Charla en la Universidad

 

Jorge Mañach     “Estados Unidos es una nación acéfala. Es más peligroso luchar contra una ausencia de política exterior que contra una política definida”, dijo Jean Paul Sartre en una charla sostenida en la Universidad.
     En la tarde de ayer asistió a la Universidad de La Habana el eminente ensayista, literato y filósofo francés, Jean Paul Sartre.
     Fue recibido en la Facultad de Filosofía y Letras por un dirigente estudiantil y cuatro o cinco profesores de la Facultad.
Realizó la presentación el Decano  de la Facultad, doctor Jorge Mañach. Sartre iba acompañado de Madame Simone de Beauvoir, ilustre novelista y ensayista.
     Se explicó que Sartre no ofrece conferencias, que el propósito de la reunión era responder preguntas netamente. Los estudiantes que preguntaran a Sartre primero, pues él iba a hacer preguntas después.
     El  auditórium de Filosofía estaba totalmente repleto de estudiantes. Fue necesario cerrar las puertas y numerosos jóvenes quedaron fuera y asistieron al conversatorio desde las ventanas.
     Comenzó preguntando un estudiante si estimaba interesante realizar una novela sobre la Revolución cubana.
     Sartre respondió que la Revolución le apasiona pero que no escribirá novelas por eso mismo. Los cubanos son los que deben escribir sobre su Revolución. Dará su testimonio en artículos de periódicos.

POSICIÓN ANTE EL PESIMISMO

     Otro estudiante le pregunta: ¿cómo puede Sartre conciliar su actitud pesimista de la vida con el optimismo revolucionario?
     ― Esa sería una contradicción muy interesante a desarrollar si existiese ― dijo Sartre ― pero jamás he tenido una concepción pesimista de la vida. Han estimado que  mi concepción de la vida es pesimista aquellos que buscaban consuelo. La historia demuestra que los católicos llamaban a los protestantes pesimistas y viceversa. Yo creo que el hombre está reducido a sus propias fuerzas y los problemas hay que resolverlos analizando con lucidez y renunciando a las ilusiones agradables ¿Es eso pesimismo? ¿Es pesimismo decir que no se puede elevar el nivel de vida del pueblo en tanto no se aumente al  mismo tiempo la producción y el comercio? Puede parecer pesimista, es lucidez. Lo que me hace optimista sobre la Revolución Cubana es la ausencia de ideología. Ningún problema es silenciado en nombre de una ideología. No existen principios desde los cuales la Revolución trate de resolver sus problemas. La primera condición para resolver los problemas es formularlos bien. Lo esencial en un individuo, grupo o sociedad son las contradicciones porque ellas son el motor que produce los cambios. Seríamos pesimistas si dijéramos que no podíamos salir de los problemas. O si los negáramos como ocurrió en ciertos momentos en la Unión Soviética en que se trató de ocultar ciertas contradicciones y diciendo que no existían se evitó a los novelistas  expresarlos. Si consideramos que el hombre es la superación constante de las contradicciones, entonces podemos llegar a ser optimistas. Las contradicciones son realidades objetivas. La situación de los campesinos en Cuba es objetiva. La economía azucarera que depende de un cliente exterior, el monocultivo que tiende a crear a este cliente foráneo que se aprovecha de su situación y ejerce presiones; eso es una realidad sin matices ideológicos. Ejemplo de una ideología creada por un régimen de monocultivo es lo que postulaba “Sin azúcar no hay país” y nos lleva a creer que el hombre no puede cambiar su situación.

