Rita Indiana Hernández y la desacralización de las fronteras dominico-haitianas

Lorna Torrado, University of Texas-Austin

 

     Desde el nacimiento de la República Dominicana, en 1844, la identidad racial se sostiene sobre un andamiaje bipartita que sistemáticamente descarta el elemento africano y haitiano del imaginario nacional. Por una parte, esta intolerancia racial representa una clara contradicción en un país donde la mayoría de los habitantes son afro-descendientes. Este desfase ideológico ha sido resuelto a través del discurso de la falacia utópica del mestizaje. En esta reinterpretación de “la raza cósmica” el dominicano real es una mezcla perfecta que borra los componentes originarios y, por consiguiente, al negro dominicano, que no cabe dentro del imaginario racial contemporáneo. Por otra parte, el rechazo de todo lo haitiano, también conocido como antihaitianismo, pasa a formar parte del discurso nacional durante el régimen de Rafael L. Trujillo (1930-61), el cual postula que Haití constituye en una amenaza contra la civilizada, castiza y cristiana sociedad dominicana.(1) Los intelectuales al servicio de Trujillo usan la novela Enriquillo (1882), de Manuel de Jesús Galván, para promover un mito fundacional que ignora el elemento africano, al tiempo que exalta desmesuradamente la herencia taína y española. El héroe indígena pasa a ser el padre de la República y su utópica experiencia colonial el pasado de toda la nación. Como señala Dawn F. Stinchcomb en The Development of Literary Blackness in the Dominican Republic, el uso de esta ficción para reescribir la historia dominicana borra la herencia africana del imaginario nacional, con el propósito de inventar un “país de blancos” (8). Este rechazo de todo lo negro truncará el desarrollo de una identificación con lo afro-dominicano y simultáneamente creará un fuerte sentimiento de antihaitianismo.
     La animosidad y agresión ideológica contra los vecinos del oeste alcanza su punto culminante en 1937 con la matanza de miles de haitianos mejor conocida como El Corte. Esta atrocidad histórica fue orquestada por Trujillo en un intento de blanquear la frontera y “rescatar” al país de la perenne amenaza haitiana.(2) El río Dajabón o Masacre que separa a ambos países en el norte se llevó en sus aguas la sangre de miles de haitianos, pero no logró lavar la conciencia histórica de la nación dominicana.
     Tras el asesinato de Trujillo, en 1961, el presidente Joaquín Balaguer (1966-1978) perpetúa el ideal antinegro y castizo formulado durante el siglo XIX y difundido por el dictador. En su trabajo canónico La isla al revés: Haití y el destino dominicano (1983), Haití aún es descrito como una amenaza latente de la civilización y el progreso. Hoy en día esta ideología se manifiesta a través de lo que el crítico Fernando Valerio-Holguín denomina como “fronteras internas”: “…cuya función consiste en lidiar con la ansiedad de unos conflictos de identidad culturales. Estas … que dividen a los dominicanos y a los haitianos son específicamente del orden racial y cultural, en términos generales.”
     La escritora, performera y cantautora dominicana Rita Indiana Hernández (1977) junto a otros escritores y artistas dominicanos contemporáneos como Junot Díaz, Aurora Arias y Josefina Báez, entre otros, se dedican a desmantelar estos discursos excluyentes y racistas que están muy lejos de pertenecer a un capítulo cerrado del pasado histórico caribeño.(3)
En este trabajo abordo las novelas de Hernández: La estrategia de Chochueca (2003), Papi (2005), y la canción y video musical “Da Pa Lo Do” (2010) como contradiscursos ante las “fronterasinternas” erguidas por el racismo.(4) El primer paso en el desarme de las fronteras ideológicas y geográficas se da a través de una revisión histórica de la masacre del 1937 en La estrategia de Chochueca, entendida en la novela como violenta manifestación del antihaitianismo teórico y como suceso que aún incide en las relaciones contemporáneas entre ambos países. Luego Hernández pasa a desmentir el origen exclusivamente europeo de la República Dominicana desde el cuerpo mismo del padre de la nación en Papi, para colapsar la falsa frontera étnica que los separa de los haitianos. Una vez la diferencia racial que promueve el antihaitianismo es desmantelada, Hernández provee de nuevos significados a los elementos asociados con la separación de ambos países, como el río Masacre y la herencia africana, para convertirlos en puntos de contacto y hermanazgo en el tema y video musical “Da Pa Lo Do.”
     La estrategia de Chochueca presenta la capital dominicana de los años noventa como un lugar asfixiante en donde los jóvenes recurren a las drogas, el sexo y el alcohol para escapar de la realidad. La historia es narrada a través de Silvia, una chica joven y rebelde que pasa su tiempo vagando por la ciudad y asistiendo a fiestas con sus amigos. La ciudad parece estar suspendida en un tipo de purgatorio en donde los personajes están cumpliendo una condena. El fantasma histórico de la masacre de 1937 es el responsable de conectar a tres generaciones dominicanas sin permitirles salir adelante. Aún cuando El Corte liderado por Trujillo es el responsable de la situación que enfrentan los personajes, sólo existe una mención directa en el texto, como si el mero acto de nombrarlo pudiera incitar nuevas repercusiones:

