estos días de diciembre (21) siempre tutea las memorias, está de fiesta. Tutea el tutú. La culpa, claro, la tiene el totí. Es su aniversario. El de Alicia Tutú. Por eso, la víspera, la sala García Lorca del GTH, su casa, la escena donde tanto nos ha conmovido y removido, volvió a iluminarse de manera especial. La noche resultó afocante: volvimos a presenciar el milagro de la ciencia forense en que se ha convertido cada una de las últimas interpretaciones de Giselle. Amigos, admiradores, colegas, alumnos y profesores, rindieron homenaje a la Maestra en tan significativa fecha.
     Alicia, la artista que audazmente ha esgrimido siempre el verbo sorprender, dejando en el tiempo la huella fértil de su genio y su sensibilidad, la poesía de sus movimientos, cosiéndonos recuerdos, cada vez más nuevos, fue esta vez sorprendida del lado del aplauso y por su pueblo, ese a quien tantas alegrías ha obsequiado en este tiempo.
     Las cortinas de las centenarias tablas se descorrieron para dar paso a una sencilla pero hermosa Gala —dirigida por Raúl Martín— que tuvo momentos de alto vuelo. Fue un Homenaje de la danza y otro de la música, "musas" que siempre han escoltado a la tricentenaria Alicia en el tiempo.
     Varios nombres se conjugaron en la obra ParAlicia que abrió el espectáculo. En primer lugar, Frank Fernández, quien creó una sutil música para hacer el recuento de tanta vida, energía y ánimo sobre la escena, "y que representara el espíritu de la danza, que transitara entre los misterios del arte y culminara en tributo…" al decir del maestro. La música de Frank Fernández hizo el milagro. Volvimos a ver Alicia, aguerrida, como una Walkiria de la Revolución, bailando al conjuro de esa música sutil, el ballet Avanzada. Dicho y hecho. Concluida la función le encasquetaron (casi llega a tiempo para el casquet) la Orden de Avanzada que entrega el Sindicato del Ballet Nacional de Cuba. Tania Vergara, la destacada coreógrafa que moldeó el ritmo con los movimientos y nuestra Viengsay Valdés —extremadamente lírica y perfecta—, fue el alma en el escenario para conmovernos nuevamente y subrayar (en caso de que alguien lo haya olvidado) que Alicia sigue bailando. Como el Coma Andante coma andando. En escasos diez minutos con un piano en la escena, una silla claveteada al escenario, y la cámara negra se recordó sin palabras. Y sin zapatillas. Total que no hacía falta mucho para recordar de lo lindo. Viengsay sola y luego acompañada por el juvenil Yadil Suárez aportaron un instante singular, con la original coreografía que en los finales acercó a Alicia en imágenes sobre una lejana pantalla, girando y girando hasta transformarse en paloma, mientras los bailarines la observaban sentados en las tablas… y Viegnsay desaparecía. Solo quedaba daba dando vueltas por la sala, desorientada, la paloma del Espíritu Santo de Alicia, el malévolo cisne negro montado en una indefensa paloma. Después Alicia bailó Turandot en estreno assoluto, y obra con la que, según trascendió, hará próximamente una gira por los Barrio Chino de La Habana, de Nueva York y de San Francisco. 