PESIMISMO EN EMBRIÓN EN FRANCIA

Revolución Francesa     En Francia existe un pesimismo en embrión, se estima que el hombre no puede cambiar su condición. Se buscan entonces consuelos que constituyen  un falso optimismo. Eso es una ideología constituida por el estado en que se encuentra la realidad objetiva. No es consciente de sí misma, no es crítica, se limita  a decir el hombre es desgraciado en lugar de decir: el régimen en que vive es el causante de la desgracia. Cuando en Cuba se trata de resolver el problema de la economía azucarera, de buscar nuevos clientes, de desarrollar la policultura, de desembarazarse de la presión foránea, entonces se trata de resolver las condiciones objetivas que se influyen mutuamente. Pero no existe aun una ideología. Esta ideología puede ser crítica, es decir, que trate de poner en forma lo que está dado por objetividad y la práctica. La ideología constituye, además, un momento de la práctica misma y tiene como utilidad el hacer la práctica más eficaz; trata de definir al hombre de acuerdo con esta práctica. Se trata ahora de que el hombre pueda cambiar su mente. Por tanto es la Revolución la que hace la ideología y no la ideología la que hace la Revolución.
     A partir del momento en que el hombre demuestra que puede cambiar el régimen en que vive el hombre puede hablar de libertad. Entonces se puede preguntar: ¿quién es el hombre? La ideología y la práctica están muy identificadas. En ese momento una ideología nueva se forma a través de  esa práctica viviente. Una vez la Revolución terminada llegará el momento dentro de muchos años en que la Revolución esté osificada. Habrá que romper los cuadros mediante otra Revolución.

AVIONETAS Y AGRESIONES A CUBA

unidad     Un estudiante preguntó su opinión sobre la tragedia del “La Coubre”. Sartre dijo que no había participado en las investigaciones y por lo tanto se remitía a lo dicho por Fidel Castro en su discurso y a lo publicado en los periódicos.
     Se le preguntó por las agresiones constantes de las avionetas. A esto respondió Sartre:
     ― El más grande peligro que ofrecen los Estados Unidos es que son una potencia acéfala. Estos hechos, dejando de lado su aspecto criminal, son totalmente impolíticos. Resulta evidente que los atentados tienden a unir al pueblo cubano. Los revolucionarios de todas las épocas han soñado verse amenazado aunque no lo sean en realidad. La Revolución Cubana tiene la suerte de verse amenazada de verdad. El problema reside en las relaciones matizadas de funcionarios norteamericanos que son perfectamente honestos, otros que lo son menos y otros intereses que en su escala descendente llegan hasta a los  batino ¿? del  hombre y la paz uni-(sic) (error tipográfico) complejo todo y produce estos resultados. Es más peligroso enfrentarse a una ausencia de política que a una política definida.

LA LIBERTAD DEL HOMBRE

     Un estudiante desearía saber la opinión de Sartre sobre el individualismo subjetivo y objetivamente observados en suPatria o Muerte relación con la libertad.
     Sartre responde:
     ― El individualismo es una forma de pensamiento ligado a la sociedad burguesa. No tiene que ver con la libertad. Libertad es poder ser uno mismo responsable de un medio social en marcha. El sentido de la libertad que se apoya en la pequeña propiedad es la que la  define como la libertad de poseer y verse separados por fronteras de otros que también poseen. Libre es aquella persona que en la colectividad se define por su acción en relación con otros, por otros y para otros.
     En un viaje que hice recientemente con Fidel Castro vi a un sacerdote que se acercó al auto del doctor Castro y le dijo que él sabía donde había petróleo y tenía un equipo para perforar y que si le daban diez mil pesos lo extraía. Si no podían fusilarlo. El cura era sincero, estaba seguro de sí y posiblemente tenía razón pues esa era una zona petrolera. En aquel momento el sacerdote era más libre que si fuese propietario de plantaciones de azúcar.
     Otra manifestación de libertad la tuve cuando pregunté a un grupo de jóvenes cubanos por qué apoyaban la  revolución y me respondieron que “porque  tenían algo que hacer”. Eso les permite desarrollar lo que hay de mejor en ellos, ser libres.

LA PAZ DEL MUNDO Y EL DESTINO DEL HOMBRE

     Otro estudiante demanda las ideas de Sartre sobre el destino del hombre y la paz universal o cree que ¿se cumplirán los ciclos y los vencedores de hoy serán los vencidos de mañana?
     Sobre el destino del hombre ― responde Sartre ― no pienso nada. Son problemas que no pueden resolverse con palabras.
     Sé que es imposible para algunos admitir que la mitad del mundo está mal alimentado. Sé que es imposible admitir que el imperialismo estimula esas condiciones para que subsistan. Y sé que hay que luchar contra las circunstancias y los hombres que crean esas situaciones.