Recuerdo a la abuela que contaba lo que le habían hecho a una sirvienta haitiana
durante la matanza. Mi abuela estaba sola en casa con la chica que tenía unos meses
de embarazo y al oír los gritos en creol se había metido debajo del fregadero, pero
cuando la gente esa llegó, “como con el diablo adentro, la sacaron de allí...” (19-20).

     El palimpsesto histórico que presenta El Corte como pulsión que aún guía la realidad contemporánea y las lejanas memorias familiares de la tragedia, acaba con la posibilidad de ponerle punto final al episodio. La falta de un espacio para la redención colectiva ha producido todo un vocabulario social basado en su silenciamiento que al ignorarlo hace que se reproduzca como ecos de culpabilidad en la conciencia de los dominicanos. La inacción de la abuela de Silvia la convierte en facilitadora y cómplice del crimen histórico que aún asfixia a su nieta.
     A nivel cotidiano el fantasma de la masacre reproduce las fronteras internas y el racismo ideológico que se traducen en la inequidad social y en la invisibilidad de los haitianos dentro del suelo dominicano al ser descritos como los “brazos” y “piernas” responsables de construir la ciudad de Santo Domingo. Silvia le comenta a sus amigos que si se encuentra a algún haitiano en la calle tratándole de vender cualquier cosa, ella prefiere comprársela con tal de no sentirse observada por uno de ellos: “Luego el haitiano en la calle que viene a ofrecerle una estatuica de madera, que mejor comprársela que aguantar esa mirada de niño que odia y que le llena a uno como de miedos el pecho…” (19).
     La imposibilidad de establecer un intercambio a nivel personal con el “otro” histórico pone de manifiesto la frontera ideológica heredada por las nuevas generaciones en forma de discurso antihaitiano. Aún cuando esta interacción entre Silvia y el vendedor podría desembocar en un intento de reconciliación, las fronteras ideológicas se apoderan del enunciado de Silvia cuando se refiere al hombre haitiano como un niño pequeño, haciendo énfasis en su propia posición de superioridad, infantilizándolo y relegándolo al margen social. Ninguna de las dos, nieta ni abuela, posee las herramientas necesarias para enfrentar esta tragedia histórica y optan por bregar con ella de manera superficial. Esta tensión contemporánea es prefigurada por el asesinato de la haitiana embarazada, lo cual indica que los dominicanos han aniquilado su propio futuro produciendo una generación estéril que arrastra los errores sociopolíticos de sus padres y abuelos.
     La crítica hacia el antihaitianismo y la imposibilidad de rebasar sus fronteras ideológicas en La estrategia es retomada en Papi a través de la ridiculización del imaginario racial dominicano. La historia es relatada como el flujo de conciencia de una niña que espera incansablemente por el regreso de su papá.(5) El texto es un híbrido entre un bildungsroman y una narración caótica de estilo kitsch. En las palabras de Duchesne-Winter la novela: “…narra el simulacro convulsivamente reiterativo de una relegere comunitaria aglutinante en torno a la imagen del padre que ha devenido imagen de la imagen, es decir, tautología flotante que anula la inminencia patriarcal del nomos, para emerger-sucumbir ahora como simplemente papi” (289). Esta imagen vacía del patriarca, símbolo de Trujillo y de su andamiaje ideológico, es usada por Hernández para ridiculizar las falsas doctrinas raciales que aún informan el imaginario nacional. La mitológica “nación de blancos,”  producto exclusivo de antepasados taínos y españoles, es puesta en entre dicho desde el cuerpo del patriarca: “…cuando era niño era muy rubio, con el pelo casi blanco, casi albino, y muy lacio y muy largo …Pero ahora lo tiene negro y tupido y corto, un mini afro” (17). Los rasgos fisiológicos de Papi-niño confirman la narrativa oficial de la ascendencia racial dominicana, sin embargo, una vez comienza a crecer, las raíces africanas se apoderan de su lacia cabellera. El uso del pelo como muestra de la innegable herencia africana es central dentro del contexto caribeño, puesto que como afirma Ginetta E. B. Candelario, es la parte del cuerpo que define la raza de una persona en la República Dominicana (223). Destapando las raíces del afro, Hernández expone la herencia afrodominicana desde el cuerpo del patriarca para negar el mito racial que excluye ‘lo negro’ del imaginario dominicano y por extensión rechaza a la nación haitiana y reproduce el antihaitianismo.
     La canción “Da Pa Lo Do”, éxito del primer disco compacto de la agrupación Rita Indiana y los Misterios titulado El juidero (2010), juega con el desmantelamiento de las fronteras físicas y discursivas entre la República Dominicana y Haití. Asimismo, destrona simbólicamente la figura del padre, al remplazar la voz autoritaria patriarcal con la imagen conciliatoria de la Virgen de la Guadalupe. El título, formalmente pronunciado da para los dos, captura la jerga coloquial del Caribe hispano y le inyecta un tono infantil a través de la brevedad y repetición vocálica. La reproducción de estas sílabas a través de toda la canción funciona para infantilizar y reducir la separación dominico-haitiana a una rencilla insignificante sin base ni fundamento. Simultáneamente “Da Pa Lo Do” contiene la palabra palo, referencia directa al género musical de expresión africana que más sobresale en la cultura nacional: los palos dominicanos. De manera simbólica y visual las sílabas “Pa Lo,” como representación de la herencia africana compartida, reproducen la tensión histórica de “tira y jala” entre los dos países. Por un lado, el género de los palos destaca el pasado colonial y la herencia africana que los une y, por otro, funciona como base para la frontera de separación interna erigida por el discurso racial dominicano. La doble tensión articulada al nivel de las sílabas se reproduce literalmente por las imágenes del video. La toma inicial muestra un amplio terreno dividido por un árbol cuyo tronco o palo divide el espacio equitativamente. El palo, separador visual, servirá como punto de contacto en la resolución del video al haber sembrado sus raíces en ambos lados y haberse nutrido de la misma tierra. La idea de que ambas naciones comparten las mismas raíces como elemento unificador, también presente en Papi a través del pelo crespo, se reproduce musicalmente con el uso del tambor, instrumento de herencia africana usado cotidianamente en diferentes géneros musicales de ambos países.
     Los primeros versos de la canción narran el génesis de las fronteras internas entre la República Dominicana y Haití a través de una relación fraternal:

