Fantoches

Carlos Loveira y otros autores; Doral, Florida: Stockcero, 2011. 109 pp.

Francisco Morán, Southern Methodist University

     La editorial Stockcero ha puesto a la disposición de los lectores y de un amplio número y variedad de especialistas en literatura cubana y latinoamericana la segunda edición que se haya hecho nunca de Fantoches, novela por entrega que publicó la revista Social en 1926 (la primera reedición se publicó en La Habana, en 1993, con prólogo de José A. Portuondo y edición de Dolores Nieves Rivera). Fantonches fue el resultado de un trabajo de creación colectiva de once escritores e igual número de ilustradores asociados al Grupo Minorista. Los autores que contribuyeron, cada uno, con un capítulo de Fantoches, fueron: Carlos Loveira, Guillermo Martínez Márquez, Alberto Lamar Schweyer, Jorge Mañach, Federico de Ibarzábal, Alfonso Hernández Catá, Arturo Alfonso Roselló, Rubén Martínez Villena, Enrique Serpa, Max Henríquez Ureña y Enrique Roig de Leuchsenring. El último capítulo, de la autoría de Loveira, le confiere a la novela un carácter circular. Entre los ilustradores encontramos nada menos que a Conrado Massaguer, Jesús Castellanos e incluso el mismo Mañach.
     Ana María Hernández es la editora y autora del prólogo de la novela, en la que se reproducen las ilustraciones originales. Además del cuerpo de notas – que si cumplen con la correspondiente función de proporcional información adicional y clarificar contextos, se integran también a la mirada crítica del prólogo – se incluye una bibliografía actualizada. En el prólogo, Hernández observa acertadamente que Social se inserta en la tradición de las revistas literarias cubanas, mencionando, entre otras, a La Habana Elegante, El Fígaro y Bohemia. Asimismo toma nota del carácter vanguardista de Fantoches, en la que lo policial da cabida al ensayismo, la improvisación, la irrupción de lo insólito, lo afrocubano – a través de la representación del ñañiguismo. No obstante, como ella comenta – refiriéndose a Hernández Catá – la representación del negro no consigue desasirse de los prejuicios de la época. Por otra parte, la novela misma se inserta a su vez en la tradición del folletín, del amarillismo y del roman à clef
     Quienes se interesan en las representaciones del negro en el período republicano, en la vanguardia cubana, en la obra de cualquiera de los autores de Fantoches, en la articulación del espacio urbano en la narrativa de la época, en los debates intelectuales, y en general en la narrativa del período en cuestión, tendrán suficientes razones para celebrar la reedición de la novela por Stockcero, así como agradecerán el trabajo de edición de Ana María Hernández, quien tuvo acceso a los originales que se conservan en la Biblioteca Pública de Nueva York.
     Ana María Hernández enseña literatura y cultura latinoamericana en LaGuardia Community College de Nueva York, y se especializa en estudios caribeños y del Río de la Plata. Recibió un Focus Grant del National Endowment for the Humanities en 2003 para explorar “Las raíces africanas de la música latina.” Sus investigaciones más recientes se han enfocado en la identidad nacional cubana en relación a la danza, así como en la influencia de las técnicas cinematográficas en la ficción latinoamericana contemporánea.