EL CARÁCTER DEL CUBANO

     A una señorita que deseaba saber su impresión sobre el carácter del cubano respondió Sartre:
     ― Sólo llevo quince días en Cuba y tengo la cabeza llena de estadísticas, desde las cifras de producción de azúcar hastaviaje a La Habana el número de cabezas de ganado, esto me impide lanzarme a la interpretación psicológica. No obstante diré las tres cosas que más me han impresionado del carácter del cubano.

  1. La alegría. De esto se ha hablado mucho pero yo lo he constatado.
  2. La personalidad del campesino. Tiene una conciencia de los problemas, individuales o colectivos, muy personal. Habla de las cuestiones que le preocupan. Hay un movimiento de pensamiento, de reflexión que no poseen otros campesinos, por ejemplo el campesino francés.
  3. La profundidad del grupo étnico negro. El negro influye en el conjunto de la población cubana. He visto cantos y danzas en el teatro con caracteres que nunca he visto antes. He estado en Haití y vi allí ceremonias  religiosas negras. Pero aquí son una mezcla de religión y teatro de una manera tal como debió haber existido en Grecia o en Japón en la antigüedad. Los bailarines estaban en un estado intermedio entre actores y oficiantes religiosos.

REVOLUCIÓN Y REVOLUCIONES

     Un estudiante le pide que haga un paralelo entre las revoluciones francesas, rusa y la cubana. Demanda también que le responda si estima que la Revolución cubana posee una personalidad histórica que proyecte una nueva concepción política sobre el hombre.
     ― Personalmente estoy convencido de ello ― afirma Sartre ―. El número de habitantes no importa cuando se trata de imponer una idea. Lo que hay que definir es hasta que punto la Revolución cubana aporta algo de original, de nuevo.   
     La Revolución Francesa es burguesa. En 1789 los burgueses eran suficientemente fuertes en Francia para reclamar el poder político. Carecían de las salidas de libertad que los ingleses otorgaban a su burguesía. Surgen luego conflictos entre la pequeña burguesía y las clases populares. Todo termina con el retorno al poder de la gran burguesía en la persona de Napoleón Bonaparte y la figura política del Imperio.
     O sea que la Revolución Francesa es burguesa. La de Cuba es de mayorías. En Francia los revolucionarios del 89 no Heberto Padillasabían a dónde iban. Los que condenaron a muerte a Luis XVI eran monárquicos tres años antes. Cuba es más consciente de sus problemas, quizás porque esta no es la primera revolución de este tipo.
     En Cuba la Revolución se hace sin ideología y esto la hace original. El decir que la teoría sale de la práctica es un postulado marxista. Sólo que en Rusia la teoría se había constituido a través de largas luchas y la ideología está formada cuando la revolución toma el poder. En la nueva Rusia se plantean conflictos prácticos e ideológicos. En Cuba el problema es práctico. No concibo, por ejemplo, a los revolucionarios cubanos metiéndose unos a otros en la cárcel por discusiones sobre si la revolución debe ser permanente o que el socialismo debe limitarse a un solo país.
     En la Revolución Cubana el campesinado ha desempeñado un papel importante, aunque es cierto que comenzó en la pequeña burguesía, existe un esquema clásico en todas las revoluciones mediante el cual vemos que las revoluciones comienzan en la pequeña burguesía sobre la cual se impone el proletariado e implanta su dictadura sobre burgueses y campesinos.
     En Cuba se han producido variantes de estos esquemas pero por todos estos trazos podemos concluir que la Revolución Cubana posee una gran originalidad.

