José Enrique Rodó

                                    Para Andrés J. Montolío

Tulio M. Cestero

     Envueltos en la bancarrota de la Fe las escuelas y los maestros se han ido y só1o se escuchan en los cenáculos manifestaciones individuales, fórmulas puramente personales, que agrupan unos pocos espíritus sugestionados por lo nuevo, pero que, a la aurora siguiente, se dispersan dejando tras sí un florilegio, páginas de antología que son unos como jalones luminosos que guían a través del desierto “la caravana de la decadencia”.
     Las almas modernas, llenas de la inmensa espectación de que habla Renán, indecisas, laxas, enfermas, se detienen a escuchar las voces supremas de los profetas – Ibsen que pone dogmas altruistas en los labios de los cerebrales héroes de sus dramas, Tolstoi que predica el evangelio socialista del neocristianismo a los rusos monjigs [sic], y el Sar Peladan que enseña la suma virtual de las hadas y el orgullo invencible de los artistas-voces que anuncian la próxima llegada del Mesías, del Poeta, portador de la fórmula absoluta, del Gesto que revele la emoción y el ritmo de la Vida; el nephentes que haga olvidar las tristezas del Análisis y echando el Arte en brazos de la Verdad y la Belleza, guíe los espíritus a la Síntesis. “La síntesis del Arte es: el ensueño jocundo de la verdad bella”.
     Frontera de lo Desconocido, el alma moderna otea el Pasado, estudia las fórmulas realizadas, liquida las herencias intelectuales que en ella influyen. ¿El Poeta vendrá directamente del espíritu de Goethe o del espíritu místico de Chateaubriand? ¿Será un rebelde como Alfredo de Vigny; o un triste como Senancourt? Más feliz que Gerardo de Nerval, los sentidos infinitamente finos, ¿podrá escuchar las alucinantes correspondencias de la Idea y la Naturaleza? [¿]Amará como los románticos el ideal, o la Belleza como los parnasianos? ¿Creará como Balzac una realidad nueva, o como Wagner imitará acordar la música, la pintura y la poesía, concurriendo a la Acción? ¿Será místico y satánico, como Barbey d'Aurevilly; o un artista lógico, un lírico científico, inspirado por la Melancolía, como Edgard Allan Poe y Villiers de L'Isle Adams; o un incomprendido, un poeta maldito como Verlaine, Rimbaud y Mallarmé? Hermano de decadentes y simbolistas, ¿nacerá del cerebro de Baudelaire, el formidable precursor asesinado por la Tristeza y el Hastío? ¿Será campeón de la Ciencia, o del Misticismo?... Indecisa, hambrienta, setibunda, va a través del desierto “la caravana de la decadencia”.

II

     José Enrique Rodó, alma moderna, lleno de fe mesiánica, se pregunta con Bourget. “¿Quién ha de pronunciar la palabra de porvenir y de fecundo trabajo que necesitamos para dar comienzo a nuestra obra? ¿Quién nos devolverá la divina virtud de la alegría en el esfuerzo y de la esperanza en la lucha?”
     La Vida Nueva será una colección de opúsculos literarios, en los cuales el escritor uruguayo se propone “reunir aquellas páginas mías que expresen, ya una impresión de mi conciencia de espectador en el gran drama de la inquietud contemporánea, ya una modificación de mi pensamiento propio que obedezca al actual impulso renovador de las ideas y de los espíritus”. El primero de estos opúsculos, que motiva estas notas, contiene dos estudios: El que vendrá y La novela nueva.
     El que vendrá es un estudio glorioso de las fórmulas realizadas y un himno en honor del que viene a poner en los seres la alegría de vivir, que termina con este canto de esperanza y desolación: “¡Revelador! ¡revelador! La hora ha llegado! El sol que muere ilumina en todas las frentes la misma estéril palidez, descubre en el fondo de todas las pupilas la misma extraña inquietud, el viento de la tarde recoge de todos los labios el balbucear de un mismo anhelo infinito y ésta es la hora en que “la caravana de la decadencia” se detiene angustiosa y fatigada"...
     La novela nueva, a propósito de “Academias” del admirable novelista Carlos Reyles, es un sabio estudio de la evolución de la novela. Es tanto que la lírica es el instrumento divino de unos pocos, la novela ha sido la fórmula mimada por el Éxito. Sthendal la dota con su psicología sutil y el íntimo sentido de la Vida. Madame Necker la define: “La novela debe ser el mundo mejor” y Balzac, ese león, que sin copiar encontró lo verdadero reflejando en La comedia humana la realidad interior,agregaba: “la novela no sería nada si, esa augusta mentira, no fuera real en los detalles”. Los románticos se complacían en el análisis del Sentimiento y los naturalistas se deleitan en el de la Sensación. – En La nueva novela, Rodó estudia preferentemente la novela española.
     Es el teorizante del modernismo americano; el filósofo del grupo; un crítico subjetivo, erudito y ecléctico. Para él, “el mejor crítico será aquél que haya dado prueba de comprender individualidades, épocas y gustos más opuestos”.
Su estilo es poderosamente bello, sintético en el pensamiento y en la expresión. Su prosa de un gentil ritmo lírico, es una sinfonía o un lienzo, las palabras son notas y colores; prosa emocional, plástica, impecable y noble como el verso, y rica y sonora como la rima parnasianos, gracioso estilo helénico, prosa de oro y mármol de Paul de Saint Victor.
     José Enrique Rodó es un artista dotado maravillosamente del sentido de lo moderno, posee la inteligencia comprensiva, el gusto, el amor de la vida moderna, con sus virtudes, vicios y ambiente. La vida nueva será en las Américas lo que en Francia La literature de tout d l'heure de Ch. Morice: un archivo de teorías y sensaciones estéticas donde se inicien los jóvenes; una como guía de la gloriosa Arteópolis.

1898