     La soprano Johana Simón, solista estable – había otras de donde escoger, pero no eran tan estables como esta – del Centro Nacional de Música de Concierto de La Habana (CNMC), quien recientemente obtuviera el Premio del Concurso de canto Grande Voci, en Salzburgo, Austria, acompañada al piano por Dania Rodríguez aportó un tiempo lírico. Primero, con Habanera (música de Pauline Viardot y texto de Louis Pomey), y después con Estrano… ah fors’e lui…sempre libera (escena final del primer acto de la ópera La traviata, de Verdi), lo que constituyó una grata ofrenda sonora, muy ovacionada por Alicia que parecía tan extraviada como la traviata. Y sobre todo, un gran gusto acercarnos a esta joven y talentosa cantante, quien a sus excepcionales cualidades vocales y a su dominio musical y estilístico, suma el raro don de la expresividad escénica.
     Polito Ibáñez abrió el segmento del homenaje del populo, y llegó con dos canciones de su original acervo creativo. Las cosas simples y Enamorada del viento (especialmente dedicada a Alicia) a quien dijo allí que siempre admiró y conoció sobre las tablas cuando era aún estudiante del ISA, y a quien quiso hacer una canción—muy singular y hermosa— que vio la luz en la gala, por todo el tiempo que la dicha gala se mantuvo encendida. Después ocupó el espacio Ivette Cepeda y el grupo Reflexión. Fue un momento para reflexionar y dar gracias a Alicia. Ella (Ivette, claro) trajo Mariposita de primavera, Quiéreme mucho y la muy aplaudida Tú eres la música que tengo que cantar, con música y letra de Tony Pinelli, que resultó un punto alto de la ceremonia. “Y la que yo tengo que bailar,” respondió Alicia alucinada, y ya se levantaba cuando hubo que ponerle una camisa de fuerza y sujetarla al asiento. La noche cerró con Sacrilegios (versiones libres de conocidos temas de la música cubana) de la mano de Ernán López-Nussa (piano) y Habana Report, que motivó al auditorio con la manera especial de interpretar esas tradicionales creaciones nuestras con matizados toques jazzísticos.
     Una sonora y enorme ovación entregó el público a los músicos, para luego, dirigirla a Alicia, cuando un haz de luz iluminó su butaca. La luz cayó sobre ella, inmisericorde. Allí, entre aplausos, recibió de manos de Abel Prieto, ministro de Cultura, un hermoso ramo de flores. En la cinta del ramo se leía: Alicia, la Zapatilla Cederista. Emocionada, sorprendida esta vez y feliz, agradeció tantas alegrías que aún continuarían…
     Fue una noche cuajada de símbolos. Camino al Complejo Morro-Cabaña donde la Maestra esperaría el aniversario 900, 0000 junto con los amigos, siguieron las sorpresas. Sobre las centenarias piedras que conforman el Castillo de La Punta apareció Alicia bailando sus más que centenarias pies. Unos proyectores reflejaban a la bailarina en diversos ballets a los que prestó su piel. Allí tuvo lugar el estreno del ballet Johnny Guitar, protagonizado por Alicia (coreografía de Abel Prieto; vestuario de Miguel Barnet y música de Silvio Rodríguez). Y vino a la memoria Lezama Lima que fue el primero que habló de su obra fundacional, que la comparó con elementos autóctonos de nuestra nacionalidad, del acervo cultural, como emblema cimero de cubanía… Alicia es un símbolo que camina hacia la eternidad, como recordó un día Miguel Barnet (que también camina a la Eternidad, y también prestó su piel a muchos ballets). Es también Cuba, ¡ya no nos caben dudas! Ella, la Apóstola, nos guía.