CUBA Y UNA GUERRA MUNDIAL

 estudiante    Un estudiante pregunta si estima que las tensiones desatadas en torno a Cuba puedan dar lugar a una tercera guerra mundial.
     ― Esto  ― responde Sartre ― me da una idea de mi pequeñez. No hay proporción entre la magnitud de la pregunta y los conocimientos con que pueda responderla acertadamente. Diré, no obstante, que creo que el problema desatado en torno a Cuba se circunscribe a la liberación de América Latina. De producirse ésta, ello debilitará la política de bloques y habrá una menor posibilidad de guerra mundial.
     Se pregunta sobre la autonomía universitaria.
     Sartre responde que en Francia no existe, que ese es un problema específicamente cubano y que no está  calificado, por falta de antecedentes para responder.
     Sobre el judaísmo internacional dice que el sionismo es bueno como lazo tendido entre grupos que son la expresión de grupos étnicos. Existen estados europeos que lo consideraron una maquinaria de propaganda de otro estado y surgió el antisemitismo político. El problema se complica porque Israel se ha sumado al bloque occidental. El sionismo es una forma pasada de moda de resolver el problema hebreo y resulta peligroso porque puede suscitar el antisemitismo político.

TÉCNICA VS. HUMANISMO

     A una pregunta sobre el predominio moderno de la técnica sobre las humanidades respondió Sartre que el problema específicamente era de formación del hombre más que de información. Que había que crear un cierto tipo de hombre no universal sino especializado.
     A su vez Sartre preguntó a los estudiantes si estaban ellos dispuestos a responder y les formuló una pregunta:
     ¿Qué opinan ustedes de la autonomía universitaria?
     Una alumna responde; “La autonomía debe permanecer mientras no se proyecte contra los intereses de la Revolución, autonomíacuando así lo haga, debe desaparecer”.
     Un estudiante dice: “La autonomía debe ser un  problema ajeno a la política. La química no puede ser calificada de revolucionaria. Las ideas más que impuestas por un gobierno deben ser inculcadas por hombres revolucionarios que alcancen las cátedras y las usen como tribunas de ideas. Las cátedras  deben ser alcanzadas por méritos académicos no por méritos políticos tales como el heroísmo, etc. Así los alumnos saldrán revolucionarios formados desde adentro”.
     Una estudiante afirma con energía: “Los universitarios son ciudadanos y no puede divorciárseles de la política. No se puede ser un buen físico ni un buen químico si no se es revolucionario. Como ciudadano y como estudiante tenemos un compromiso con la patria y no podemos abstenernos como los intelectuales cubanos que se encerraron en una torre de marfil durante la dictadura”.

REVOLUCIÓN UNIVERSITARIA Y CAMPESINA

     Otro estudiante: “No se puede ser universitario sin ser revolucionario. En realidad el problema no se plantea. Esta es una Revolución gestada en la Universidad que se hizo campesina posteriormente. Si los intelectuales se hubieran producido contra Batista no habra durado siete años ni hubieran tenido los campesinos que alzarse”.
     Una joven dice: “La Universidad no tiene que temer ahora a la porra de Machado ni a la porra de Batista. Gobierno y pueblo son una misma cosa. Hay quienes hablan de autonomía en nombre de la reacción porque quisieran una Universidad de privilegiados. El momento es de unión, hay que fundirse todos. Autonomía ¿para qué?”.
     Finalmente el director de REVOLUCIÓN, Carlos Franqui, que está en el auditorio pide la palabra: “Pido permiso para hablar en esta Universidad que  fue el primer lugar a donde acudí a luchar contra la dictadura. Quiero llevarles a ustedes la impresión de que a los líderes de la Revolución Cubana, que se formaron aquí como Fidel Castro, lo que les preocupa es que la Universidad de la Habana se ponga a la altura de la Revolución. Este es un momento de interacción nacional. Estamos necesitados de científicos, técnicos, intelectuales. Para ir por el mejor camino hacia esta producción humana hay que salvar problemas que deben resolverse democráticamente en el seno de la propia Universidad. Es un problema profundamente universitario”, que afecta a toda la nación.
     Después de más de  dos horas de conversación, el Dr. Mañach dio las gracias por su asistencia a los ilustres visitantes que se retiraron de la Universidad poco después de las nueve de la noche.

Revolución, núm. 392, 15 de marzo de 1960, pp. 1, 12.