J. P. Sartre, existencialista ateo

     Juan Pablo Sartre, existencialista francés está en La Habana.
     Invitado especialmente por el Gobierno Revolucionario.
     Una de sus obras, La Ramera Respetuosa, servirá para inaugurar nuestro Teatro Nacional.
Sartre     En una época como la que vivimos, cuando faltan divisas y se fomenta el Nacionalismo en todo (hasta los perfumes de París llevan ahora el sello de “Producto Cubano”), viene la ocurrencia de “importar” a un existencialisa francés, representante del Existencialismo Ateo más radical; y se selecciona una de sus obras, que como todas las del repertorio tiene las características de ser inmoral y herética. ¡Cómo si no hubiera en nuestra literatura gloriosa y cubana como las palmas piezas excelentes de teatro que nuestro pueblo no conoce bien y que servirían para educarle en un sano patriotismo y un limpio cristianismo!
     Pero Sartre está en La Habana. Y hay que agasajarle. Como a Mikoyan. Es un “invitado especial” del Gobierno.
¿Sabe el pueblo de Cuba quien es Juan P. Sartre? ¿Está “claro” el pueblo sobre la filosofía de este “invitado de honor”? ¿Qué intención ha tenido el Gobierno Revolucionario al hacer esta invitación? ¿Tal vez un pacto cultural con otro de los representantes genuinos del ateísmo moderno? Creo que nos vamos orientando, como dice Sartre, hacia “La Nada”...
     Sartre se presenta, escribe el filósofo inglés Copleston, como un hombre para el cual “Dios ha muerto”, o sea un hombreescritor para quien Dios ha pasado al reino de la mitología junto con los duendes y las hadas. Su ateísmo no ofrece dudas. Llega incluso a afirmar que si Dios existe, esto no implica ninguna diferencia..., pero en su conferencia sobre el humanismo, declara explícitamente que “el existencialismo” no es otra cosa que un intento de sacar todas las consecuencias de una posición atea consistente.
     Sartre no presupone simplemente el ateísmo, sino que sostiene que la idea  de Dios es contradictoria en sí misma.
Entre las consecuencias que deduce de su ateísmo, propone como la más importante la siguiente: “Si no existe Dios, tampoco hay ley moral universalmente obligatoria, ni un sistema de valores fijos y absolutos”.
     En su conferencia sobre el  humanismo afirma: “Dostoievsky ha escrito que si Dios no existiera todo estaría permitido. Este es el punto de partida del Existencialismo”. Del de Sartre, pues hay también un Existencialismo cristiano como el de Marcel, cuyo punto de partida es Dios.
     Y ¿qué es el hombre para Sartre? El hombre es la única fuente de valores y está en la mano del individuo crear y elegir su propia escala de valores. Por consiguiente la libertad humana, para Sartre, no conoce restricciones morales algunas.
     El hombre de Sartre, es una “pasión inútil”. Su vida carece de sentido. Tan inútil y tan absurda como la misma muerte, inmerecedora de preocupación alguna. “Vivo desterrado en una contingencia sin esperanza, y de aquí mi  angustia y mi hastío.”
     Esto es lo que nos viene a enseñar Sartre sobre Dios y el hombre, base de su “humanismo”. Nos viene a “humanizar”.

II

     Estas doctrinas disolventes están difundidas no sólo en las obras técnicas como El Ser y la Nada (1943), obra fundamental de su filosofía y en su célebre conferencia “El existencialismo es un Humanismo”, donde trata de defender a duras penas su filosofía tildada de inhumana por los filósofos contemporáneos, sino que ha hecho llegar su filosofía al granEtienne de Greeff público en sus obras teatrales y en sus novelas. Una de las principales, La Náusea, nos enseña que en los momentos de hastío y nausea es cuando nos percatamos de nuestra existencia, cuando pesa ella sobre nosotros como “une grosse bete inmonde” Ciertamente que nada mejor que este título puede expresar la sensación que producen al lector sano y normal las obras de Sartre.
     El famoso psiquiatra de la Universidad de Lovaina (Bélgica), Etienne De Greeff, ha hecho un estudio serio y documentado de toda la producción literaria de Sartre. Su diagnóstico es el siguiente:
     “Toda la obra  de Sartre es la de un hombre que presenta un erotismo sexual exagerado, permaneciendo ciego, desde el punto de vista afectivo, para con los otros (tanto para el  hombre como para la mujer)... Para un héroe sartreano no lo tiene ni la mujer ni el hombre. Esto no quiere decir que prescinda de su existencia, porque tal existencia es un hecho, una realidad fastidiosa, y el héroe reacciona por el gusto de negarla, destruirla, dominarla, si se quiere. El destino normal de Sartre es el nihilismo y el deseo de edificación. Y aun esto carece de sentido, ya que la propia existencia no puede tener mayor alcance que la de los demás. Todas las teorías sartreanas vienen a parar en la anarquía o en la muerte; y esto por el sencillo motivo de que Sartre, por naturaleza o por educación, no ha superado nunca el estadío infantil de auto-erotismo. En resumidas cuentas, ha acabado por encontrar en los otros la manera de mejorar considerablemente la técnica del placer autoerótico, pero nunca jamás la persona moral y afectiva de los otros ha despertado en él el interés elemental e instintivo que en todo hombre normal y bien nacido entreabre las prisiones del yo... Sartre se esfuerza muy particularmente en justificar filosóficamente su ceguera afectiva y en demostrar que todos los hombres son como él: a ellos les toca no creerle”.
index     Ya el lector puede juzgar.
     Este es el “intelectual” que ha hecho comentar a uno de los “voceros” de la Revolución que su llegada es “de una importancia enorme, no sólo para los intelectuales  (¿) y los escritores (¿) cubanos, sino para nuestra Revolución”, porque, dice el “vocero”, “Sartre es una de las mentes más lúcidas de nuestra época y un hombre volcado sobre los problemas del siglo con una mente lógica y un método seguro...” “Su visita es un acontecimiento intelectual inusitado”. Y dígalo; tan inusitado que nunca en Cuba se había visto dar tanto “bombo falso” ni tanto “barniz de púrpura barata” a un autor cuyas obras TODAS han sido puestas en el Índice de libros prohibidos por la Suprema Sacra Congregación del Santo Oficio en su Decreto del 30 de octubre de 1948. Los Cardenales de la Santa Iglesia Católica condenaron las obras de Sartre por dos razones: por inmorales y por heréticas.
     Los católicos todos tienen por tanto la prohibición de leer las obras de Sartre y de presenciar las representaciones de sus piezas teatrales.
     Bonita manera de inaugurar nuestro Teatro Nacional. Muy original, por cierto, y de un modo “inusitado”.
     ¿Qué dirá nuestra excelsa y cristiana Gertrudis Gómez de Avellaneda?
     Sin duda alguna que esto es un “de-sartre”...

ACLARACIÓN.-Este Editorial se publica por voluntad de esta empresa periodística en uso de la libertad de prensa existente en Cuba, pero el Comité Local de Libertad de Prensa de Periodistas y Gráficos de este centro de  Trabajo expresa, también en uso legítimo de ese derecho, que el mismo contiene párrafos que, de manera encubierta y tendenciosa, constituyen un ataque a la Revolución Cubana. 

Diario de la Marina, 24 de febrero de 1960, pp. A-1, A-2.