Otra Cuba secreta. Antología de poetas cubanas del XIX y del XX

Milena Rodríguez Gutiérrez; (edición, introducción, notas y bibliografía), Madrid: Verbum, 2011, 563 pp.

María Lucía Puppo, Universidad Católica Argentina / CONICET

     La antología constituye, por definición, un género imperfecto. Condenado desde el principio a la parcialidad, las omisiones y los excesos, en el mejor de los casos el texto antológico aspira a ser exigente, polifónico, definitivamente personal. Si estas tres últimas características determinan el alcance y la magnitud de una antología, entonces Otra Cuba secreta se nos presenta como una obra capital, que interviene en el campo de la poesía de mujeres renovando paradigmas y respondiendo a las cuestiones de debate más actuales.
     La exigencia del trabajo compilatorio de Milena Rodríguez Gutiérrez se hace patente por diversos factores. Primero, por el criterio innegociable de la calidad estética, que determina la nómina de poetas incluidas en la antología tanto como la selección de cada poema, en un rango que va desde las composiciones más conocidas hasta verdaderos hallazgos aportados por la compiladora.
     Un segundo elemento a destacar es la Introducción del volumen, donde la editora deja asentados algunos núcleos teóricos que fundamentan su tarea y la ponen en contexto a la luz de la teoría feminista y los estudios de género. En estas páginas inaugurales Rodríguez Gutiérrez repasa la obra y la figura de Gertrudis Gómez de Avellaneda, con quien la poesía femenina tuvo en la isla un brillante inicio. Luego examina las operaciones críticas que opacaron la importancia de Dulce María Loynaz y Fina García Marruz en la configuración de un canon nacional. No deja de ser notable que ellas, al igual que la Avellaneda, no son tenidas en cuenta en el ensayo más representativo y modélico, Lo cubano en la poesía (1958) de Cintio Vitier. A continuación el estudio introductorio presenta un repaso por las antologías de “poetisas” cubanas, desde el Álbum poético fotográfico… (1868) de Domitila García de Coronado hasta las selecciones más recientes de Margaret Randall (1982), Alberto Rocasolano (1985) y Mirta Yáñez (1997). Poco a poco se va esbozando entonces la zona privilegiada en que se mueve Otra Cuba secreta, un territorio nuevo donde las poetas han dejado de ser poetisas, afincadas ya en una tradición otra que cuenta con sus propias maestras, sus temas y sus estrategias para establecer complicidades con las y los lectores.
Un tercer índice de la exigencia con que fue organizado el libro resulta visible en las cuarenta y dos presentaciones que anteceden a los poemas de cada autora incluida en la antología. En la mayoría de los casos se trata de auténticos microensayos que, sin demorarse en las peripecias biográficas, trazan un horizonte de recepción y proponen inéditas claves de lectura. Una guía bibliográfica completa cada entrada, y esto mismo se hace extensivo a las brevísimas presentaciones de las ocho autoras jóvenes convocadas en el Apéndice.
     La polifonía de esta propuesta antológica se advierte en la coexistencia de estéticas y tonos disímiles, que van desde la exaltación del imaginario afrocubano y los valores revolucionarios en la poesía de Nancy Morejón, hasta la impronta rabiosa de Virgilio Piñera en la obra de las poetas más destacadas del exilio o la diáspora, Isel Rivero y Magali Alabau. La acertada decisión de incluir a autoras de “dentro” y “fuera” de la isla, siguiendo el criterio de otras recientes antologías de poesía, confirma la extraterritorialidad que define a la literatura cubana contemporánea.
     El sello personal como antóloga de Milena Rodríguez Gutiérrez, habanera, investigadora y docente de la Universidad de Granada y poeta ella también, atraviesa cada página de un libro que no pretende ofrecer la quietud de una muestra o un panorama, sino el dinamismo y la polémica que corresponden a una “antología crítica.” En esta lógica se insertan algunos actos de justicia reparadora, tales como la recuperación de Úrsula Céspedes de Escanaverino, y el lugar central asignado a la obra de Mercedes Matamoros como puente entre el sentimentalismo del siglo XIX y la elegancia modernista del incipiente siglo XX. Tampoco deja de ser una operación riesgosa la inclusión de poemas largos, como Últimos días de una casa de Loynaz, La marcha de los hurones de Isel Rivero y Hemos llegado a Ilión de Magali Alabau.
     Tal vez la mayor apuesta de Otra Cuba secreta sea la de visibilizar, más allá de la cronología, una constelación de voces que se aúnan o disienten unas con otras, pero siempre orbitando en un mismo territorio simbólico. En este mapa estelar brillan como soles del siglo XX la Loynaz, Fina García Marruz y Reina María Rodríguez, pero muchas veces la galaxia se extiende hasta rozar los destellos que llegan de otros tiempos y otras latitudes. Entonces los poemas se desplazan como asteroides que llevan grabada su marca de origen: Santa Teresa en Mercedes García Tudurí, Sor Juana y Virginia Woolf en Belkis Cuza Malé, Marina Tsvietáieva en Lourdes Gil, Sylvia Plath en Reina María Rodríguez, Dulce María en Reina María… Así las cosas, sólo resta decir que abrir las páginas de esta antología es una experiencia que depara lo mejor que la poesía puede ofrecernos: una nueva invitación al viaje.