Granma, 22 diciembre

 

 

Las zapatillas de Alicia

José Martí, de mármol presente y parquecentralizado

El sol está de madre, y también la hambruna,
y cerrada la bodega, y Alicia
cegada por la avaricia
solo piensa en estrenar su tutucito de pluma.

“Vaya la diva divina”,
dice Abel, y le da un beso:
“Vaya mi cáncamo avieso
a aplaudir en la tarima.

“Yo voy con esta achacosa,”
Le dijo la tatatatatatarabuela:
“Mírate, no das más que pena,
Giselle, ¡no salgas más de la fosa!

Ella va de todo juego,
con corsé, andamio y careta:
el corsé aprieta que aprieta…
inútil… se sale el hollejo.

Vienen a verla pasar,
¿Cuándo se acabará de ir?
Alicia se echa a reír
Y el teatro rompe a llorar.

El aire fresco despeina a Alicia,
que quiere bailar
muy oronda: - Dime, mamá
¿tú crees que yo estoy vieja?

Está el teatro muy lleno:
y abarrotada la sala:
ministros y generalas
y hasta el Coma andante relleno.

Está Raúl, con tantos grados,
y Barnet con su cimarrón,
y hasta Nancy Morejón
con Pablo Armando curdeado.

Conversan en la platea,
sentados entre señoras,
Retamar y su ralea:
¡ya subirá la marea!...

Sube el telón. Sale Aliciana
Se arrodilla ante Raúl:
“Seré buena, vuelvo al baúl
¡bailaré de miliciana!”

“¡Esta bruja caprichosa!
No hay tarde que no me enoje:
Anda, pero antes recoge
la zapatilla apestosa.”

 

Libros recibidos

     Ha llegado a nuestra redacción El instante raro (Antología poética) de Fina García Marruz. La cuidadosa edición, publicada por la Editorial Pre-Textos (2010), estuvo a cargo de Milena Rodríguez Gutiérrez (La Habana, 1971), quien realizó además la selección de los poemas y escribió el prólogo. Se trata de una edición tan ambiciosa como de absoluta importancia no solo para los interesados en la obra de García Marruz en particular, sino también para los estudiosos de la producción poética del grupo Orígenes, y de la poesía cubana en general. El instante raro (448 págs., sin contar las del índice) ofrece una selección de la poesía de Fina García Marruz que se extiende de Las miradas perdidas (1951) hasta Habana del Centro (1997), además de incluir otros poemas de la edicióncubana de Obra poética (2008). El prólogo “Fina García Marruz: entre la extraña familia de lo escondido” va más allá de la mera introducción y constituye un verdadero estudio, muy bien documentado, de la obra de la autora de Visitaciones. La bella edición es una indudable contribución a hacer visible un tesoro que, desafortunada (aunque no inexplicablemente) había estado oculto para muchos lectores.
     También de Milena Rodríguez Gutiérrez hemos recibido con alegría su poemario El otro lado editado (2006) por la Editorial Renacimiento. Milena es también autora de los poemarios: El pan nuestro de cada día (Premio Federico García Lorca, Universidad de Granada, 1998), Alicia en el país de Lo Ya Visto (Diputación de Granada, Maillot Amarillo, 2001) y, entre otros cuadernos: El resto es silencio (Cuadernos del Vigía, Granada, 2000) y Saliendo de la noche (Universidad de las Islas Baleares, 2001). También tiene a su haber la antología de poemas de Rubén Martínez Villena Insuficiencia de la escala y el iris (2002). Ella ha codirigido la revista de literatura Letra Clara de la Facultad de Letras de la Universidad de Granada.
     En 2009 la Editorial Corregidor (Buenos Aires) publicó La idea del mal en el siglo XIX latinoamericano, de Esteban Ponce Ortiz (Quito, 1967). Ponce Ortiz, crítico literario y catedrático de Literatura y Cultura Latinoamericana en la Universidad de Virginia en Wise, realizó estudios universitarios en la Universidad de Maryland, en la Universidad Católica de Quito y en el Colegio Mayor San Gregorio de Quito. La idea del mal propone un recorrido crítico sobre una serie de fragmentos del pensamiento poético del mal en la América Latina del siglo XIX. Conforme avanza, configura una orla, una silueta del proceso (siempre inacabado, siempre como promesa) de consolidación de la voluntad literaria por definir un espacio para la soberanía poética. El discurso poético encuentra en la idea del mal el vehículo más apto para dar forma a su soberanía, al mismo tiempo que confronta el sentido de la moral tradicional y toda la carga asociada a su herencia. De Andrés Bello a Rubén Darío y José Martí, La idea del mal repasa, escruta y re-evalúa con originalidad el desarrollo y las tensiones que animaron las poéticas latinoamericanas decimonónicas, y el rol articulador que tuvo la noción del mal en las mismas.
     Hasta ahora, Bonifacio Byrne no había sido sino un poeta patriótico que tuvo, si acaso, un breve flirteo con el modernismo. Pero luego todo volvió a la normalidad. El único poema suyo que los cubanos conocen (y no siempre completo) es el ripio “Mi bandera.” Eso había sido hasta ahora el poeta matancero: el poeta de la bandera. Fuera de Cuba, por supuesto, puede decirse que era casi desconocido. La reciente edición de ¡Cómo tiembla! ¡Cómo tiembla! Poesía y Prosa de Bonifacio Byrne. El tic diabólico y raro del modernismo hispanoamericano (Stockcero, 2011), realizada por Francisco Morán, significa una reevaluación de Byrne como poeta modernista. En este sentido el aporte sustancial de esta edición lo constituye la reedición de Excéntricas (1893), poemario de obvia filiación modernista que desató una fuerte reacción por parte de los críticos, a los que el libro tomó por sorpresa. Hay que insistir en que, hasta ahora, este título no había conocido una segunda reedición. A esto hay que añadir que se trata de una edición crítica y minuciosamente comentada.