Habían dos hermanitos compartiendo un pedacito
porque eran muy pobrecito’ y no tenían ni mamá
Ellos se preguntaban
¿Por qué si somo’ do’ gente’
nos hacen comernos uno nada más?

     La indisposición de compartir el mismo pan o la misma tierra desemboca en la violenta historia de lucha y ocupación entre los dos países hermanos.(6) La tensión de los diferentes enfrentamientos armados se reproduce visualmente con dos soldados negros que corren por el campo convertido en campo de batalla. Los soldados sólo pueden ser diferenciados por sus uniformes, símbolos de los ideales nacionales que los convierte en rivales. Ante esta penosa situación Rita Indiana Hernández, vestida y pintada como una virgen negra, rechaza el legado separatista patriarcal al denunciar las fronteras ideológicas:

Agárrense de ahí que no hay ma' na'
Pónganse a juga' o la correa voy a bucá'
Uno por alante y el otro por detrás
Dios me los mandó junticos
pero ustedes na' de na'

     Este gesto de desafío ideológico a través del llamado a la unidad y el acto de travestismo usurpan el espacio discursivo del “padre de la nación” para remplazarlo por la voz femenina y el cuerpo negro como rasgo compartido por ambas naciones.
     En esta secuencia el elemento performativo del “blackface” asume varios niveles de crítica racial. Por una parte, rescata la tradición caribeña de los negritos como personajes que reproducen las dinámicas de blanqueamiento a través de la reiteración de una performatividad “propiamente negra” (Lane 15, Rivero 27 ). Por otra parte, desde el espacio nacional este enmascaramiento funciona como una burla al discurso racial dominicano que se percibe como un colectivo “blanco,” representado por la tez clara de Hernández, mientras que su físico delata su herencia afrocaribeña.(7) La imposible reconciliación entre el cuerpo afrodominicano y el discurso nacional, también presente en la novela Papi, produce una representación caricaturesca del cuerpo dominicano. En el video, este desfase es rearticulado con los cuerpos negros de los soldados que, cansados de la persecución, deciden despojarse de su uniforme y tomar un descanso. Con el desprendimiento de las ideologías nacionalistas impresas simbólicamente en sus uniformes ambos sujetos se quedan en pantalones blancos, banderines que exigen una tregua. Ya sin las vestiduras sus cuerpos negros no son capaces de replicar las fronteras nacionales, sino que se convierten en prueba de su origen africano en común. Este momento descose la frontera interna basada en el racismo para ubicarlos en un estado pre-nacional que simbólicamente permite reinscribir corporalmente los discursos nacionales a través de la relación fraternal afrocaribeña.
     El desmantelamiento de las fronteras continúa con la resignificación del río como división geográfica y testigo histórico de El Corte hacia un espacio de nuevas corrientes ideológicas de unidad. Mientras uno de los hombres se baña en las aguas por donde alguna vez corrió la sangre de miles de haitianos masacrados, ahora se refleja la imagen de la virgen negra que narra el verdadero génesis de la Española:

Un mal de sudor para to' esto’ peces.
Alé, alé, alé, alé.
Vinimos todos en el mismo bote
Pujé, pujé, pujé, pujé. 
Siéntelo, el abrazo del mismo abuelo.