 

La Parada de José Martí

El Señor don Pomposo

     “¿Le subieron la Parada?” “¿Le cambiaron La Parada? “¿Ya no pasa por la Plaza de la Revolu? ¿Ni por el Versalles?” “Pero ¿tú no me digas que le quitaron la Parada del Parque Central?” “¿Y dónde se le ponen las flores?”
     Estas son unas pocas de las preguntas que les escuchamos a los cubanos que se pusieron ansiosos tan pronto como escucharon lo de la Parada de José Martí. La confusión llegó a tal punto – nadie entendía qué tenía que ver Martí con una parada – que aunque el anuncio se hizo en Jaialía, la cosa fue a dar del otro lado: a la mismísima Habana. Desde luego, reconozcamos que hablando en cubano, la frase no ofrecía muchas posibilidades interpretativas. O le habían subido la parada a Martí – lo que quería decir que, para variar, nos había llegado a nosotros el momento de pedirle cuentas –, o se la habían cambiado: de ser este el caso, eso significaba que había que irse a coger al Maestro a otro lado, a otro parque, a otro restaurant. Lo primero era casi impensable, una profanación, aunque, por lo mismo – reconozcámoslo, que estamos en familia – una tentación. Lo segundo no tenía sentido: si ya estaba en todas partes, ¿a dónde podían haber trasladado el busto o la estatua de frente entera, que no estuviera o hubiera estado ya allí?
     Los ánimos se caldearon tanto que alguien, no sabemos quién, tuvo que emitir un comunicado que fue publicado por Tampa Times (más conocido en la comunidad por el Tete). Allí se informaba con lujo de detalles y en un español neutral (cualquier cubanismo solo hubiera empeorado las cosas) que donde se había dicho PARADA debió leerse DESFILE. Eso, que se trataba de un DESFILE y – se aclaraba de paso – Martí no iba a desfilar. En su lugar participaría una flotilla de reproducciones de bustos suyos de los que aparecieron en la exitosa serie televisiva Martí Te Vé, y que fue producida por el broadcasting La cadena. También iba a participar una banda; es decir, otra: una banda con todos los hierros y que iba a dejar chiquitas a todas las que vinieron antes. Y hasta un par de carrozas con nombres muy martianos: La cosa blanca y La jiña de Guatemala. Hay que decir, sin embargo, que el comunicado sólo calmó parcialmente la agitación inicial, porque en el cartel en que se informaba de la Parada de Martí (y ahora se nos ocurre que esto se prestaba a una tercera interpretación) también se leía, con mucho orgullo cubiche: “Ven ser parte de la tradición.” ¿Qué quería decir esto? ¿Había algún mensaje subliminalmente anti-martiano? Donde se leía “Ven ser,” ¿no podía haber una invitación a “Vencer” la tradición, a acabar con ella? ¿Cuál? ¿La de honrar a Martí? ¿La de hacer una parada junto a cada busto hasta completar la novena? De nada sirvieron las estampitas ni los detente con la imagen del sagrado corazón de Maestro, porque la gente se comió los pastelitos, agitó la banderita, y se fue con la duda de si el mundo no había finalmente llegado a su fin, de si Jaialía seguía siendo Jaialía, la misma que había visto nacer tantas generaciones de pinos nuevos para verlos partir a toditos trajeados de pinotea.

 

Nos fuimos al ACLA, en Vancouver

     Entre las mesas que más se destacaron en la última conferencia del ACLA (American Comparative Literature Association) estuvo Critical Journeys. Travel and Writing in Latin America, que fue organizada por Mariana Amato (Universidad de Kentucky) y Lena Burgos-La Fuente (SUNY Stony Brook). ¿Y como no iba a llamar la atención una mesa que reunió a tantos colegas de dudosos orígenes, y con hojas de vida (o expedientes policiales) tan complicados como (y solo mencionamos a unos cuantos): José Quiroga (Emory University), Licia Fiol-Matta (Lehman College-CUNY), o Karina Miller (California State San Marcos), la mismísima Amato y Mariano Siskind (Harvard University)? No hay que extrañarse, entonces, que esa mesa resultara ser una de las más escandalosas de toda el ACLA. Porque, a ver, ¿de qué no se habló ahí? Ruinas, baños públicos (cándidamente llamados Purgatorio), monstruosidades, hinchazones, judíos rusos, y hasta de Martí montado en mula. Aquello fue un horror. Y menos mal que el segundo día la ciudad nos regaló su poquito de sol, porque intentar salir de cada una de las sesiones de esa mesa era como querer escapar de Pompeya en balsa. Tanto nos entusiasmamos, que hasta se habló de armar otra mesa para la próxima conferencia del ACLA con los mismos cabecillas. 
     Desde luego, Quiroga - ¿quién más? - no quería fotos del grupo. Empezó a aterrorizar a todos diciéndoles que nadie sabía de lo que podría aparecer en La Habana Elegante al pie de esa foto. Claro, a él menos que a nadie le convenía esta nota. Pero su campaña no tuvo éxito. Y aquí está la foto.
     Sí debemos aclarar que, con La Habana Elegante, viajaron a Vancouver unos cronistas del periódico Guáimaro que estaban buscando contratar un barítono y un tenor para la causa cubana. La mesa no era sobre Cuba, pero en fin. No obstante, la competencia animó a los participantes y a la concurrencia, bastante numerosa, por cierto. Sobre todo porque los triunfadores recibirían nada menos que un surtido completo de Ozumulsión, producto que, para gente que viaja tanto, resulta una necesidad lo mismo que un lujo (por lo caro que es). Tanto fue así, que Lena, Licia, Mariana, María Inés, Karina, Alejandra, Stephanie y Julie Irene protestaron por lo que consideraron una escandalosa exclusión de las mujeres. De modo que aunque el anuncio solo estaba dirigido a los caballeros, al final se abrió la competencia a sopranos, suprasopranos, mezzosopranos, etc. Karina ganó el premio de soprano y con ello también un viaje a La Habana (para que escriba otro paper) donde cantará Flores negras. Licia ganó el premio del Jurado y viajará a Santiago de Chile donde cantará Bésame mucho. El premio para tenor fue compartido por Mariano y Héctor García, quienes han sido invitados a viajar a la Isla de la Juventud. Allí cantarán el bolero Tengo de Nicolás Guillén. Quiroga se adueñó del premio al mejor y único barítono por su extraña habilidad para variar de todo lo que le permite cantar en los registros más inimaginables. Por su excepcional talento ha sido invitado por el Gran Gran Teatro de La Habana a interpretar el papel de Martí en la zarzuela Dos Patrias, con música de Abel Prieto. Quiroga es esperado en La Habana con los brazos abiertos, lo cual puede ser un motivo de preocupación.