Desde Juana Méndez hasta Maimón y de ahí a Dajabón

     El agua del río que dentro de la historia oficial ejerció como contenedor de la sangre haitiana ahora desemboca en un “mar de sudor” — pronunciado con su variación coloquial — símbolo del pasado colonial y de la diáspora africana en República Dominicana, Haití y el resto del Caribe. Es importante señalar que Hernández se encarga de visibilizar la presencia negra hoy en día con la mención de comunidades afro-dominicanas. Este gesto impide relegar la herencia africana a un pasado remoto y congelado en el tiempo, proveyéndole visibilidad en la sociedad contemporánea. 
     Una vez se eliminan las fronteras ideológicas con el despojo de las ideologías nacionales representadas por los uniformes y el restablecimiento de la herencia afrocaribeña dentro del mito de origen dominicano, los hermanos están listos para la reconciliación:

A besar el palco en el batey Concepción,
donde los dos hermanitos entonan esta canción. 
Da pa' lo' do' (x6) 
Da pa' lo' do' (x6) 
Dos ojos, dos pies, dos manos.
Es que somos hermanos (x5) 
Da pa' lo' do' (x6)

     El común denominador afro-caribeño invocado concretamente por el batey, espacio vinculado a la producción de caña de azúcar, se desdibuja como frontera para resurgir como línea de solidaridad. El video replica esta idea al retratar a los hermanos, vestidos únicamente con los mismos pantalones blancos que dejan al descubierto sus torsos negros, que caminan desde direcciones opuestas hasta encontrarse frente al árbol. El palo que separaba la tierra es ahora presentado como lugar de encuentro y reencuentro de una cultura compartida. Finalmente, ambos hombres se abrazan y las últimas imágenes muestran a la virgen bailando frente al árbol con tres niños a cada lado que representa la posibilidad de un futuro armonioso, muy lejos de la realidad de las generaciones atrapadas en la esterilidad de La estrategia. Estos niños, hijos de la misma madre negra han logrado silenciar la voz de Papi cantando por la unidad isleña al ritmo de la tambora.   
     Como se ha visto, Rita Indiana Hernández forma parte de la nueva generación de artistas dominicanos enfocada en cuestionar los discursos nacionales heredados del trujillato y continuados por el balaguerato. Al analizar las novelas La estrategia de Chochueca, Papi y el tema musical “Da Pa Lo Do”, he demostrado cómo Hernández descubre y en cierto modo ridiculiza el discurso antihaitiano, que se basa en una diferencia racial imaginaria. La idea de que la República Dominicana es una “nación de blancos” ha perpetuado el antihaitianismo y la negación de la herencia africana. Como respuesta ante este discurso, Hernández hace colapsar las fronteras geográficas e ideológicas a través de la desacralización de los discursos históricos homogenizadores para luego mostrar la falsedad del supuesto origen blanco. Finalmente, Hernández desmantela la frontera geográfica e ideológica a través de la resignificación de la simbología nacional, permitiéndole al dominicano contemporáneo deshacerse de la carga histórica que lo ha obligado hasta el momento a formar parte del silencio cómplice que perpetúa el antihaitianismo. Tal vez con el despojo del ropaje ideológico las nuevas generaciones logren, al ritmo de los palos, comenzar el baile de la reconciliación.

Notas

1. Para un estudio del rechazo sistemático de todo “lo haitiano” como base del discurso de identidad dominicana, véase Sagás.

2. Explica el historiador Moya Pons que luego de recibir mucha crítica internacional, Trujillo trató de restarle importancia al genocidio alegando que fue un pequeño incidente entre dominicanos y haitianos viviendo en la frontera. Este intento fue en vano porque no hubo forma de tapar la masacre; finalmente Trujillo le pagó una suma minúscula al gobierno haitiano para enmendar el asunto (368-369).

3. Hernández no sólo socava el antihaitianismo histórico e ideológico, sino que dialoga con sus violentas repercusiones contemporáneas, como es el ejemplo de la Ley de migración 285-04 (2004), la cual no le concede la ciudadanía a aquellos individuos nacidos en suelo dominicano de padres haitianos. Para un estudio de la Ley de Migración y sus debates jurídicos, véase Eddy Tejada.

4. Es importante señalar que los videos musicales de Hernández no funcionan como artificios publicitarios o mera visualización pictórica de los temas musicales, sino que desde la composición mediática contribuyen al proyecto de crítica social.

5. Papi gira en torno a la figura patriarcal del dictador Rafael L. Trujillo (1930-1961). Hay un sinnúmero de obras literarias sobre el tema inclinadas más hacia el aspecto histórico y en su mayoría escrita por hombres. Una de las obras de ficción más reconocidas es la novela de Julia Álvarez, En el tiempo de las mariposas (1994). Este texto relata la opresión y el miedo bajo el que vivía el pueblo dominicano durante la dictadura del Generalísimo desde el punto de vista de las hermanas Mirabal. La familia lucha toda su vida contra las políticas del dictador y esta gesta termina en el asesinato y encarcelación de muchos de sus miembros.

6. Para un estudio de los veinte años de la ocupación haitiana y los varios intentos por la recuperación del lado este de la isla después de la independencia de la República Dominicana en 1844, véase Moya Pons. 

7. Para un estudio del la historia del “blackface” en el Caribe, véase Yeidy Rivero y Jill Lane.

Obras Citadas

Alvarez, Julia. En el tiempo de las mariposas. New York: Penguin Group, 1998. Print.

Balaguer, Joaquín. La isla al revés: Haití y el destino dominicano. Santo Domingo: Fundación José Antonio Caro, 1983.

Candelario, Ginetta E. B. Black behind the Ears: Dominican Racial Identity from Museums to Beauty Shops. Durham: Duke UP, 2007. Print.

Duchesne-Winter, Juan. “La profecía, espectáculo e interrupción en Rita Indiana Hernández.” Revista de crítica literaria latinoamericana 67 (2008): 289-308. Print.

Galván, Manuel de J. Enriquillo: Leyenda histórica dominicana (1503-1533). Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1996.

Hernández, Rita Indiana. La estrategia de Chochueca. San Juan, P.R.: Isla Negra Editores, 2003.

---. Papi. 1. ed. San Juan, P.R.: Ediciones Vértigo, 2005.

Lane, Jill. Blackface Cuba, 1840-1895. Philadelphia: University of Pennsylvania, 2005.   Print.

Moya, Pons Frank. The Dominican Republic: a National History. Princeton, NJ: Markus Wiener, 2010.

Rita Indiana y los Misterios. 2010. El juidero. Premium Latin Music, Inc.

Rivero, Yeidy M. Tuning out Blackness: Race and Nation in the History of Puerto Rican Television. Durham: Duke UP, 2005. Print.

Sagás, Ernesto. “Haiti: Antihaitianismo in Dominican Culture.” Webster University. Web. 30 Oct. 2011. <http://www.webster.edu/~corbetre/haiti/misctopic/dominican/antihaiti.htm>.

Stinchcomb, Dawn F. The Development of Literary Blackness in the Dominican Republic. Gainesville: University Press of Florida, 2004.

Tejada, Eddy. Migración haitiana y Ley de migración en la República Dominicana: “Le Blocage. Universidad Iberoamericana UNIBE, 31 May 2011. Web. 23 Nov. 2012

Valerio-Holguín, Fernández. “Las Fronteras del primitivo: identidad cultural dominicana y “limpieza étnica”.” Http://mediaisla.net/revista/. N.p., 21 Aug. 2010. Web. 3 Sept. 2012.